Sabido es por todos que Japón, en su extravagante pero tierna mezcolanza de su cultura ancestral y las obsesiones más siniestras de Occidente, representa una civilización superior. Hay suficientes evidencias al respecto, más de las necesarias. Sin embargo, el país se empeña sistemáticamente en probarlo al resto del mundo. Y ahora, lo hace a través de sus muebles.
No al modo sueco, es decir, a través de la conquista del mercado universal, sino al modo 100% japonés: con gatos. Porque la última tendencia de Japón, más allá de adorar el musgo, es comprar todo un set de muebles para tu mascota favorita. Sofás de último diseño, elegantes camas para el descanso, mesillas donde reposar el té y pequeñas cómodas y armarios para hacer de su espacio el hogar que desearías para ti mismo.
La historia detrás de la nueva línea de mobiliario gatuno es bastante interesante, además. A la perenne crisis económica de Japón le acompañó la caída de de muchas industrias tradicionales, como la mobiliaria largamente instalada en la prefectura de Fukuoka. Si en su momento de esplendor contaba con más de 150 fábricas destinadas al negocio del mueble, hoy, en plenas vacas flacas, el número es sensiblemente inferior.
¿Idea para levantarla? Muebles para gatos, algo a lo que ningún japonés (ni humano corriente) podría resistirse. La empresa detrás del proyecto es Okawa Kagu y ha ganado cierta proyección viral por los indudables atributos cuquis de sus invenciones. Su idea, sin embargo, es muy encomiable: Okawa Kagu quiere resucitar parte del tejido industrial perdido de la región fabricando muebles con artesanos locales, de la más alta calidad, para su posterior exportación y venta.
El proyecto se asemeja a tantos otros en zonas económicas deprimidas: si la industria no va a volver y el mundo está plagado de proyectos clónicos a bajo precio, paga valor añadido. Vende producto local, hecho con mimo, a mano, que sea original y que por su compra adquieras algo más que el objeto en sí.
Y el resultado es excelente. En su página web (en japonés) se puede acceder a su escueto catálogo (de momento sólo hay dos estancias), donde además podremos observar a dos elegantes modelos gatunos pasear por los muebles y utilizarlos a su antojo. No es algo a lo que el capitalismo contemporáneo sea ajeno: Ikea ya ha experimentado con anterioridad con sets de muebles para mascotas de todo tipo, desde perros hasta loros, y puede ser una interesante tendencia a futuro.
Podemos entender por qué: los muebles son pequeños, ergo mucho más baratos que los nuestros, y en casas grandes permiten no sólo ofrecer un espacio propio a los animales, sino hacerlo con un diseño que no rompa la estética decorativa del hogar. La mayor parte de objetos para mascotas son feos y rompen con la dinámica estética de las casas. Los muebles del futuro ya no. Y Japón, como siempre dos pasos por delante de todos, ya se ha puesto manos a la obra.