Cuando Nicolas Sarkozy propuso "refundar el capitalismo" pocos países podían sospechar que el capitalismo terminaría refundándoles a ellos. Corría septiembre de 2008 y Lehmann Brothers se había despeñado por el abismo de la historia. Trece años después de aquel cómico planteamiento, pocos estados europeos pueden presumir de ser más ricos que entonces. Unos pocos son hasta un poquito más pobres.
Es la larga década perdida de la economía continental.
El gráfico. Lo ilustra este artículo de Bloomberg. En él se compara el PIB de las cuatro grandes economías de la Unión Europea más Grecia a la altura del año 2000 y su evolución hasta nuestros días. A ninguna le ha ido especialmente bien, en especial de 2008 en adelante. A la altura de 2013, España había recuperado todo el terreno ganado entre el 2000 y 2007, mientras que la curva de crecimiento de Francia y Alemania se había aplanado. En 2020, todas cayeron de nuevo.
Pero la palma se la llevan Grecia e Italia.
Many European economies have experienced an effective lost decade - rife w/ economic malaise, unemployment, and declining living standards. The Italian and Greek economies are smaller than before they joined the Union. pic.twitter.com/lcCxplhyRl
— Frank_van_Lerven (@FrankMacroecon) September 20, 2021
Para atrás. La economía transalpina, siempre menos dinámica, nunca se recuperó de la recesión de 2008. Se ha mantenido en un nivel similar (PIB) hasta 2020, cuando ha caído por debajo de sus niveles de 2000. Qué decir de Grecia, cuya historia es bien conocida: el país creció a un ritmo vertiginoso, similar al de España, hasta 2008, cuando se desplomó muy por debajo de sus niveles del cambio del milenio. Jamás se ha recuperado. Hoy su PIB es sensiblemente inferior al de hace dos décadas.
Dos décadas tiradas a la basura.
La casilla de salida. Conviene recordar que el PIB es útil para medir el rendimiento económico de un país pero no tanto para explicar los cambios en la riqueza relativa de los ciudadanos de un país. Con todo, el retroceso en la calidad de vida de los ciudadanos griegos, italianos y españoles es innegable: los salarios se han estancado cuando no han retrocedido; el paro, muy especialmente el juvenil, se ha disparado en todo el Mediterráneo; y la deuda sólo se ha reducido a duras penas. Con menos servicios públicos y oportunidades laborales, viven peor que en 2008.
O en el mejor de los casos (España), igual.
Escepticismo. ¿Qué sucedió? Una mezcla de diseño estructural fallido y de soluciones hoy denostadas. La austeridad y los recortes, útiles conteniendo el gasto y disciplinando fiscalmente a los países del sur de Europa, coartaron su crecimiento. Y generaron resistencias: si Italia es el gran país más euroescéptico no se debe a su cultura política, como Reino Unido, sino a la generalizada sensación de que el experimento europeo les ha fallado. Similares palabras se pueden escribir sobre Grecia.
Es una lección que gran parte de Europa y de los poderes económicos han aprendido. Hoy y sumergidos en otra crisis económica, fondos de inversión como BlackRock observan "extraordinarias oportunidades" en el crecimiento de los países mediterráneos si se opta por políticas de inversión, no de austeridad. La respuesta de una UE liderada por Alemania a la crisis del coronavirus ha sido un paquete de estímulos de €800.000 millones, de los cuales el 47% (379.000 millones) irá para el sur.
¿Es recuperable? Para Grecia e Italia, y en menor medida para España, la gran pregunta inmediata pasa por una hipótesis: ¿se puede salir del estancamiento? Algunos países lo han conseguido. Las políticas de gasto consensuadas hoy, en contraposición a 2008-2012, abren un escenario de crecimiento entonces imposible de imaginar. Otros, como Japón, viven en un letargo continuo desde que otra crisis financiera (burbuja inmobiliaria incluida) se les llevara por delante. El futuro dirá. Por el momento, el sur de Europa puede mirar atrás y contemplar lo perdido.
Imagen: Giannis Papanikos/AP