El juicio a La Manada, el grupo de cinco hombres al que acusa de violar a una mujer en un portal de Pamplona durante las fiestas de San Fermín, ha vuelto a colocar en la agenda mediática términos como "violación" y "consentimiento", no siempre bien asimilados por una parte de la opinión pública.
Un punto esencial para la defensa va a ser intentar demostrar que la víctima no fue tal. Como ha señalado el abogado de La Manada a los medios, la chica nunca dijo "no". Es justamente ese enfoque lo erróneo y lo que, lamentablemente, buena parte de la sociedad sigue confundiendo: la idea de que "consentimiento" es la "ausencia de no" o "ausencia de resistencia activa", y que por tanto las acusaciones de violación, a menudo, no son más que vendettas.
En este contexto, es casi natural que haya surgido una aplicación llamada "iSex" y que aspira a convertirse en el referente del "consentimiento" entre adultos a la hora de practicar sexo. Como explica su autor, José Luis Sariego, en la tienda de Google, "permite enviar, recibir, almacenar y exportar el consentimiento mutuo antes de una relación sexual". Es decir, es un registro de los "permisos" o "consentimientos" firmados por los adultos.
ISex una aplicación para evitar #denunciasfalsas #EXISTEN https://t.co/b3JooIlHuE
— jose luis sariego (@joseluissariego) 16 de noviembre de 2017
Según iSex, los consentimientos se intercambian "a través de Bluetooth", al tiempo que permite enviar consentimientos individuales "a otra persona que no disponga de la app". La idea es emular el modelo de firma digital de la administración pero aplicado al sexo. De este modo, por tanto, se acabarían los problemas: si alguien ha enviado y firmado su consentimiento, pase lo que pase después nadie puede ver una "violación".
Lo extravagante del caso y el delicado contexto mediático en el que ha salido a la luz ha provocado que rápidamente se haya generado un importante ruido. Y que haya puesto de manifiesto algo más preocupante que el mero diseño de una app condenada al olvido: nuestra carencia absoluta en materia de educación sexual.
El consentimiento no es un contrato
Parte del problema de iSex surge de su propia naturaleza: el consentimiento no es un papel donde se firma, al modo de un contrato, las condiciones en las que una pareja puede o no puede tener sexo. Al margen del espíritu con el que haya sido diseñado por su creador, iSex sirve fundamentalmente a un propósito práctico: asegurar que un hombre cualquiera pueda ampararse en la firma del "consentimiento" por su víctima para negar cualquier tipo de forzamiento o violación.
A RAÍZ DE LA INFAME APP DEL CONSENTIMIENTO SEXUAL:
— Margot Mignard, Watermelon girl 🍉 (@margot_mignard) 16 de noviembre de 2017
1. Un encuentro erótico no es una transacción mercantil. Es eso, un encuentro que parte del deseo de las personas que participan en él.
Lástima que el abuso sexual no funcione así. El consenso y el consentimiento en torno al acto sexual varían, y decir "sí" en un determinado momento, o no decir "no", no implica que la otra persona tenga un papel en blanco sobre el que verter toda la tinta que desee. ¿Qué sucede si hay un "consentimiento firmado" pero la mujer, en pleno acto sexual, decide que no quiere continuar haciéndolo? ¿Cómo debemos definir al hombre que, pese a que la mujer se niega en la cama, decide seguir adelante?
El ejemplo más evidente de la lógica rota de iSex son las violaciones en pareja: son múltiples y muy variados los testimonios de mujeres que recuerdan haber sido violadas por sus propios novios o maridos. ¿Y cómo puede ser esto? En este vídeo ficcionado explican a las mil maravillas situaciones en las que un hombre puede violar a su pareja, al margen de cuánto tiempo lleven juntos:
La cuestión de fondo es muy simple: cada uno, cada mujer, tiene derecho a parar el acto sexual cuando y como quiera, y lo puede hacer en sus términos. El consentimiento no es una afirmación rígida que define los términos contractuales de una relación, sino una cuestión fluida, variable, que atiende a muchas razones distintas y que puede desaparecer en cualquier momento. Del mismo modo que "no es no", "la ausencia de no no es sí".
Y del mismo modo que las relaciones íntimas entre dos personas no pueden definirse ni acotarse por un trivial consentimiento puntual previo, los "noes" al acto sexual, como se explica en este hilo, son muy variados y pueden significar cosas distintas. En última instancia, el "consentimiento" es una construcción física y psicológica entre dos personas, una construcción que no siempre se verbaliza pero que atiende a estados de ánimo, lenguaje corporal, tacto y, claro, dinámicas de poder.
Y sobre esto no estamos educados.
Quizá nadie haya explicado con tal claridad qué significa "consentimiento" como Everyday Feminism, en un muy didáctico cómic (en inglés) donde se exponen las razones anteriores. iSex representa todo lo contrario e falla en el ABC de lo que sabemos sobre el "consentimiento": no es un contrato, no es un canal rígido, no es un mero "sí, quiero". Ni contribuye a educarnos en relaciones sexuales más saludables ni es lo que el feminismo reclama. Y lo más importante de todo: no sólo disminuye el riesgo de violación, sino que dota de coartadas legales al violador.