Después de 34 días de confinamiento total y más de 19.000 fallecidos por coronavirus, el miedo al contagio está llevando a algunos ciudadanos a pedir a los vecinos más expuestos que abandonen sus casas como acto de responsabilidad colectiva. Si hace semanas observábamos el auge de la justicia de balcón, ahora, la respuesta comunitaria se erige como la solución para detener el acoso.
Del mismo modo que se aplaude a las ocho de la tarde, hay vecinos que están saliendo en defensa de los importunados.
¿Qué ha pasado? "Tenemos conocimiento de que en varios pisos de esta comunidad viven mujeres que trabajan en supermercados y grandes superficies. Pedimos a dichas personas que utilicen las zonas comunes lo menos posible o busquen otro alojamiento, el tiempo que dure la pandemia. Sois un foco de contagio importante". Este fragmento pertenece a la carta escrita por un vecino del barrio de Rochapea (Pamplona) y que está dirigida a los residentes de su edificio que trabajan cara al público.
Nos denuncian este mensaje, que puede ser constitutivo de delito en #Pamplona https://t.co/1dCRqjyxtW pic.twitter.com/Dgs0BihBce
— Policía Foral - Foruzaingoa (@policiaforal_na) April 15, 2020
Respuesta comunitaria. Del mismo modo que el vecino pidió a los profesionales que se fueran del edificio, tanto los residentes interpelados como los que no lo estaban comenzaron a llenar el espejo del ascensor con respuestas de apoyo. "Vivimos en el 2ºA y nuestra madre trabaja en una tienda de alimentación. Si todos nuestros vecinos que trabajan en supermercados no fuesen a trabajar ¿cómo ibais a comer?", apuntaba una de las cartas.
Tal fue el apoyo a los trabajadores que prestan un servicio comunitario, que el vecino que previamente había solicitado su marcha terminó retractándose y pidiendo perdón. Y, como era de esperar, lo hizo a través de otra carta pegada en el ascensor.
"Es denunciable". La apelación final del escrito concluye con un "no queremos correr riesgos", una frase que parece justificar la petición anterior. Sin embargo, lejos de justificarla, desde el Twitter de la Policía Foral de Navarra aseguran que este tipo de mensajes pueden ser constitutivos de delito. Este criterio también lo comparte la comisaria principal de la Policía Nacional, María Pilar Allué, que argumentó que estos comportamientos están calificados como "delitos de odio y son denunciables, reprochables y perseguibles".
El ejemplo vigués. Los residentes de la comunidad de vecinos de Boavista en Vigo han protagonizado una respuesta comunitaria que lejos de controlar el movimiento de sus vecinos, pretende agradecer el esfuerzo que realizan todos los días al salir de casa a trabajar. Para ello, han colgado en el portal un cartel de agradecimiento a los cinco residentes que trabajan en hospitales: "En este edificio estamos orgullosos de nuestros vecinos médicos, enfermeras y auxiliares (...) Gracias Elías, Alejandra, Pili, Ana y María del Pilar por estar al servicio de los demás en esta pademia".
Antecedentes. Este nuevo movimiento ciudadano, basado en controlar a los vecinos y ejercer la justicia social desde la "comodidad" del aislamiento, comenzó a ser cada vez más visible durante la semana posterior al estado de alarma. Farmacéuticos, personal de supermercado o profesionales que acudían a la oficina, han denunciado haber sido increpados desde las ventanas.En los casos más extremos, ha habido personas que, literalmente, se han tomado la justicia por su mano lanzando globos de agua.