El pasado 29 de noviembre Edinson Cavani, futbolista uruguayo enrolado en el Manchester United, hizo dos cosas. Primero anotó dos goles frente al Southampton, entregando una victoria crítica a su equipo. Y después respondió a la felicitación de un amigo "cercano" con un mensaje a la postre fatal para sus intereses: "Gracias, negrito". Aquella publicación, subida a sus stories de Instagram, le valdrían semanas después una sanción de tres partidos y una multa de 110.000€.
Por racismo.
La escalada. Lo que en origen tan sólo parecía un comentario bienintencionado se ha convertido en el enésimo culebrón sobre racismo informal e hipersensibilidad pública. El primer paso lo dio la federación inglesa (FA) hace cuatro días. El agradecimiento, a su juicio, era "insultante, abusivo e impropio", rompiendo las reglas federativas sobre buena conducta en la arena pública. Con un agravante, la "referencia", expresa o implícita, a la raza u origen étnico de la persona depositaria.
Respuesta. Tanto Cavani como el Manchester United aceptaron la sanción. El futbolista se limitó a disculparse en su perfil de Instagram, explicando lo siguiente: "Acepto la sanción por saberme ajeno a las costumbres idiomáticas inglesas, pero no la comparto (...) Pido disculpas si ofendí a alguien con una expresión de cariño hacia un amigo, nada más lejano en mi intención". El club, por su parte, también aceptó la sanción, contentándose con que la federación "dejara en claro que Cavani no es racista ni tuvo intención de ofender a nadie con la publicación".
Más arriba. Como cabría esperar, el episodio ha generado toda suerte de reacciones durante los últimos días. Algunos ex-compañeros de Cavani, como Ander Herrera, salieron en su defensa: "Si te sancionan por eso, el mundo se va a la mierda". José Luis Chilavert, portero paraguayo ya retirado, hizo lo propio de forma más punzante: "Se predica con el ejemplo", tuiteó sobre una imagen de Guillermo de Inglaterra, heredero al trono, porteado por una tribu africana. Sutil como una pedrada.
Culminante. Hasta aquí, la historia se asemeja a tantas otras de las que hemos hablado durante los últimos años. Lo interesante ha llegado hoy, cuando Diego Godín, capital de la selección uruguaya, ha publicado un comunicado en nombre de la plantilla y del fútbol uruguayo dándole la vuelta a la tortilla. No es Cavani quien ha incurrido en un acto racista y colonial, sino la federación inglesa, al imponer su visión "sesgada, dogmática y etnocentrista" sobre las barreras del lenguaje.
Lejos de realizar una defensa contra el racismo, lo que ha cometido la federación es un acto discriminatorio contra la cultura y forma de vida de los uruguayos (...) Pretender que la única forma de interpretación válida en la vida sea la que está en la cabeza de los dirigentes de la Federación Inglesa de fútbol supone en sí un verdadero acto discriminatorio, totalmente reprobable, en contra de la cultura urugaya (...) Lamentablemente, la federación expresa a través de su sanción una total ignorancia y desprecio por una visión multicultural del mundo, respetuosa con la pluralidad.
COMUNICADO OFICIAL pic.twitter.com/WzLkG6nlSf
— Diego Godín (@diegogodin) January 4, 2021
El contexto. La vehemente reacción de Godín y el resto de firmantes del comunicado refleja dos cosas. Por un lado, la resistencia de una parte de la cultura hispanohablante a las reglas no escritas de la "corrección política", reglas, ante todo, exportadas por la cultura anglosajona. Por otro, un notorio choque lingüístico y contextual. "Negrito" es un apelativo cariñoso de amplio uso en varios países latinoamericanos, y de especial popularidad en Argentina y Uruguay. Es algo en lo que han reparado columnistas uruguayos a propósito de la sanción, pero que se pierde en la traducción.
Allá donde "negrito" queda desatado de cualquier condición racial, su traducción hipotética al inglés, o como mínimo al contexto cultural anglosajón, sí tiene reminiscencias racistas (la larga tradición del "blackface" o del uso de la palabra "nigger" son un buen ejemplo). Y de ahí la sanción. Y el pie en la puerta planteado por el fútbol uruguayo.
La importancia. El exceso de celo de la FA se completa por otro lado: la larga tradición de xenofobia del fútbol europeo, ya sea desde las hinchadas o desde los propios jugadores. Luis Suárez, compañero de Cavani en la selección uruguaya, ya pasó ocho partidos en la grada por un incidente racista con Patrice Evra. Es un problema de fondo que sólo durante los últimos años clubes, organizaciones y colectivos de jugadores han comenzado a atajar. Cavani ha sido víctima colateral del proceso.
Imagen: Oli Scarff/Reuters