Parecía que desde que se impuso el concepto de smartphone de pantalla táctil y ausencia de teclado todos los factores forma iban a ser igual. Pero no, los fabricantes saben que lo mucho cansa y ahora el ZTE Axon M pasa a engrosar ese listado de móviles con diseños llamativos y distintos en comparación a lo convencional.
De hecho, la pantalla ha formado parte de los componentes del eje de la diferenciación en algunos fabricantes, aunque quizás en menos frecuencia y con atrevimientos más a goteo que lo que vemos con las cámaras. Una de las tendencias que hemos visto con relativa recurrencia en este sentido ha sido la curvatura de las pantallas, aunque el Axon M ha pasado de este tren y ha ido a una "doble pantalla flexible".
Pero no, no es el primero ni mucho menos que apuesta por este formato. Lo recordamos ahora con los antecedentes de este diseño y otros lanzamientos muy peculiares, haciendo un repaso de los smartphones con los diseños más particulares y arriesgados (en algún caso) que hemos visto hasta el de ayer de ZTE.
2011: el año de las bisagras
Uno de los primeros en intentar romper esa tendencia de la que hablábamos, la de un smartphone con una "gran" pantalla táctil protagonizando el frontal (desde aquel primer iPhone y otros como el Galaxy Nexus), fue el Kyocera Echo. Un smartphone que apostó por la doble pantalla separada en dos paneles unidos por bisagras.
Fue el primer teléfono con doble pantalla táctil, las cuales interactuaban entre sí. Por ello daba lugar también a varios modos de funcionamiento: una aplicación por pantalla, aplicaciones interactuando entre ellas y modo tablet, si bien no incorporaba multitarea como tal.
El Kyocera Echo fue el primer terminal con doble pantalla táctil
En perspectiva no sería de extrañar que hubiese sido una inspiración para el nuevo ZTE Axon M, aunque este mismo año vimos otras propuestas basadas en bisagras por parte de otros fabricantes como Samsung. El Samsung DoubleTime llegaba sólo un mes más tarde con también dos pantallas y además un teclado físico completo, pero la aplicación fue distinta al Echo y con menos sentido al mostrar exactamente lo mismo, como explican al recordar ambos móviles y otros que apostaron por distintos tipos de doble pantalla en Xataka Android.
Pero si Samsung se atrevía con bisagras, Sony no iba a ser menos. Unos meses después de conocer el Echo los japoneses presentaban el Sony Tablet P. Sin ser un smartphone, la forma nos recuerda mucho a aquel Kyocera y al Axon M que hemos conocido ahora, dado que en esta ocasión integraba dos pantallas con una diagonal de 5,5 pulgadas, un tamaño muy actual y más aproximado a las 5,2 de las pantallas del de ZTE.
El juego entre las dos pantallas permitía dividir la aplicación principal, de modo que el teclado, panel de control o controles de reproducción quedasen en la secundaria. La idea también era emular un libro de papel al usar las dos pantallas como páginas independientes.
No, la doble pantalla tampoco es novedad
Si las bisagras ya tuvieron su momento, la doble pantalla tampoco es algo que haya inventado ZTE como veíamos en ese post de Xataka Android que enlazábamos. Cierto es que por el hardware y software actuales la doble pantalla del Axon M sí permite esa multitarea real que tanto matizaron en la presentación (y que sus precedentes no tenían), pero lo de montar dos pantallas en un móvil y dar un golpe en la mesa con respecto a lo convencional lo tenemos visto y de varias maneras.
Corría el año 2013 cuando conocimos al Yotaphone, un terminal que integraba un sistema de doble pantalla de 4,3 pulgadas, siendo una un LDC tradicional (con resolución 720p) y otra de tinta electrónica (360 x 640 pixeles). Un primer móvil de una compañía modesta que apostaba por una línea muy distinta de lo que veíamos en terminales coetáneos como el Nexus 5 o el iPhone 5s, y que se repitió en una versión mejorada con el YotaPhone 2.
Y parece que el fabricante tiene aún más que ofrecer con este formato, que sigue siendo una opción muy distinta a la tendencia del mercado en cuanto a factor forma (y a número y tipo de pantalla), dado que en agosto supimos que habría un YotaPhone 3, con una pantalla AMOLED de 5,5 pulgadas y resolución FullHD y una de tinta electrónica de 5,2 pulgadas y resolución HD 1.280 x 720.
Otras dobles pantallas las hemos visto de manera más discreta en el LG V10 o el HTC U Ultra, siendo doble por una división de un mismo panel. Distinto a lo que hemos visto en el Meizu Pro 7, el cual sí monta una pantalla secundaria complementaria en su parte trasera y que resulta un soplo de aire fresco más evidente en cuanto a la diferenciación en diseño y uso.
Teléfonos como tejas, teléfonos como mecedoras
Pasada la (primera) época de bisagras, en LG y Samsung pensaron que podía hacerse algo distinto, en parte dejando a un lado las dobles pantallas y la aplicación en cierto modo brusca que suponía esa característica. Su apuesta: la flexibilidad en los paneles, plasmada con la curvatura de los teléfonos en sus ejes horizontal y vertical.
La curvatura en las pantallas ya vino con los paneles flexibles
El Samsung Galaxy Round vino en 2013 con una pantalla de 5,7 pulgadas y resolución FullHD (1.920 x 1.080 píxeles) la cual dibujaba una curva sobre el eje vertical, quedando un teléfono con forma de teja. Sin dejar claras las ventajas de este diseño más allá de una experiencia de uso distinta, no parece que la idea tuviese buena acogida cuando no vimos más generaciones de este terminal.
