Son infinitos los motivos por los que Japón causa tanta fascinación entre el resto de almas humanas. Ya sea por su peculiar cultura del orden y la tradición, por lo antiquísimo de sus empresas e instituciones, por su fanatismo e irracionales obsesiones, por sus prodigios tecnológicos o, simplemente, porque tienen curas-robot, el mundo observa sus peculiaridades con una mezcla de asombro y admiración.
Ahora acaban de sumar un hito más a su interminable lista.
Estudios ninja. Resulta que en 2017 la Universidad de Mie, en el centro del país, diseñó, aprobó y puso en funcionamiento la primera titulación dedicada en exclusividad a los estudios ninja. Nada que pudiera sorprender si tenemos en cuenta el gusto ancestral de Japón por lo ancestral, tan arraigado a su identidad. El curso consistiría en una mezcla de clases teóricas, análisis histórico y actividades prácticas.
Primer graduado. Tres años después, el centro ya puede presumir de su primer licenciado en estudios ninja. Se trata de un fanático del asunto llamado Genichi Mitsuhashi de 45 años. Como estaba previsto, Mitsuhashi pasó largas horas investigando documentos históricos y cuadrando análisis teóricos, culminados en una tesis doctoral. Pero también practicando: "Leí que los ninjas trabajaban como granjeros por la mañana y se entrenaban en artes marciales por la tarde". Pura supervivencia.
Así que montó un huerto, mejoró su técnica de lucha y, junto a su sapiencia teórica, lo agitó todo en una batidora que le ha permitido titularse como el primer académico sobre lo ninja.
Estudio. Hubo algo de obsesivo en su inmersión histórica. "Ofrecemos clases históricas y cursos en habilidades ninja, pero no esperaba que se implicara hasta este punto", viviendo como un ninja real, ha explicado uno de sus profesores. La institución recibe alrededor de tres estudiantes al año. Pocos, pese al acuciante interés internacional. Se trata de un título teórico sobre los ninja, advierte, no un curso para convertirse en uno.
Obsesión. Es una advertencia necesaria. En 2018, la ciudad de Iga, hogar de la universidad y célebre patria de los ninja, tuvo que aclarar algo sorprendente: no había carencia de ninjas y no pensaba contratar a ninguno nuevo. Una radio estadounidense había difundido que, ante el envejecimiento de Japón, se estaban quedando sin ninjas, trabajadores turísticos de la ciudad. Y que por tanto, Japón abría las puertas de tan mística profesión a alumnos de todo el mundo.
En cuestión de días el departamento de turismo de la ciudad recibió centenares y centenares de correos, entre ellos quince de España. Todos querían ser un ninja.
También en Japón. El fenómeno brota del interior del país. La cultura ninja se ha apoderado poco a poco de Japón. Hace algunos años, una compañía de seguridad tuvo un tremendo impacto publicitario vistiendo a sus trabajadores de ninjas. El turismo en torno a Koto e Iga disfruta de un boom sin apenas precedentes. Y junto a la titulación ofrecida por la Universidad de Mie, hay una cincuentena de ninjutsu, escuelas ninja.
Con todo y con ello, no todo el mundo observa el futuro de lo ninja con buenos ojos. El así llamado último de ellos, Jinichi Kawakami, suele lamentar que sus habilidades y tareas han quedado difuminadas en un pastiche pop con no demasiada relación con la realidad histórica. Quizá su nuevo y flamante licenciado, Mitsuhashi, revierta la tendencia.