Facebook ha logrado levantar un imperio tecnológico partiendo de una premisa simple: a cambio de tu información, nosotros te ofreceremos publicidad. La idea no es revolucionaria exclusiva de la plataforma. Sus consecuencias, a menudo, sí parecen serlo. Una nueva investigación de Los Angeles Times ilustra cómo Facebook sigue distribuyendo propaganda neonazi dentro de la red social.
¿Cómo? Mediante un sencillo mecanismo. Los Angeles Times invirtió 25$ en una serie de anuncios destinados a usuarios cuyos intereses oscilaran entre "Joseph Mengele", "Heinrich Himmler" o grupos de metal extremo nacionalsocialista. Logró un éxito inmediato: más de 4.000 personas fueron alcanzadas por la campaña en apenas 24 horas. Todas ellas relacionadas de un modo u otro con círculos nazis.
¿Es nuevo? No, ese es el problema. Un grupo de investigadores de ProPublica reveló hace dos años cómo Facebook permitía de forma inconsciente la distribución de propaganda neonazi a través de las herramientas publicitarias de la plataforma. En noviembre, otra investigación de The Intercept ilustraba que la compañía no había atajado (o aún no era consciente) del fenómeno.
¿Qué dice FB? Cuestionado por Los Angeles Times, un portavoz de Facebook explicó lo siguiente:
La mayoría de estas opciones de segmentación van en contra de nuestra política, y deberían haber sido descubiertas y eliminadas antes. Pese a que estamos trabajando para mejorar nuestras opciones de segmentación, claramente necesitamos hacer más, por lo que vamos a ampliar el enfoque de nuestras políticas y de nuestros métodos de detección.
Facebook también ha explicado que, si bien es posible "segmentar" a determinados usuarios por su abierta negación del Holocausto o por su discurso antisemita, una empresa de claro carácter neonazi lo hubiera tenido más complejo para distribuir publicidad de forma específica. Los Angeles Times, un periódico de prestigio, logró pasar bajo el filtro de la empresa.
¿Por qué? La cuestión de fondo es otra: la excesiva automatización de la publicidad en Facebook. Por un lado, representa un vivero económico para la compañía, dado que permite a los anunciantes acceder a sus objetivos demográficos de forma rápida, directa y barata. Por otro, permite la proliferación de información falsa y la proyección de discursos del odio en pequeñas comunidades extremistas.
La historia. Esto tampoco es nuevo. Fue la piedra angular de la efectiva campaña de Donald J. Trump en Facebook, y uno de los motivos por los que las noticias falsas superaron en alcance y relevancia a las verdaderas durante las elecciones estadounidenses de 2016. Un año después del escándalo de Cambridge Analytica, Facebook sigue sin haber arreglado uno de sus principales problemas.
¿Censura? El protagonismo de neonazis en esta historia es también irónico. Hace cuatro años, un artista alemán quiso denunciar las políticas de "contenido sensible" de la compañía. La distribución de material erótico (o de pezones femeninos) estaba vetada. Ahora bien, ¿qué pasaba si se tapaban los pechos de una mujer con sendas esvásticas? Que la publicación podía distribuirse sin problemas.
Imagen: Thought Catalog/Unsplash