¿Vermú en la terraza sí, visitar a tus padres no? Por qué el aire libre parece menos arriesgado

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España saldrá del confinamiento por fases. Lo explicó ayer Pedro Sánchez en una declaración institucional que dejó una duda irresuelta: ¿cuándo podremos visitar a nuestros familiares? Lo respondió el propio presidente a pregunta de una periodista: "En la primera fase no se podrá ir a casa de un amigo o familiar. Se puede ir a tomar una cerveza a una terraza". Terrazas sí, familias no. ¿Qué sentido tenía?

Las fases. La desescalada planteada por el gobierno plantea aperturas graduales de establecimientos y comercios. Y por tanto de los contactos sociales. Las palabras de Sánchez entreveían una paradoja: podríamos reunirnos con nuestros padres en una terraza (al 30% de aforo en fase 1) pero no en sus domicilios. Más tarde, Sanidad aclaró a diversos medios que en fase 1 sí podríamos visitar casas ajenas.

Condiciones. ¿Pero cómo? El gobierno desea regularlo mediante orden ministerial. Es probable que se limite "cómo y por cuánto tiempo" se contacta con personas mayores o vulnerables; pero no tanto si se limitará el número de personas y la duración de la visita en cada hogar. Y frente a esta incertidumbre, aún no aclarada, una certeza: sí podremos retomar nuestras relaciones en terrazas y otros espacios al aire libre.

¿Por qué? Hay buenos motivos para pensar que reactivar la vida social en espacios abiertos es menos arriesgado que en lugares cerrados, como los hogares. Un estudio preliminar elaborado por investigadores chinos arroja algo de luz. De 318 "brotes" analizados en todo el país sólo uno se produjo al aire libre. Y tan sólo contagió a dos sobre un total de 1.245 personas. El grueso de transmisiones se dio en de los hogares (80%).

Para los científicos, la conclusión era clara: el riesgo de contagio es muy superior bajo techo que en la calle.

Oficina. Más ejemplos. Otro trabajo realizado por investigadores coreanos analizó un brote registrado en un call center. Unas 1.100 personas trabajaban en el mismo edificio, pero sólo 97 se infectaron. De esas 97, la abrumadora mayoría (94) compartían piso, el undécimo, donde la tasa de contagio superó el 43,5% (94 sobre un total de 216). Compartir un recinto cerrado dispara las probabilidades de transmisión.

La gripe. Y un último caso, más remoto: la gripe española de 1918. Otras investigaciones han ilustrado cómo los hospitales de campaña al aire libre de Boston registraron una menor tasa de transmisión que los cerrados. La virulencia de la epidemia fue menor por gracias al aire libre. Hay quien ha querido extrapolar aquella lección al presente. A tenor de los trabajos citados anteriormente, es un paralelismo intuitivo.

Sobre el ejemplo de Boston:

Una combinación de aire fresco, luz solar, escrupulosos protocolos higiénicos y mascarillas reutilizables redujeron sustancialmente las muertes entre algunos pacientes y las infecciones entre los trabajadores médicos. Por ello, los hospitales temporales deberían ser una prioridad en el diseño de las respuestas de emergencias.

Paso a paso. En cualquier caso, los detalles de la desescalada planteada por el gobierno aún están por concretar. Sí es cierto que la tendencia general en la mayoría de países es la de priorizar espacios abiertos. España en este sentido era una excepción, impidiendo hasta hace muy pocos días el libre tránsito por las calles siquiera para un paseo con los niños. En el resto del continente hacer deporte o pasear está permitido.

No encerrarnos en bares (o casas) parece prioritario ahora mismo. De ahí que los restaurantes estén a la cola y las terrazas a la cabeza de las prioridades en la desescalada gradual de los gobiernos.

Imagen: GTRES


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