Una de las grandes cuestiones a resolver sobre la epidemia es su letalidad. ¿Cuánta gente está muriendo? El colapso de los registros y la imposibilidad de identificar a todos los contagiados ha provocado que las cifras de mortalidad de los países funcionen tan sólo como estimacione. El verdadero alcance lo conoceremos cuando se publiquen los datos totales de mortandad.
E Italia ya ha dado el primer paso.
Un 84% más. El instituto italiano de estadística acaba de publicar un informe (PDF) sobre el número de muertes registrado en cada provincia durante el mes de marzo. El resultado: hubo un exceso de 25.000 muertes sobre la media anual, un 49% más. De todas ellas, tan sólo 13.000 fueron atribuidas al coronavirus. Es decir, la contabilidad oficial habría dejado fuera a 11.000 fallecidos (un 84% más) por encima de la serie histórica.
No todas esas muertes se deben al covid. Es probable que muchas surjan de otras patologías no tratadas fruto del colapso hospitalario.
¿Qué significa? Que todos los países tienen puntos ciegos en su contabilidad. Cuando leemos la cifra de muertos en cada estado (29.000 en Italia, 25.000 en España) es factible asumir que el número real de fallecidos es un tercio superior a la serie histórica. Sucede también en España, aunque las estadísticas son más opacas. Aquellas comunidades que sí las han publicado, como Castilla y León, registran cifras igual de dispares.
Variaciones. En Italia hay una profunda brecha norte-sur. En marzo, las regiones septentrionales dispararon su mortalidad un 94%. El Mezzogiorno, apenas un 2%. Lombardía fue la más afectada (un 186% al alza), seguida por Emilia-Romagna (70%) y Trentino (65%). Otras registraron incluso menos fallecidos que en los años anteriores: Sicilia (-2,7%), Basilicata (-7%) y o la muy populosa Campagnia (-1,9%).
Cifras opacas. Era algo que investigaciones previas ya intuían. No es exclusivo de Italia. Países como Francia o Reino Unido se han visto obligados a actualizar su saldo de muertos al haber ignorado a miles de enfermos en las residencias de ancianos. Sólo unos pocos países están siendo generosos en su contabilidad. Un caso es Bélgica, cuyo protocolo sí incluye a fallecidos sintomáticos pero no diagnosticados.
Su tasa de decesos por habitante es la más alta del mundo.
Cuadro general. Herramientas como MoMo ofrecen una ventana al impacto de la epidemia, siempre estimado y a falta de cifras oficiales. El País calcula que España acumula unos 8.000 fallecidos más de lo habitual sin identificar (más de la mitad en Madrid, cuya mortalidad superaría el 186% de su media). Sobre varios países, el New York Times estima unas 46.000 muertes por encima de la serie histórica no atribuidas al virus.
Es evidente que todos los países están infraestimando el alcance de la pandemia. Italia acaba de ofrecer una pista de hasta qué punto.
Imagen: Carlo Cozzoli/IPA
