Nunca un culebrón de proporciones tan épicas tuvo un presupuesto tan bajo: 2,3 euros, lo mismo más o menos que cuestan un par de calcetines en la feria, una pequeña maceta de saldo, un llavero para recordar tu último verano en Mijas o, dado el caso, una empanadilla en A Tapa do Barril.
La historia lleva días circulando por las redes, ha aflorado procelosos ríos de tinta y aspira a convertirse en una de esas "serpientes de verano" que calientan las discusiones de barra de bar. Recapitulemos. Hace unos días el youtuber Borja Escalona se presentó en A Tapa do Barril, un local del centro de Vigo, y durante una retransmisión en directo mordisqueó una empanadilla.
Hasta ahí todo normal.
Nada digno de crónica, ni de atención. Si de sacar partido a una empanadilla se trataba, ya Martes y Trece lo había hecho muchos años antes. Y con más gracia, también.
"Solo como cosas gratis"
El giro llegó cuando, móvil en mano y aún grabando, Escalona se levantó, se despidió de la hostelera que lo estaba atendiendo —Rebeca, aunque él la llama Lucía— e hizo ademán de marcharse sin abonar los 2,3 euros de la empanadilla. Cuando le pidieron que pagara, se indignó.
— Espera, que hemos entrado en un problema —replica Escalona, todavía grabando—. Entonces te tengo que cobrar yo esta promoción que te acabo de hacer. Te va a salir un pelín más caro.
Y tanto. La factura que enviaría al bar en concepto de promoción, explicó el youtuber, ascendería a 2.500 euros. ¿La razón? Según Escalona, antes de moder la empanadilla advirtió que él “solo come cosas gratis” y hace “promociones”, algo —recalca el local— que en nunca llegó a pactarse.
En el vídeo se escucha de hecho como la hostelera habla incluso de “encerrona” y le recrimina que la “amenace” con 2.500 euros: "estás diciendo que vas a pasar una factura que me la voy a cargar yo".
Poco después de aquello A Tapa do Barril empezó a recibir un goteo de críticas negativas que, entre otras cosas, aseguraban haber encontrado pelos o incluso restos de estropajo entre la comida. La situación se complicó tanto que obligó al negocio a emitir una nota en la que recuerda que lleva funcionando 50 años y lamenta el “incidente desagradable” que le tocó vivir con Escalona.
¿Final de la historia?
Para nada.
La situación a día de hoy es casi la contraria.
Ha sido Escalona, quien ya había protagonizado otras polémicas por colarse en estadios o encararse con un empleado de Metro, el que ha visto cuestionada su imagen mientras, tras las primeras críticas negativas, A Tapa do Barril ha recibido un aluvión de votos favorables y triunfa en redes.
Tanto, que ya es el más valorado de Vigo en Tripadvisor con 600 comentarios y casi cinco estrellas.
El escenario es bien distinto para el youtuber.
YouTube ha cerrado su canal y se enfrenta a una denuncia de los dueños de A Tapa do Barril por asegurar que todo estaba pactado. “Quería dejar que este episodio se terminase de una vez, pero después de lo que ha dicho, mañana iré a la Policía Nacional a interponer una denuncia”, explicaba esta misma semana Ana Terzado, la dueña del establecimiento, al diario Faro de Vigo.
Hace solo unos días el youtuber incluso se quejaba de estar sufriendo bullying tras lo sucedido en Vigo. "No estaba preparando para todo esto que me ha venido y se me está haciendo un poco complicado", se defiende en el vídeo, y recalca: "en ningún momento pretendía amenazar, coaccionar o faltar al respecto. En el vídeo digo que yo solo como cosas gratis".
Lo que sí ha conseguido, desde luego, es autopromoción y ganar visibilidad. En YouTube apenas sumaba 35.500 suscriptores y la retransmisión de la discordia, de hecho, la estaba haciendo para 3.700 personas. Exacto, solo 1.200 más que los euros que quería cobrar al bar de Vigo.