Suscríbete a PewDiePie” es, tal vez, el mayor mensaje encriptado de todos los tiempos. Algo tan benigno y trivial que permite negarlo de forma plausible. Mensajes neutrales y positivos en redes sociales pueden terminarse con “Suscríbete a PewDiePie” para inferir un tono políticamente incorrecto entre la gente que entienda de qué va la cosa. Y cuando un izquierdoso te ataque por usarlo siempre puedes hacerte el ignorante y decir que simplemente te gustan sus videos. Es brillante.
Es uno de los mensajes de júbilo dejados por un anon en 4chan a raíz del ataque terrorista contra musulmanes en Christchurch, Nueva Zelanda. Para ellos el asesino ha hecho un trabajo perfecto, propagando su vídeo y sus mensajes por toda la red intentando acercar a más personas al “redpilleo”, ese proceso de conversión ideológica que lleva, por la vía del lol, al extremismo de derechas y a la intolerancia.
Pero, ¿qué pinta PewDiePie, el youtuber más popular del mundo, en todo esto?
“PewDiePie es el inicio del agujero de gusano del contenido de ultraderecha en YouTube”, explica el periodista Emilio Doménech. Un usuario de Youtube recién llegado (y por eso muchos de ellos son muy jóvenes) verá que, entre los primeros canales que le recomienda la plataforma, está PewDiePie, un creador joven, gracioso, empapado de la cultura memeica.
Pero PewDiePie, cuyo nombre es Felix Kjellberg, también ha hecho comentarios criticando gestos feministas. Y ha recomendado seguir a cuentas antisemitas. Y ha abandonado el contenido gamer hacia otro más cercano al comentario de actualidad. Por esta confluencia Youtube te acaba catalogando como usuario reaccionario y recomendándote a la larga vídeos más extremos sobre esta tendencia. Es un fenómeno muy estudiado y denunciado en los últimos tiempos.
Al final, chicos que empiezan viendo gameplays de Felix Kjellberg pueden acabar en un bucle infinito de videos de “anti corrección política” que van desde el rechazo a los musulmanes hasta el ataque al judaísmo. No ocurre sólo a través del contacto con el contenido de este youtuber, pero es una de las vías más directas y sencillas que hay para aquellos que se encuentren ajenos a este mundo.
Es por eso mismo que los 4chaneros y la extrema derecha digital está últimamente empeñada en defender al youtuber hasta la parodia.
La campaña “PewDiePie contra T Series” (por ver cuál de los dos canales logra más suscriptores) comenzó como la lucha contra la injusta injerencia capitalista en un espacio en el que se creía que el crecimiento dependía solo de la creatividad de cada creador. Pero, para algunos, esta movilización se ha transformado en la defensa de estos canales de reclutamiento, así como un meme para provocar caos mediático.
13th Rule for Life: Subscribe to @pewdiepie. cc: @jordanbpeterson pic.twitter.com/JwUyK7FDiA
— Dave Rubin (@RubinReport) December 6, 2018
En noviembre Jordan Peterson, eminencia de la autoayuda y filósofo contra “el postmodernismo neomarxista” adorado por la derecha cultural, dijo que se había suscrito a PewDiePie.
Una semana antes de la masacre neozelandesa alguien escribió "Subscribe To PewDiePie" en el Monumento de Washington a la Segunda Guerra Mundial (hechos que el mismo youtuber condenó a las pocas horas).
Ambos gestos son guiños cómicos para elevar la moral de los suyos. Que el asesino de Nueva Zelanda dijese eso mismo no es más que la culminación de la tendencia.
PewDiePie tiene 90 millones de seguidores. Sus videos corrientes tienen entre 7 y 9 millones de visionados en 2 días. Los viejos acumulan muchas más. Y el 70% de sus espectadores tienen menos de 24 años. Es decir, su fuerza de impacto mediático es extraordinaria, una tesitura en la que no se encuentra ninguna otra persona de 29 años.
Entonces, ¿es Felix Kjellberg responsable de haberse convertido en el héroe “anti corrección política” de Internet? ¿Debe PewDiePie responder ante futuros ciudadanos que defiendan la extrema derecha o, en un caso extremo, ante nuevos posibles asesinos supremacistas que hayan llegado a estas ideas por su canal?
Según periodistas expertos en estas plataformas, PewDiePie no siempre se ha tomado en serio su parte de responsabilidad en estas tendencias, y al eludirla está enviando un mensaje que puede leerse como apoyo desde el otro lado.
