Una mujer sola y borracha suelta por Madrid en pleno día a la que varios desconocidos intentan animar para que se vaya con ellos. La mujer es una actriz fingiendo su condición. Los hombres, no. Es la base del "experimento social" del Insituto Neurosalus que lleva más de 2.750.000 visitas en Youtube y que pretendía mostrar los peligros del alcohol.
¿Del alcohol? Mantener relaciones sexuales con alguien en tal estado de embriaguez que no pueda dar su consentimiento es un delito en nuestro país. Lo que pone de manifiesto el vídeo no es sólo "una conducta humana", sino algo que podría acabar con varios de los hombres ante un juez si siguiesen por ese camino. Pero, ¿dónde está el límite de ese consentimiento?
Lo que dice la ley
El Código Penal establece como abuso sexual cualquier acto -desde tocamientos hasta quitar la ropa, etcétera- que atente "contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona" sin violencia o intimidación, pero sin consentimiento. Penado con hasta tres años de cárcel. O hasta 10 años, si hablamos de penetración. El artículo 181.1 establece, para empezar, que "no" siempre significa "no" (y, ya que estamos, decir que "sí" y luego decir que "no" significa que a partir de ese no también es delito: el consentimiento puede retirarse). Pero lo que nos atañe está en el siguiente punto:
181.2 A los efectos del apartado anterior, se consideran abusos sexuales no consentidos los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuyo trastorno mental se abusare, así como los que se cometan anulando la voluntad de la víctima mediante el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o química idónea a tal efecto.
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Que no poder decir que no -o que sí- también significa "no". Aquí se incluye el alcohol, incluso si es por consumo voluntario, como en el hipotético caso del vídeo. Beber hasta caer inconsciente no implica que quieras sexo. Al contrario, implica que no puedes mantener relaciones consentidas. Incluso aunque previamente haya habido flirteo o lo que quieras. Punto. Si la otra parte decide que sí, que alguien noqueado por el alcohol o por otras sustancias ha de querer mambo, está cometiendo un delito.
Las posibles interpretaciones
Ahí la ley no admite excepciones. Pero, ¿en el caso del vídeo? Es complicado. La mayor dificultad está en demostrar que la embriaguez llegue hasta tal punto que anule el consentimiento. Y aquí el escueto artículo 181.2 no ayuda, porque no define exactamente dónde están los límites.
Es algo que el Tribunal Supremo recoge en varias de sus sentencias: "con respecto al consentimiento, sus condiciones para ser eficaz no están establecidas en la ley", salvo en el caso de estar inconsciente.
En ese caso, corresponde a los tribunales dirimir una serie de preguntas: ¿hasta qué punto está borracha una persona en la situación de la mujer del vídeo? ¿Es consciente de "las implicaciones y consecuencias" de sus actos? Ahí la jurisprudencia amplía la privación de sentido hasta la "pérdida o inhibición de las facultades" hasta el punto de "aquellos supuestos en los que existe una disminución apreciable e intensa" de dichas facultades, "quedando sin capacidad de decisión y de obrar según su voluntad (...) frente al abuso sexual".
En el caso del camarero, por ejemplo, su conducta en un caso real estaría muy cercana al abuso sexual en el momento en el que interviene el miembro del equipo para "rescatar" a la actriz. En el de los que se ofrecen a acompañarla y hacer que beba más, irían camino de ello si el objetivo es que esté completamente borracha para poder mantener relaciones sexuales con ella. Algo que tiene precedentes que apuntan a cárcel. En el caso enlazado, la víctima "se encontraba profundamente afectada por el alcohol, y que no tenía control ninguno de sus actos, sin posibilidad de percibir de forma adecuada lo que le ocurría y sin capacidad de reaccionar para consentir el contacto sexual".
Los límites
¿Significa esto que cualquier relación de noche con un par de copas puede acabar en los tribunales? No, ni mucho menos.
La realidad social nos muestra situaciones en donde pueden mantenerse relaciones sexuales con algún punto de embriaguez, sin anulación total de la capacidad de decisión o de la autodeterminación sexual, por lo que en estos casos la entrada del Derecho Penal debe ser muy cautelosa y siempre que exista prueba concluyente al respecto.
La cita forma parte de los fundamentos de derecho de una sentencia donde el Tribunal Supremo absuelve al acusado porque la acusación no pudo demostrar el estado de embriaguez necesario para que no se produjese el consentimiento. Y se une a una larga explicación de cómo en estos casos los jueces han de actuar con mucha precaución para que no se invierta la carga de la prueba: un acusado no tiene que demostrar su inocencia.
Los riesgos del alcohol
La prevalencia del alcohol en las agresiones sexuales es enorme: varios estudios al respecto señalan que el alcohol está presente en la mitad de los abusos sexuales, ya sea desde el lado del agresor o de la víctima. Y, ya directamente relacionado con lo que denuncia el vídeo, que existen factores culturales a erradicar, los llamados "mitos de la violación": la creencia de que una mujer que bebe es más promiscua. O que la falta de resistencia al abuso se debe porque la víctima "lo desea".
En el último estudio que enlazamos, se estudia la prevalencia de esos mitos y estereotipos en una de las poblaciones donde alcohol y abuso sexual están más relacionados: los estudiantes universitarios. El "experimento social" del Instituto Neurosalus muestra que, independientemente del género -los mitos de la violación no sólo justifican a la persona agresora, sino que también empujan a que la víctima no reconozca la agresión como tal-, parte de la sociedad todavía no es consciente de lo que nuestras leyes afirman más o menos: que cualquier acto de intención sexual no consentido es delito.
Sin embargo, son varias las asociaciones y entidades que están promoviendo un cambio sobre esa definición de consentimiento. Si el Tribunal Supremo afirmaba que son "los criterios sociales" los que definen ese límite, páginas como Villainesse y su campaña #mybodymyterms (#micuerpomiscondiciones) tratan de cambiar la percepción social sobre la violencia sexual. Y varias ONG se han pronunciado en el Reino Unido -donde la policía anunció hace unos meses que se tomarán las agresiones sexuales y violaciones "como si fuesen amenazas terroristas"- sobre la necesidad de cambiar la definición de consentimiento.