Cuando James Cook avistó el pequeño atolón de Manuae en 1773 ni siquiera era el primer occidental en registrar la existencia de aquel remoto archipiélago. Marineros españoles y portugueses ya conocían su posición dos siglos antes, y lo habían hollado tan pronto como en 1606. No importó. Durante los siglos posteriores, aquel conjunto de islotes del Pacífico Sur llevaría su nombre: las Islas Cook.
Hasta hoy.
¿Qué? Al parecer, el gobierno autónomo del archipiélago se ha cansado de honrar con su nombre a un marino inglés y ha abierto una comisión para encontrar otro más acorde con el espíritu de sus gentes. La iniciativa cuenta con el respaldo del primer ministro local, Mark Brown, quien aboga por un nombre "que refleje la auténtica naturaleza polinesia de nuestra nación". Es decir, por una toponimia maorí.
¿Cómo? El órgano tiene la misión de investigar, cribar y proponer un catálogo de nombres que se ajusten al espíritu del archipiélago. Se ha abierto un canal público para que los pocos habitantes de las Islas Cook, unos 17.000, remitan sus propuestas. El comité incluye a diversos historiadores locales y a "personas con un profundo conocimiento tradicional" capaces de tutelar el proceso.
¿Por qué? Porque el nombre es un vestigio de la dominación colonial británica. Pese a la trazable herencia anglosajona, la mayoría de su población habla maorí (una variante similar a la neozelandesa) y traza sus orígenes étnicos en los primeros pobladores pacíficos que llegaron allí provenientes de Tahití. "Islas Cook" es un artificio fruto de la casualidad política, no una identidad.
Es una cuestión de "auténtica" independencia nacional.
¿Pueden? Sí. El archipiélago ha estado históricamente bajo la tutela de Nueva Zelanda, pero ha ganado autonomía durante las últimas décadas. Sus ciudadanos hoy disfrutan de la ciudadanía neozelandesa y su gobierno aún delega la política exterior y la Defensa, pero en términos generales opera sin restricciones externas. Son numerosas las micronaciones isleñas del Pacífico que navegan estatus legales similares.
¿Cuál será? Es el misterio. No está claro que llegue a buen puerto: en 1994 el gobierno convocó un referéndum para modificar el nombre del país y lo perdió. Al parecer, el proceso sólo involucró a las autoridades de Rarotonga, la isla donde viven 13.000 de sus 17.000 habitantes. El rico lenguaje maorí ofrece un amplio vocabulario, no obstante, y ahora el proceso es colegiado entre todo el archipiélago.
Algunos ejemplos: Aitutaki, Mangaia, Atiu, Pukapuka, Mauke o Takutea. Hay fondo de armario.