Han sido momentos muy malos para la hostelería, y los meses que viene tampoco van a estar mucho mejor. La pandemia está forzando a millones de establecimientos de todo el mundo a limitar su aforo un 30, un 50, un 70%, dependiendo de la legislación y el estado de la propagación del virus en cada región. Las previsiones apuntan a que nos queda un año largo así.
En ese contexto es lógico que muchos de estos espacios, a los que se les ha obligado a garantizar que exista dentro de ellos una distancia social y a pagar de su bolsillo esas medidas de protección, hayan decidido ponerse creativos con su aplicación, tanto para hacerlo más divertido para sus clientes como para, con suerte, llamar la atención y atraer publicidad.
El más recurrido de todos estos trucos está siendo el de colocar maniquíes que faciliten una ocupación 1:1. Es decir, un humano:un pedazo de monigote de trapo o de plástico que de alguna forma nos recuerde la deshumanización inherente a la época Covid-19. Aquí el Inn at Little Washington, un restaurante con tres estrellas Michelin en Virginia, ha optado por que los figurines se vistan acorde al resto de su propuesta decorativa.
Misma idea han tenido en cientos de lugares, como por ejemplo en esta caferería de Essen, Alemania.
Display mannequins are placed between customers at the Cafe Livres in Essen, Germany. The cafe set the dolls as placeholders in various places for more distance between customers due to the new coronavirus orders for restaurants and cafes
— Pixiedust (@PixiedustJtT) May 22, 2020
Credit: AP Photo/Martin Meissner pic.twitter.com/85ekpsFBRA
Si el vídeo de esta librería de Turquía no te produce una profunda incomodidad social, nada lo hará.
VIDEO: A Turkish restaurant chain has set up mannequins on every other table in its different branches to enforce social distancing. Some lockdown measures taken to limit the spread of the coronavirus, such as the closure of restaurants and cafes, were lifted this week pic.twitter.com/iNEKrVz4vC
— AFP News Agency (@AFP) June 5, 2020
Una trattoria en Michigan ha optado por los fantasmas. Una idea doblemente arriesgada, dado que la razón por la que se nos ha obligado a tomar estas medidas es para prevenir que mueran personas (y se conviertan en espectros) y porque en Estados Unidos no es el mejor momento para poner a falsos muñecos cubiertos por una tela blanca.
En Greenville, South Carolina, los dueños de The Open Hearth se lo han tomado aún con más cachondeo y han vestido a un puñado de muñecos hinchables (si vieses el precio de los maniquíes tú también pensarías en optar por este camino).
(Exacto, es como mirar al abismo y que este te devuelva la mirada).
A South Carolina restaurant is using dressed-up blow up dolls to fill empty tables as people maintain safe social distancing. https://t.co/lEgtsi9Ycn pic.twitter.com/ZhPREsM8XG
— NBC DFW (@NBCDFW) May 14, 2020
Aunque si creías que podía ser incómodo sentarte rodeado de figuras sexuales, buena suerte con lo que sientas al consumir frente a un cartón impreso de una foto de stock en Bumi Aki, en Jakarta.
Ante escenas así qué decir.
El Five Dock Dining de Australia se ha inventado un sistema para que sus clientes no se sientan solos (por eso de la distancia social): han ubicado personas recortadas en papel pluma y los han sentado en las mesas.
— Xavi Gassó (@XaviGasso) May 18, 2020
Bueno.
Es una posibilidad.https://t.co/PXsaVRcVuC pic.twitter.com/5JAPyMFCLy
Oh, sí, Japón.
Por supuesto que Japón.
WATCH: A cheerleader-themed cafe is uplifting visitors with its fancy-dress mannequins pic.twitter.com/x0KPaAOpfx
— Reuters (@Reuters) June 13, 2020
El Bar-B-Q Plaza de Bangkok ha optado por una solución no del todo mala, ocupar transitoriamente las plazas con figuras de cartón con la mascota de su comercio. Barato, refuerzo de la marca, menos incómodo que la penetrante mirada de un humanoide sin alma.
Los tailandeses también parecen haber dado con la clave: si te faltan humanos, mete pandas de peluche.
This restaurant in Thailand is providing lonely diners company by seating stuffed pandas at tables pic.twitter.com/uVmkd1cOtH
— Reuters (@Reuters) May 14, 2020
También otros establecimientos han optado por cortar el flujo humano por el otro lado, el de los trabajadores. El Royal Palace de Países Bajos cree que no hace falta limpiar las mesas... Porque los clientes ya ayudarán a este aséptico autómata ahorrándose a los camareros.
En este otro restaurante de Amsterdam han optado por ir un paso más allá y meternos directamente en mini cuarentenas de a dos y de a cuatro, pequeñas casas-invernadero que hagan imposible que tú y tus compañeros entréis en contacto con otros clientes mientras los camareros te sirven a su vez con guantes y mamparas faciales.
Más barata, más práctica, más ridícula es la solución de un diseñador de París, una suerte de súper cascos protectores de los que no te podrás salir.
Es decir, estos podríais ser tu amigo y tú los jueves a partir de ahora.
¿Funcionará? Plex’Eat, cápsulas protectoras para guardar distancia en restaurantes https://t.co/CP0P26PDxy #CocinaYVino #COVID19 pic.twitter.com/UDpVbNDeA6
— Cocina y vino (@CocinayVino) June 12, 2020
Ahora que se viene la temporada de turismo veraniego y muchos están de buen humor, en un resort de Maryland han considerado que lo más conveniente es que sus clientes vayan por ahí con un flotador gigante que marque las distancias.
This restaurant in Maryland intends to use bumper tables to keep customers six feet apart once it begins to take seated diners. pic.twitter.com/ReCLbzcowF
— CBS News (@CBSNews) May 18, 2020
Pero no importa. Nada, absolutamente nada ha sido peor que la propuesta alemana de tomar copas con unos churros de piscina en la cabeza, ayudándonos a mantenernos a nosotros mismos a más de dos metros de distancia de nuestra propia dignidad. Un límite que ni en nuestros peores momentos como sociedad deberíamos plantearnos traspasar.