En 2015, la OMS emitió un polémico dictamen sobre la carne roja y procesada: debía pasar a engrosar la lista de los alimentos "potencialmente carcinógenos". Dicha decisión, no obstante, fue duramente criticada, y no sólo por los aficionados al chuletón o a los perritos calientes.
En realidad, desde el propio ámbito científico se llegó a acusar a la OMS de fomentar una "falsa alarma" al generar la sensación entre la gente de la calle de que la correlación entre cáncer colorrectal y consumo de carne era equivalente a la del cáncer de pulmón y el consumo de tabaco.
Pero la polémica se apagó sin que la OMS diera marcha atrás en su recomendación de reducir el consumo de carnes rojas y procesadas. Y así han permanecido las cosas hasta que la revista 'Annals of Internal Medicine' ha publicado una meta-revisión de cientos estudios (con millones de participantes) realizados hasta la fecha que viene a concluir que, efectivamente, la OMS se precipitó en su decisión.
"Sin duda será controvertido", señala el editorial que acompaña al trabajo académico, firmado por 14 investigadores, en previsión de la polémica por contradecir el 'consenso nutricional'. "Pero se basa en la revisión más extensa hasta la fecha de los datos. Quien quiera cuestionarlo tendrá problemas para encontrar pruebas que lo refuten".
Pero ¿cuáles son las controvertidas conclusiones a las que ha llegado este nuevo estudio?
- Que no hay suficientes pruebas de la relación causa-efecto entre el consumo de estos alimentos y el aumento de la mortalidad. Llegan a tacharla de "estadísticamente irrelevante".
- Que, aunque dicha relación se probase, la reducción del consumo de carne no tiene un impacto relevante en nuestra salud.
- Que no resulta riguroso establecer restricciones dietéticas teniendo en cuenta lo anterior.
En base a todo esto, y tras revisar otra serie de artículos sobre hábitos alimenticios, los autores del estudio que nos ocupa llegaron a la conclusión de que la mayoría de los consumidores de carnes rojas y procesadas ya habían reducido su nivel de consumo de las mismas, y que no había evidencia suficiente para insistir en que una mayor reducción tendría consecuencias positivas sobre su salud.
No, el debate no está cerrado
¿Debate cerrado, entonces? ¿Indultamos y dejamos 'en libertad' a la carne roja y procesada? Bueno, no tan rápido: aquí también se han alzado voces desde el ámbito académico criticando el estudio.
Miguel Ángel Martínez, catedrático de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Navarra, critica la metodología del estudio publicado en 'Annals of Internal Medicine': es utilizada habitualmente para estudiar la eficacia de fármacos, pero que no resulta igual de válida en el ámbito de la nutrición.
Pero las críticas más relevantes han llegado desde una institución tan relevante como la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, cuyos investigadores afirman que:
"Contradice la gran cantidad de evidencia que indica que un mayor consumo de carne roja se asocia con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, ciertos tipos de cáncer y muerte prematura".
Los científicos de Harvard critican, además, que las conclusiones señaladas más arriba hayan llegado a publicarse en una relevante revista médica, puesto que puede ayudar a "dañar la salud pública, la de los pacientes y la del planeta".
En parte, lo que hay encima de la mesa es un debate sobre el mismo concepto de investigación nutricional, y sobre la posibilidad de determinar los efectos de un único grupo de componentes sobre la dieta humana.
De modo que... ¿hemos llegado a alguna conclusión que permita zanjar la polémica? Ni por asomo: estamos donde estábamos. Parece que habrá que seguir investigando.
Vía | New York Times y El Español
Imagen | KOMUnews
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