Tres años y medio después, Reino Unido ha culminado su salida de la Unión Europea. Un proceso que comenzó con un referéndum plagado de mentiras e informaciones falsas; que continuó entre crisis gubernamentales, elecciones y rupturas internas de los dos principales partidos; y que ha finalizado con un acuerdo de mínimos para sintetizar, de una vez por todas y tras numerosos retrasos, el Brexit.
¿Y ahora qué?
Once meses. Pese a que el 31 de enero pasará a la historia como el día en que Reino Unido abandonó formalmente la Unión Europea, su marco legal seguirá supeditado al comunitario durante los próximos once meses. Entre otras cosas, los británicos podrán:
- Circular con libertad por el interior del espacio comunitario.
- Vivir y trabajar en cualquier otro punto de Europa, así como los europeos podrán vivir y trabajar en Reino Unido.
- Comerciar con normalidad con el bloque continental, sin tasas ni aranceles.
¿Qué significa? Que virtualmente Reino Unido no percibirá las consecuencias de haber roto con Europa hasta 2021. Se trata de un periodo de transición pactado por ambas partes para que la brecha sea más suave, y las personas y las empresas puedan amoldarse progresivamente al futuro estado de las cosas. Una transición negociada con uñas y dientes en su momento.
Reino Unido, por ejemplo, deseaba recuperar el control de sus fronteras de forma inmediata. No será así. Sobre el papel, todo seguirá igual.
¿Y después? Es la pregunta del millón. 2021 sí supondrá un punto de no retorno. Reino Unido perderá acceso al mercado único y se desligará de la unión aduanera, lo que penalizará sus exportaciones al continente (aranceles) y pondrá trabas al movimiento de británicos (y europeos). En once meses, Boris Johnson aspira a negociar un tratado de comercio "rápido" para solventar estos obstáculos.
¿Es factible? No. Como los líderes europeos han subrayado una y otra vez, un tratado comercial tan ambicioso como el que probablemente terminen firmando Londres y Bruselas no se puede sintetizar en un año. El ejemplo de Canadá, al que aspira Reino Unido, lo evidencia: miles de páginas, acuerdos, protocolos y procedimientos relativos a todas las áreas comerciales negociados a lo largo de seis años.
Extensión. ¿Qué sucede si llegamos al 31 de diciembre de 2020 sin un acuerdo comercial, como parece altamente probable? Que ambas partes pueden extender el periodo de transición, cosa que Johnson rechaza de antemano... O un "no deal". Es decir, que ningún acuerdo regule las relaciones entre ambas partes, recurriendo a las de la Organización Mundial del Comercio.
Un muy mal escenario para Londres.
La relación. Hasta ahora, las negociaciones habían versado sobre "la salida" de Reino Unido. Ahora, tratarán sobre la relación tras el divorcio. Y hay espacio para la confrontación. Reino Unido desea recuperar el control de sus fronteras y de determinados aspectos de su legislación, al mismo tiempo que mantener una relación comercial preferente con sus ex-socios.
Igualdad. Los 27 lo ven de otro modo. Si Reino Unido quiere acceder al mercado único o a la unión aduanera, cuestiones beneficiosas para su economía, necesita "igualar" sus condiciones y su marco legal al resto del bloque. Es el "level playing field", es decir, que las leyes y las regulaciones británicas se amolden a las europeas de tal modo que no supongan una desventaja para el resto del continente. Un quid pro quo.
Concesiones conflictivas para un gobierno como el de Johnson, basado en "recuperar el control" y alejar la "injerencia europea". Dicho de otro modo: quedan once meses de duras y larguísimas negociaciones. El Brexit aún no ha terminado.
Imagen: Frank Augstein/AP