"Un analgésico prohibido en Reino Unido conectado con muertes de británicos en España". Con titulares como ese abría este fin de semana la prensa inglesa y ha desatado una enorme polémica en España a cuenta de uno de los medicamentos más consumidos del país: el nolotil.
La historia suena increíble: ¿De verdad el Sistema Nacional de Salud está recetando un medicamento potencialmente mortal a los ciudadanos británicos? ¿De verdad había un asociación de pacientes denunciando al España por ello? Y lo que es más raro... ¿por qué solo parece afectar a los pacientes británicos?
Esto es lo que sabemos.
¿Qué ha pasado? ADAF, una asociación de pacientes afectados por los medicamentos liderada por la traductora médica y legal Cristina García del Campo, lleva años denunciando las reacciones adversas relacionadas con el metamizol. En este sentido, aseguran haber identificado 350 casos de agranulocitosis entre 1996 y 2023. De todos ellos, 170 eran británicos: lo que encajaría con su idea de que esta población es especialmente sensible a desarrollar el problema.
Con toda ea información, el 14 de noviembre la asociación denunció al Ministerio de Sanidad y a la Agencia Española del Medicamento y el Producto Sanitario por no proteger a los ciudadanos de los efectos secundarios, “potencialmente letales”, que puede generar el metamizol.
¿Qué es el metamizol? El metamizol (también conocido por su nombre comercial, 'nolotil') es un antiinflamatorio no esteroideo que se usa en España, como analgésico, "en situaciones que cursan con dolor agudo moderado a severo" y, como antipirético, "cuando otras alternativas no son eficaces".
Es un medicamento cada vez más usado (según los datos de prescripción con cargo a recetas del Sistema Nacional de Salud, su uso "se ha duplicado en los últimos 10 años"); sin embargo, en muchos países de nuestro entorno está prohibido. Eso lo ha convertido en uno de los medicamentos más polémicos de los últimos años.
¿Por qué está prohibido en algunos países y en otros no? Hay muchos motivos por los que un medicamento se puede acabar prohibiendo. En el caso del metamizol, un fármaco que llevaba en el mercado desde 1922, la mayoría de prohibiciones vinieron cuando se descubrió que había una relación epidemiológica entre su consumo y la agranulocitosis o neutropenia (la desaparición o bajada brusca de los glóbulos blancos en sangre).
Estos trastornos relacionados con los glóbulos blancos exponen a los pacientes a enfermedades graves porque sus sistemas inmunitarios no tiene mecanismos para combatir las infecciones.
Aún hoy no se ha descubierto el mecanismo que producen esa disminución de glóbulos blancos, pero cuando se comprobó la relación algunos países lo sacaron del mercado y otros, como España, consideraron que era un efecto secundario muy raro y los beneficios superaban a los riesgos. Es más, esta revisión es continua y la misma Agencia Española del Medicamento y el Producto Sanitario ha ido publicando notas actualizando la información disponible. En todas ellas (y hasta el momento) la AEMPS ha seguido permitiendo el uso del nolotil.
¿Pero afecta más a los británicos? Esta idea que defiende la ADAF y por la que denuncia al Ministerio de Sanidad no es nueva. En absoluto. Desde hace años, se discute "sobre una mayor susceptibilidad para la agranulocitosis en la población del norte de Europa", se han publicado pequeños estudios a nivel nacional y, de hecho, se han estudiado incluso los posibles factores genéticos que podrían estar detrás.
El problema es que, siempre según la AEMPS, "con la información disponible no se puede ni descartar ni confirmar un mayor riesgo en poblaciones con características étnicas específicas". Y esta es la principal piedra en el camino de la demanda: no hablamos de un problema nuevo, hablamos de un problema que lleva estudiándose más de 20 años y que nadie ha conseguido demostrar.
¿Qué ha podido pasar entonces? En cierto sentido y dando por buenas las cifras de ADAF, es lógico que se haya aumentado el número de británicos afectados. El número de turistas se ha mantenido estable, pero el uso del metamizol se ha disparado. Aún con la recomendación de la AEMPS de no recetar este tipo de medicación a población flotante (por la imposibilidad de hacer seguimiento), es razonable penar que en la última década el tanto por ciento de británicos tratados con nolotil ha aumentado.
¿Significa esto que la AEMPS ha actuado correctamente? No, eso corresponderá a los juzgados determinarlo. Lo que significa es que resulta difícil justificar algunas de las acusaciones que se han planteado en los últimos días. El balance de riesgos y beneficios de un medicamento es siempre muy delicado y, además, es siempre algo cambiante.
No sería raro que, si el uso del metamizol sigue creciendo (con sus riesgos asociados) y aparecen alternativas más seguras, la AEMPS acabe por restringirlo más pronto que tarde.
Imagen | Rubén Andrés/ Garry Knight
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