Del que si vimos una segunda generación fue del LG Flex, unos teléfonos que apostaban por la flexibilidad para una mayor resistencia (como bien comprobamos en su análisis) adoptando una curvatura en el eje longitudinal. El LG Flex 2 mejoraba con un tamaño más manejable, así como con mayor resolución y hardware actualizado, y el LG G4 también dibujaba esa joroba.
Y el LG Flex 3... Finalmente no vino, y viendo que la línea G de buques insignia tampoco repitió no parece en perspectiva que esta curvatura tuviese buena recepción en el mercado.
Cuando la curva llega demasiado pronto (o demasiado "rara")
Hablando de curvas, en 2017 nos hemos encontrado una Samsung que no entiende ningún tope de gama sin pantalla curva. Ambos Samsung Galaxy S8 (y también el Note 8) dibujan curvas en sus paneles sin opción a modelo estándar o flat, como sí hubo con los Galaxy S6, S6 Edge y S6 Edge+, así como con los Galaxy S7, S7 Edge y Note 7 (el primero de esta gama con pantalla curva).
Pero el pionero en ese ya extinto apellido Edge fue el primero en llevarlo: el Samsung Galaxy Note Edge. Los coreanos introdujeron la curvatura en un sólo lado con un panel de 5,6 pulgadas con resolución QHD (2.560 x 1.600 píxeles) que resultó ser un terminal demasiado grande que además no resultaba cómodo en el caso de usuarios zurdos.
Con el tiempo hemos visto que la aplicación del diseño mejoró hasta el punto de ser esa condición sine qua non para sus buques insignia. ¿Y el futuro? Pues parece que Samsung quiere ir más allá con las pantallas distintas y los diseños innovadores y lleva años barruntando un teléfono con pantalla flexible, pero flexible por definición y sin bisagras, y parece que la fecha para conocerlo está ya próxima.
Para distinto un smartphone que se desmonta
Otro tipo de diseños y opciones distintas a lo convencional llegó con los teléfonos modulares. LG decidió apostar de nuevo con su buque insignia en 2016, con el LG G5, dotándolo en esta ocasión de diseño muy distinto a lo que habíamos visto hasta el momento: más redondeado, compacto y dando opción a acoplar distintos módulos por su base.
No obstante, los topes de gama de LG de este año han sido "más conservadores" en el sentido de no ir por un camino tan distinto a lo habitual, quizás por baja acogida (o bien para quedarse en algo más práctico) y que pudiese adherirse a la corriente reducir marcos y redondear bordes. Así fue el LG G6, un terminal que, como el LG Q6 y el LG V30, se olvida de módulos.
Motorola también ha apostado por esto, aunque con una aplicación que sí ha postergado en varios modelos, posiblemente al resultar algo más práctica al no obligar a apagar los terminales. Los Moto Mods o las distintas carcasas traseras se acoplan y complementan a ciertos smartphones de la casa a partir del Moto Z, viéndolo también en los Moto Z2 Play y Z2 Force.
Así, por el momento vemos que el fabricante estaodunidense mantiene esta propuesta, que pese a no ser ni mucho menos la primera en forma de módulos (estuvieron los carraspeos de Project Ara, Puzzle Phone o el Fairfone) representa algo de distinción con respecto a lo general (aunque no barata).
Cámaras que se doblan, pero sobre sí mismas
Integrar dos cámaras en un terminal era un reto sólo teniendo en cuenta lo reñidos que están los milímetros en el interior del mismo. Poco a poco han ido haciéndolo desde aquel HTC One M8 variando en disposición y funciones, en horizontal o también en vertical como el Nokia 8 o el iPhone X, pero Oppo una vez giró justo en la dirección contraria para no doblar cámaras, sino reducirlas a la mitad.
En 2014 el fabricante chino presentaba un nuevo buque insignia, el Oppo N3, que incorporaba una única capa giratoria para usar como trasera y como frontal. Muy al estilo de los portátiles antiguos que en ocasiones integraban su webcam en un módulo giratorio similar. La cámara se componía de un único sensor de 16 megapíxeles, doble flash LED y una apertura de f/2.2, y la rotación estaba motorizada (podía girarse sin usar las manos).
Innovar, arriesgar y diferenciarse: tres pilares tan relacionados como distintos
Dice la Real Academia de la Lengua Española que innovar es "Mudar o alterar algo, introduciendo novedades". Atendiendo a esto sin más consideraciones tendríamos que, por definición, todos los smartphones innovan, al "alterar" lo anterior con nuevas combinaciones de SoCs y RAM, nuevos sensores en las cámaras, colores o actualizaciones de software.
¿Es así? ¿Nos parece todo innovador? No, no al menos a quienes seguimos todo esto con algo más de exhaustividad (e incluso pasión). En un sentido más profundo (y quizás más reflexivo y práctico a la vez), una innovación es aquel cambio que cala, que deja huella y que no es producto de un brainstorming improvisado o con prisas, sino de un proceso a conciencia para crear un nuevo estándar, un punto de inflexión.
Sobre esto ya reflexionamos al hablar de si los móviles se habían vuelto aburridos en diseño, recordando propuestas tan distintas como aparentemente absurdas como Runcible. Están las ideas de premiar lo aburrido o de que la originalidad salga cara, pero en realidad se trata de entender qué es arriesgar y que no, y que no tiene sentido alabar lo original si va a resultar poco práctico, caro o un sinsentido.
¿Es arriesgar sacar una idea del baúl de los recuerdos para actualizarla? Tendremos que esperar un poco para ver cómo resulta en la práctica el ZTE Axon M, pero lo que nos queda claro tras este repaso a tanta propuesta distinta es que arriesgar no es ser loco, sino valiente, y que la clave de innovar no es dar la nota, sino dar en el clavo.
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