Hace unas semanas, la FDA estadounidense, la agencia encargada entre otras cosas de regular los fármacos, aprobaba el uso de la tirzepatida como tratamiento contra la obesidad y el sobrepeso en determinados contextos.
El nuevo contendiente. La tirzepatida es un fármaco como la diabetes, hasta ahora comercializado bajo el nombre de Mounjaro. Como antes ocurriera con Ozempic, a este tratamiento le ha surgido un segundo uso: reducir el peso de quienes lo consumen. Con este nuevo uso aprobado en Estados Unidos, el dominio del mercado hasta ahora ostentado por la danesa Novo Nordisk está en peligro.
Golpe en la mesa. Es lo que puede desprenderse de los últimos resultados trimestrales publicados por Eli Lilly, la farmacéutica responsable de Zepbound, la marca con la que la tirzepatida se comercializa para su uso contra el sobrepeso. Sus últimos resultados son anteriores a la aprobación de Zepbound, es decir, de un momento en el que la tirzepatida era solo recetada contra la diabetes (aun pudiendo consumirse para otros fines).
Y los resultados fueron contundentes: los ingresos derivados de la venta de Mounjaro superaron los 1.400 millones de dólares en el tercer trimestre de 2023 y se acercaron a los 3.000 millones entre enero y septiembre. Según la farmacéutica, los ingresos del trimestre crecieron un 37% gracias a los buenos resultados, no solo de este fármaco, sino de otros como Verzenio y Jardiance (fármacos contra el cáncer de mama y la insuficiencia cardiaca respectivamente).
¿Mejores ventas? Uno de los datos publicados por la empresa que más ha llamado la atención ha sido la comparativa entre el lanzamiento de la semaglutida y Monjauro. La empresa nos muestra la evolución en el número de recetas emitidas durante aproximadamente el primer año y medio de los productos en el mercado americano. La diferencia es abismal.
¿Por qué esta diferencia? Probablemente existan diversos factores, como el marketing, el mejor acceso al mercado estadounidense de la empresa americana en contraste con la europea… etc. Pero probablemente el factor más relevante sea el timing, el momento en que cada tratamiento ha entrado en el mercado.
La semaglutida está disponible en los EE UU desde hace algo más de cinco años como tratamiento contra la diabetes. Sin embargo su popularidad como fármaco para la pérdida de peso no llegaría hasta mucho después.
La llegada de Mounjaro se ha producido tras el gran tirón de la semaglutida y, aunque las recetas de este medicamento se basan en principio en su potencial como antidiabético, la correlación entre sobrepeso y diabetes puede explicar su mayor popularidad en la entrada a este mercado más maduro que el que tuvo que afrontar el tratamiento de la farmacéutica danesa.
¿Más efectivo? No hay aún una respuesta definitiva para esta pregunta, pero la balanza parece inclinarse en favor del nuevo tratamiento. Algunos estudios señalaban que la tirzepatida es más efectiva a la hora de controlar los niveles de azúcar en sangre, pero también hizo que los participantes en el estudio (pacientes de diabetes) perdieran más peso durante los ensayos clínicos.
La explicación de esta ventaja podría estar en cómo funcionan los fármacos. Mientras que ambos tratamientos son capaces de “imitar” al péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), la tirzepatida es un “agonista doble”, capaz dambién de funcionar como otra hormona, el polipéptido inhibidor gástrico o péptido insulinotrópico dependiente de la glucosa (GIP).
Estas pruebas no son definitivas. Por una parte porque los estudios fueron realizados entre personas con diabetes, no en personas con sobrepeso u obesidad. Por otra, los tratamientos no han sido comparados controlando por dosis administrada.
¿Y qué hay de la diabetes? La llegada de Mounjaro podría tener un efecto positivo para las personas con diabetes, no tanto por motivos económicos. Por una parte, la farmacéutica que lo comercializa señala que la tirzepatida resulta una alternativa más económica que la semaglutida. Por otra, la llegada de un nuevo tratamiento podría evitar los problemas de desabastecimiento de hace unos meses.
Los efectos secundarios. Conviene no pasar por alto que tanto la tirzepatida como la semaglutida son tratamientos con efectos adversos, no graves pero sí dignos de ser considerados. Ambos tratamientos funcionan de manera parecida y, probablemente por eso, ambos cuentan con efectos indeseados semejantes.
La mayor parte de los efectos adversos de estos tratamientos tienen que ver con el estómago y el aparato digestivo: náuseas, vómitos, malestar estomacal, dolor abdominal, diarrea y estreñimiento son algunos de estos efectos.
Otros efectos tienen poco que ver con el sistema digestivo. Algunos más leves, como dolores de cabeza; pero otros mucho más graves como pancreatitis o fallos renales. Sin embargo posiblemente el problema más grave es el incremento en el riesgo de desarrollo de cáncer de tiroides.
Mucho en juego. El éxito de la semaglutida ha sido tal que su eco se ha hecho notar en la economía danesa. La llegada de competencia podría reducir notablemente los ingresos de la Novo Nordisk, la farmacéutica que desarrolló y comercializa este antidiabético reconvertido.
Nada que no pudiera anticiparse. Son muchas las empresas que buscan desarrollar tratamientos para la pérdida de peso dado el interés que generan estos fármacos. Por ahora el mercado ha pasado del monopolio al duopolio, por lo que aún hay muchas nuevas empresas tratando de entrar. Quién, cuándo y como son preguntas aún por resolver.
En Xataka | Ozempic para adelgazar: sus efectos y riesgos más allá de la polémica, según la ciencia
Imagen | Lilly / Chemist4U
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