Los habitantes en la mitad septentrional de la península, en especial aquellos asentados en las regiones más altas, habrán percibido durante los últimos días una perturbación climática. Un frío agudo. Unas copiosas nevadas. Lejos de la normalidad con la que algunos de los municipios más acostumbrados a los rigores del invierno podrían interpretar la nieve, se trata de una situación excepcional. España está a las puertas de un temporal histórico que teñirá la península de blanco.
La situación. Lo adelantan diversos modelos recogidos por divulgadores meteorológicos como @EnMet3 y @pablofcmet: el centro peninsular podría ser testigo de abundantes precipitaciones en forma de nieve, tan abundantes como para depositar 15 centímetros de espesor en la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha o el Valle del Ebro. Las previsiones más aventuradas estiman hasta 30 centímetros de nieve en regiones tradicionalmente ajenas a ella. Por su extensión y severidad, bien podría tratarse de la nevada de nuestras vidas.
Nueva actualización del EPS: Aumenta la media del espesor de nieve en muchos puntos, con 15 cm extendiéndose a toda la CAM, E de CLM y V. del Ebro. Con estos mapas (y las debidas precauciones), estaríamos hablando de la mayor nevada en décadas. pic.twitter.com/fhykfv2lHS
— Pablo Fernández (@pablofcmet) January 5, 2021
El interior. El precedente más inmediato, al menos para Madrid y otros puntos de España más meridionales y a menor altitud, es 2009. La nevada colapsó los principales puntos de acceso a la ciudad y dejó inoperativo el aeropuerto de Barajas. Es incierto hasta qué punto el temporal de este año superará al de entonces en la capital. Sí parece probable que puntos distantes de la geografía peninsular, como las sierras de Cuenca, Teruel y Guadalajara, queden cubiertas por un grueso manto de nieve.
El Valle del Ebro también podría repetir las inéditas escenas de 2009.
¿Por qué? Este artículo de Meteored ofrece una explicación. Durante los últimos días se han acumulado vientos muy fríos, provenientes de latitudes altas, en la cornisa cantábrica y en la mitad norte de la península. Al desplome de las temperaturas le han acompañado puntuales nevadas en las regiones septentrionales del país. La cuestión es que la ola de frío, aún no definida como tal por AEMET, ha prolongado el descenso extraordinario de las temperaturas en casi toda España.
Y en estas circunstancias, la entrada de una borrasca atlántica proveniente del sur, muy cargada de humedad, ha generado las circunstancias idóneas para que la nieve adorne la semana de Reyes. En sus palabras:
En los próximos días se producirá un cambio de tiempo por la llegada de borrascas atlánticas de latitudes más bajas cargadas de humedad y aire más suave que van a interaccionar con el aire frío preexistente peninsular y una borrasca de tipo polar que nos lleva afectando durante días. Además, el Mediterráneo podría ayudar con aporte de aire suave y cargado de más humedad. Estas son las causas fundamentales: ingredientes perfectos, en el lugar perfecto y en el momento perfecto y prolongado.
Mucho frío. La clave en este proceso ha sido el frío, muy palpable para la mayoría del interior peninsular. Al punto de la mañana de hoy buena parte de la Sierra Celtibérica y de la meseta norte se encontraba muy por debajo de los 0º C, con la mayoría de España, descontando Andalucía, por debajo de los 5º C. Pueblos como Zafrilla, en los confines remotos de la Serranía de Cuenca, han rozado al amanecer los -20º C. La mezcla de frío, borrascas y altitud anticipa una nevada como ninguna otra.
Tanto en lo histórico como en lo comparativo.
Sí sales ahora abrígate con 🧦🥾🧥🧢 por 🥶🥶🥶🥶❄️Temperaturas gélidas pic.twitter.com/8regzAuiWJ
— RAM Revista del Aficionado a la Meteorología (@RAM_meteo) January 5, 2021
La comparación. Si bien el desplome de las temperaturas no es excepcional en relación al resto del continente, la llegada de la nieve sí lo es. Si las previsiones se cumplen, España podría ser depositaria de las mayores nevadas de Europa durante los próximos cuatro días, en el punto álgido del invierno. Este mapa es ilustrativo: ni siquiera las latitudes más altas de la península escandinava ni los rincones más inaccesibles de los Alpes recibirán tantas precipitaciones como el interior peninsular.
El contexto. Naturalmente, hablamos del tiempo. Es invierno. Hace frío y nieva. Pero no siempre lo hace del mismo modo. La peculiar posición geográfica de España provoca que algunas nevadas sean especialmente memorables. Lo fue la histórica de 1904 en Madrid, con espesores de hasta 150 centímetros y estampas similares a las de Estocolmo, así como la de 1996 en el Sistema Central o la de 1926 en el Mediterráneo.
En tiempos recientes y alejándonos de España, la "bestia del este" de 2018 deparó imágenes inolvidables en Roma o Ronda, bañadas por la nieve. Un proceso que es paralelo a otro bien conocido y que hará de cada temporal de nieve cada vez un hecho más inolvidable: el progresivo calentamiento del invierno europeo, con temperaturas medias más altas distribuidas desde las semanas finales del otoño hasta marzo. También por eso cada gran nevada podrá ser la nevada de nuestras vidas.
Imagen: Álvaro Barrientos/GTRES