Un grupo de entusiastas con mucho dinero quiere resucitar al Concorde, el avión supersónico comercial más famoso, capaz de unir Londres con Nueva York en menos de tres horas. Para ello, los miembros del Club Concorde han conseguido un inversor capaz de apostar más de 160 millones de euros para llevar a cabo la extravagante idea.
Aún suponiendo que consiguieran llegar a esta fase de su plan -los propios miembros del Club admiten que podría hacer falta más dinero para conseguir ponerlo en el aire-, cabe hacerse varias preguntas. La primera, por qué no hay más aviones supersónicos comerciales que hayan suplido el hueco que dejó el pájaro supersónico. Y la respuesta está en la segunda: ¿por qué dejó de volar el Concorde?
¿Qué pasó con el Concorde?
La tarde del 25 de julio del año 2000, un avión DC-10 perdía en la pista del Aeropuerto Charles de Gaulle de París una pequeña pieza. Un trozo de titanio de menos de medio metro de largo y tres centímetros de ancho. Cinco minutos después, el vuelo 4590 de Air France atravesaba la pista para despegar a más de 300 kilómetros por hora, tropezando con la fatídica banda de titanio. El incidente reventó un neumático del Concorde. Un trozo del mismo impactó a más de 500 kilómetros por hora contra uno de los tanques de combustible del avión, provocando una onda de choque que destrozó el tanque. El combustible empezó a arder, por causas aún desconocidas. Con el ala izquierda en llamas y pérdida de potencia en dos de sus cuatro motores, los pilotos intentaron despegar, aún sabiendo que algo iba mal.
No había suficiente pista para intentar otra cosa que no fuese un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto más cercano, Paris-Le Bourget, a poco más de 12 kilómetros al suroeste. El calor del combustible incendiado fundió el ala izquierda del avión, que viró sobre sí mismo y se estrelló sobre el hotel Hôtelissimo Les Relais Bleus. Murieron 113 personas: 100 pasajeros, nueve tripulantes y cuatro personas que estaban en el hotel. Fue el primer y último accidente del Concorde. Tres años después, dejaría de volar.
El accidente ahuyentó a muchos de sus pasajeros, capaces de pagar más de 4.300 libras de la época (unos 8.500 euros al cambio actual). Algo delicado para una flota de aparatos, operados al alimón por British Airways y Air France, con un elevadísimo coste de mantenimiento. Y a la que el miedo a volar tras el 11-S dio la puntilla. En otoño de 2003, y pese a los intentos de Richard Branson de hacerse con los aparatos para su aerolínea Virgin, los Concorde pasaron a convertirse en piezas de museo. Llevaban en activo 27 años.
¿Por qué era tan especial?
Fue el único avión supersónico comercial "viable". No tenía competencia, en parte porque los aviones supersónicos sólo sirven para una cosa: los vuelos transoceánicos. Está prohibido sobrevolar a Mach 1 (1225 km/h) cualquier área poblada, porque producen un estallido sónico constante. También queman una cantidad bárbara de combustible, están sometidos a condiciones complicadas (el morro del Concorde se ponía a casi 130º durante el vuelo) y, en resumen, salen muy caros. Si quieres tener una aerolínea, es mejor tener cacharros voladores mucho más baratos y útiles.
Lo que más especial le hizo, sin embargo, fue esa capacidad simbólica de unir desde finales de los 70 Europa con América en más o menos el mismo tiempo que se tarda en ir hoy de Madrid a Berlín.
¿No había más?
Sí, los soviéticos diseñaron el Tupolev TU-144, tan rápido como el Concorde (Mach 2, casi 2.500 km/h) y con las mismas intenciones. Pero había un pequeño problema: la Unión Soviética no tenía precisamente muchas rutas hacia el enemigo norteamericano. Así que el TU-144 se vio limitado a vuelos internos de carga, investigación y escasos pasajeros. Tras 55 vuelos entre noviembre de 1977 y mayo de 1978, otro accidente -en el avión sólo iban los pilotos- dio al traste con la ambición soviética. El TU-144 quedaría reducido a avión de carga hasta su retirada en 1983.
¿Quiénes forman el Club Concorde?
Un grupo de entusiastas, expilotos, mecánicos e ingenieros y aficionados en general al Concorde. Puedes hacerte "miembro vitalicio" por 20 euros. Un dinero que no les da para lo que pretenden: resucitar al Concorde como avión privado charter en 2019. Y que al parecer les ha garantizado "un inversor privado". El plan es combinar esos 160 millones de euros para adquirir alguno de los Concorde que aún hay repartidos por el mundo con el patrocinio de alguna marca global que les permita afrontar las reformas necesarias para operar a día de hoy.
Suena a confundir molinos de viento con gigantes...
Un poco, la verdad. Pero cosas más raras se han visto. Sin embargo, lo quijotesco de su plan se ha visto acentuado cuando afirmaron contar con otros 55 millones de euros de un "hombre de negocios británico" para adquirir los dos Concorde del Museo Aeronáutico de Le Bourget y convertirlos en atracciones turísticas, uno en París y otro en Londres. Donde servir los menús de lujo del avión original y recrear al 100% la experiencia Concorde en tierra.
¿Qué tiene eso de raro?
"Lo sentimos, los Concorde no están en venta". De los 18 modelos que todavía quedan en el mundo, precisamente esos dos son parte del Patrimonio Nacional francés, tan invendibles e intransferibles como cualquier cuadro del Louvre. Si los del Club Concorde no se han molestado en comprobar esto antes de hacer su anuncio, no parece un buen presagio para el resto de su aventura.
¿Qué alternativas existen al "regreso" del Concorde?
Tres, y de momento suenan a ciencia-ficción. La primera está encabezada por la NASA y Lockheed Martin (los del F-35). El proyecto se llama N+2 y trata de hacer algo muy parecido al Concorde, pero que reduzca su principal problema, el estallido sónico. Si lo consiguen (y pretenden tener algo listo para 2020-2030) podrían poner en marcha una línea de aparatos que hicieran realidad otro viejo sueño fuera del alcance de la aeronave anglofrancesa: Nueva York-Los Angeles a Mach 1,7 o, lo que es lo mismo, en menos de dos horas.
La segunda es mucho más extraña: Hyperloop, trenes subsónicos que podrían viajar a 1.200 km/h, justo por debajo de la velocidad del sonido. Se trata de la penúltima gran idea de Elon Musk, Míster Tesla. Y quieren estar operativos en menos de cinco años.
La tercera va muy en serio: Aerion y Airbus tienen en marcha un proyecto para un avión pensado para el mismo público que el Concorde, el AS2, con la intención de empezar los vuelos de prueba en 2019. Se trata de coger motores más o menos conocidos y aplicarlos a un jet supersónico "de negocios" El Club Concorde tiene razón en una cosa, al menos: el final de esta década está lleno de ideas más rápidas que el sonido. Veremos si todavía queda espacio para el único avión que se atrevió a hacerlas realidad durante años. _
Foto:
Concorde en vuelo - Aero Icarus