El cultivo de opio cotiza al alza en la India. La perenne demanda internacional de opiáceos ha motivado que numerosos agricultores locales encuentren un filón en la adormidera. Y con ellos los loros de los alrededores. Enganchados sin remedio al opio, están causando pavor en los campos de producción de Madhya Pradesh, en el corazón geográfico del país. Tanto que han comenzado a tomar medidas.
¿Cómo? Presa de su fatal adicción, los loros han desarrolldo una panoplia de estrategias para alcanzar su deseado opio. En ocasiones rascan el caparazón externo de los capullos una vez los granjeros los han despojado de sus tallos. Al hacerlo, la amapola libera un líquido repleto de sustancias narcóticas (morfina y codeina, en especial). Otras veces cortan el tallo ellos mismos, destrozando los caparazones en lo alto de los árboles.
¿Por qué? Por el mismo motivo por el que millones de humanos se enganchan a los opiáceos: los efectos son inmediatos, fuertes y extremadamente adictivos. Al parecer, el opio funciona entre los loros como la cafeína o la teína entre las personas. Es un chute rápido e intenso. De ahí que el volumen de ataques y raids en los campos de cultivo, según los agricultores, se haya incrementado.
Guerras del opio. Para los granjeros locales es un problema. A menudo, el cultivo ilícito de opio representa sus únicos ingresos. La India ha pasado de tener alrededor de 12.000 hectáreas dedicada a la adormidera a unas 44.000 (las cifras son siempre estimativas). Un capullo puede contener hasta 25 gramos de opio, y los loros son muy avariciosos, llegando a reventar una media de treinta o cuarenta al día. Cada uno.
Como es obvio, afecta a la producción. Han tomado medidas. Patrullan los campos, colocan espantapájaros y encienden fuegos.
La locura. No es la primera vez que sucede. Diversos medios locales informaron de fenómenos similares el año pasado y en 2015. En todas las ocasiones los relatos eran similares: los loros, totalmente colocados de opiáceos, exhibían comportamientos erráticos, volaban sin criterio y terminaban estrellándose contra algún árbol cercano. En cuanto se recuperaban, regresaban a por más.
Amapola rentable. La India se encuentra a mitad de camino entre el Creciente Dorado y el Triángulo Dorado, las dos mayores regiones productoras de opiáceos. De ahí la repentina resurrección de la adormidera en el país. Con todo, queda muy lejos del auténtico vivero mundial de opio, Afganistán, con más de 200.000 hectáreas dedicadas a la flor. Visto lo visto, un potencial parque temático para loros.
Imagen: Imran Shah