Trabajar ocupa un tercio del tiempo en la vida de cualquier ser humano. De ahí que sus experiencias en el puesto de trabajo determinen, en gran medida, la forma en la que ve el mundo. Esto es particularmente cierto si nos fijamos en las desigualdades de género: las mujeres perciben sus relaciones laborales dentro de su empresa de forma distinta a los hombres. Y muy a menudo, de forma más suspicaz.
El informe. Lo ilustra un estudio elaborado por Edelman sobre el grado de confianza pública hacia las instituciones que gobiernan el mundo. La encuesta recaba las percepciones de más de 33.000 personas de diversos países. Y hay un patrón común: las mujeres tienden a fiarse menos de sus superiores (el 56%) que los hombres (61%). La empresa es una institución menos segura a ojos de ellas que de ellos.
Datos. Las experiencias laborales de hombres y mujeres moldean el modo en el que juzgan a sus empleadores. En países como Estados Unidos o Alemania la confianza femenina en el arco empresarial se desploma al 47% o al 40%. Y resulta paradójico. En general, las empresas gozan de mayor reputación pública que los gobiernos o los medios de comunicación, pero la brecha de confianza más grande entre hombres y mujeres se da en este sector (53% ellas, 60% ellos).
¿Por qué? Hay varios motivos. Por ejemplo: tan sólo el 59% de las encuestadas creen que su empleador satisface sus necesidades salariales o profesionales (por el 64% de los hombres). Y sólo una escueta mayoría del 55% cree que tiene un rol importante dentro de la cadena de decisiones de su empresa (frente al 60% de ellos). Es decir, las mujeres se ven más apartadas y peor valoradas en su trabajo.
Cero sorpresas. Nada que pueda resultar impactante. La brecha salarial se ha reducido a pasos agigantados durante las últimas décadas, pero sigue quedando a unos 202 años de cerrarse. Las mujeres sufren mayores tasas de precariedad y desempleo, y también se ocupan de extensas áreas de trabajo no remunerado. La desigualdad laboral por género sigue estando demasiado determinada por la maternidad. Y acceder a los puestos de poder sigue siendo una tarea ardua.
Cuestionadas por ello, por cierto, las encuestadas miran a sus jefes: el 68% de ellas (seis puntos más que los hombres) creen que pueden tener un rol importante solucionando las desigualdades.
Y el acoso. Sucede algo similar con el acoso y abuso sexual. El 49% de las ellas encuestadas creen que los CEOs deben afrontar tales problemas de forma franca y directa (frente al 44% de ellos). Las culturas corporativas tienden a barrer el problema debajo de la alfombra, se trate de Google o Wall Street, e incluso denunciar los casos puede tener consecuencias negativas en las carreras profesionales de muchas mujeres.
De ahí que una parte de ellas siga sin tener confianza en sus jefes o empresas.
Imagen: Cristina Morillo/Pexels