Twitter lleva un lustro lidiando con sus hondos, aparentemente irresolubles problemas de acoso digital. Sin éxito. Esta semana un informe de Amnistía Internacional revelaba hasta qué punto el abuso verbal vertebra la conversación social dentro de la plataforma. Y hoy una frase ha desplomado por debajo del 11% su valoración en bolsa: "Se ha convertido en el Harvey Weinstein de las redes sociales".
¿Quién lo dice? Citron, un grupo inversor que el pasado marzo adquiría una posición corta sobre las acciones de Twitter. Según su presidente, el informe de Amnistía ilustra hasta qué punto "sus acciones se han convertido en ininvertibles y los anunciantes pronto se verán obligados a realizar un duro escrutinio de todas sus campañas con Twitter". Son palabas graves. "El anonimato y el odio son parte del corazón de Twitter", concluye.
¿Por qué? Por el estudio de Amnistía Internacional. La ONG seleccionó a un grupo de 778 periodistas y políticas anglosajonas y estudió el comportamiento de su audiencia durante meses. Resultado: las mujeres con gran proyección social reciben comentarios abusivos (insultos, amenazas, comentarios sexuales) cada 30 segundos. El acoso era aún peor entre las mujeres negras o hispanoamericanas.
¿Importa? Por un lado sí. Citron es un grupo inversor, y mira por su beneficio. Su carta sirve como toque de atención a Twitter. A Wall Street parece interesarle lo que dice: entre el informe de AI y el comunicado de Citron sus acciones cayeron un 11%. Hoy han continuado en caída libre, entrando en la franja de los $27 (un 5% más baratas de lo que abrieron). Como referencia: el miércoles, antes de la tormenta mediática, cotizaban a $34.
¿Es cierto? Sí y no. El informe tiene sus fallas. No controla por otras poblaciones, por ejemplo, y no define bien qué contenido es "problemático". AI incluye una amplia panoplia de actitudes y comentarios. En TechCrunch, una portavoz de la compañía ha apuntado al dispar criterio, mucho menos científico que valorativo, para deslegitimar sus resultados. En total analizó 288.000 tuits, una fracción minúscula del total.
Sin embargo, los problemas de Twitter con el acoso son bien conocidos. Es una de las losas de la compañía. Se sabe que la propia naturaleza de la red social promociona mucho antes las actitudes negativas (o violentas, o abusivas) que las positivas, y que el acoso se dirige a colectivos minoritarios y más vulnerables. Twitter ha probado un sinfín de soluciones (llegando a plantear el fin del "like") sin que ninguna haya cuajado del todo.
¿Cómo arreglarlo? Es la gran pesadilla de Jack Dorsey, CEO de Twitter. La empresa habilita formularios de denuncia contra contenido, actitudes y discursos de odio, pero no son sinónimo de éxito. Twitter, al igual que Facebook, se encuentra enfrascada en un dilema: tras años negando cualquier responsabilidad sobre la vida pública, los políticos y los votantes le exigen mayor interés en el fomento de un "debate saludable".
De lo contrario los inversores, como Citron, pueden huir, y las regulaciones, como las que aspiran a introducir numerosos legisladores, convertirse en una realidad.
Imagen: Richard Drew/AP