Una derecha demoledora catapultó a Ronda Rousey a la categoría de trending topic durante el fin de semana. El último golpe de un combo tremendo con el que Rousey derrotó por KO a la braseileña Bethe Correia en el evento de artes marciales mixtas UFC 190. En 34 segundos.
Rousey es a los deportes de contacto todo lo contrario que Floyd "Dinero" Mayweather para el boxeo: espectáculo, potencia y vía rápida. Una luchadora que empezó como medallista olímpica de judo, ha hecho sus pinitos en la lucha libre junto al mismísimo The Rock (tumbando a Triple H) y lleva un record de 12-0 en las artes marciales mixtas: Rousey es la primera celebridad total del puño cerrado, en cualquier variante.
Icono de la acción femenina
También porque Rousey va camino también de convertirse en una estrella del cine de acción. Ya lució sus habilidades en ese festín desecerebrado de pólvora y mamporro que era The Expendables 3, junto a una nómina que incluía el diccionario completo de la acción cazurra, desde Stallone hasta Statham...
...Pero en el que faltaba su colega The Rock. Así que también se dejó caer en la taquillerísima Furious 7 donde recreaba en una habitación de hotel una escena cualquiera de Godzilla, junto a Michelle Rodríguez.
Por si fuera poco, también ha ascendido a portada de un videojuego de la mayor editora de juegos deportivos del mundo, EA Sports (aunque de momento sólo en la versión móvil).
El último combate contra "Pitbull" Correia sólo ha servido para multiplicar su carisma y reputación, basada en una eficacia implacable: Rousey ha defendido dos veces en lo que va de año su título de peso gallo... Y le ha llevado menos de un minuto hacerlo: 14 segundos en febrero, y 34 segundos este fin de semana. Y todo porque no quería "un estilo de vida convencional".
Judoka precoz
Y con "convencional" también se refería al judo, el deporte con el que saltó a la fama en primer lugar. Rousey empezó a entrenar a los 11 años y con 17 se convirtió en la judoka más joven de los Juegos Olímpicos de Atenas. Cuatro años después ganaría una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín.
Para retirarse del judo al año siguiente, en busca de otro tipo de deporte de contacto: las artes marciales mixtas, combates en los que (casi) todo vale y en los que Rousey se ha convertido en una de sus grandes estrellas. Debutó en 2010 con otra victoria rápida, y se convirtió en la primera luchadora en firmar con la UFC, el campeonato más famoso de la paliza total.
La UFC hace tiempo que ha desplazado al boxeo como deporte de contacto rey: tiene sus propias estrellas, muñequitos, campeonatos pay-per-view... Y Rousey es una pieza clave: su fichaje abrió la popularidad de la variante femenina, en la que Rousey se ha labrado una carrera tan frenética como meteórica: menos de media hora de combates entre todas sus victorias: doce.
¿Derrotas? Cero. De esas victorias, todas menos una han sido en el primer asalto, y nueve de ellas gracias a sus inicios judokas: con presas y estrangulamientos. Rousey dedicó su último combate a Roddy "Rowdy" Piper ("El Gaitero", en los tiempos de Pressing Catch), del que ha heredado ese mote "Rowdy" ("Pendenciero/a") y que había fallecido un día antes.
Pero no es lo único que Rousey ha tomado de la lucha libre: el "trash talk", esas frases zahirientes en los días previos a los combates, llegó a la UFC femenina de la mano de Rousey, como una forma de dar más vida entre combates. Rousey ha declarado en varias ocasiones que lo hace como truco publicitario, un signo más de su inteligencia a la hora de llevar el estrellato.
Y la propia luchadora admitía que "nunca se sabe" si dejará algún día las artes marciales mixtas para dedicarse a esa mezcla de ballet, circo y puñetazos de mentira que es la WWE estadounidense. ¿Estamos ante el relevo de The Rock? Pregunta incorrecta: con tan sólo 28 años y cerca de cuatro millones de seguidores en Instagram, Rousey ya es el relevo de una generación de famosos del contacto. El primero femenino, eso sí.