Por ejemplo, cuando una periodista de Verge recriminó que animase a sus espectadores a seguir un canal antisemita, el sueco pidió disculpas por compartir un canal del que, dijo, no conocía en profundidad sus ideas; pero después hizo varios videos criticando a la periodista y riéndose de ella, lo que provocó una campaña de odio y persecución por parte de sus fans contra la profesional.
En otro caso, después de perder su acuerdo comercial con Disney por unos mensajes antisemitas (que sólo se podían leer como tal de forma tangencial), redobló su "humor" haciendo comentarios sobre los "cristiano" que era su canal, publicando posts titulados "¿Eres racista? (test)" o flirteando con extremistas como Alex Jones. Según él, todo forma parte de la sátira y del personaje, y desde luego este tipo de salseos le genera beneficios económicos, pero allana el camino para una banalización de los discursos que, según él, no defiende en ningún momento.
Las guerras del sistema (que provoca Youtube)
Rebecca Lewis, doctora en comunicación y tecnología, publicó el año pasado un informe de cómo se movía el movimiento reaccionario en Youtube. El hallazgo principal, según ella, es que esta corriente está ganando peso empujados precisamente por el propio sistema de la plataforma.
Por ejemplo, Youtube anima a sus partners a hacer colaboraciones entre canales, y eso está provocando que un subcorrillo de celebrities reaccionarias, por ejemplo libertarios y nacionalistas blancos, colaboren entre sí (como en este vídeo sobre “realismo racial”, o sea, racismo científico) para ganar más visionados y relevancia entre los espectadores de sus respectivos canales, lo que lleva a un mayor adoctrinamiento de esos espectadores.
Es decir, puede que te identificases como liberal, pero ahora que has visto hablar a Richard Spencer con uno de tus youtubers favoritos también estás abierto a aceptar su visión sobre las razas.
Otra de las técnicas es la instrumentalización SEO. Según el estudio, como Youtube valora el posicionamiento sobre ciertas palabras, este tipo de youtubers las instrumentaliza, tanto las de su propio nicho como las del contrario, acercando a más personas neutrales a una visión extremista.
Por ejemplo, es normal que usen en sus titulares palabras como “izquierdosos” o “corrección política”, y es muy difícil encontrar youtubers de izquierdas defensores de estos términos. Pero también se apropian de palabras como "escéptico", “interseccionalidad” o “refugiados”, convirtiéndose en los vídeos destacados de buena parte del contenido político (también en ese espectro que se presupone para espectadores de izquierdas), con lo que su visión está sobrerrepresentada gracias al funcionamiento de Youtube.
Otra de las herramientas recientes serían los Super Chats, directos que te ayudan a monetizar de forma extra tus visionados en Youtube hablando con tus seguidores. La extrema derecha, 4chan, 8chan y la cultura del lol en general se valen de estas retransmisiones dejando mensajes ofensivos (racistas, fascistas, etc) esperando que el youtuber los lea en alto o haga alusión a ellos. De esta forma, y al hacer que el creador intente ganar un dinero extra con esos vídeos, los espectadores más neutrales se exponen a este tipo de mensajes.
Mientras Youtube ha ido perfeccionando su sistema anti copyright a niveles extremos, permite que este tipo de mensajes e ideas se propaguen escudándose en la libertad de expresión. Como descubrieron otras investigaciones recientes, Youtube es con diferencia la red social más referida dentro de los círculos de la extrema derecha de Internet. "15 de cada 75 activistas fascistas que hemos estudiado citan los vídeos de Youtube como el origen de su "redpilleo", dicen los investigadores.
La radicalización del troleo
PewDiePie hace entretenimiento. Hace comedia. Quiere que os lo paséis bien un rato y para ello utiliza el mismo registro estilístico adolescente y sarcástico que esos otros comentaristas más politizados. El mismo lenguaje que ha usado el asesino en su manifiesto, quien literalmente decía en su texto que tenía la intención de hacer que su “proyecto” supremacista llegase a más gente joven mediante el “humor cool y memes de vanguardia”.
Decía un seguidor de PewDiePie que no cree que las bromas del youtuber estén haciendo a los fans más racistas o sexistas, pero que “lo que sí creo que está ocurriendo es que el efecto de verle hacer esas bromas hace que sus fans estén más dispuestos a hacer esas mismas bromas”.
PewDiePie, tanto el youtuber como su propia cultura, se han convertido en parte intrínseca de lo peor de Internet. Y salvo que Kjellberg y Youtube se pongan serios y hagan algo al respecto, les va a costar mucho romper esa asociación que quedó grabada a fuego el viernes, cuando un terrorista decidió nombrarle justo antes de matar a 50 personas.