El mundo de los superyates es muy peculiar. Parece estar en evolución constante, demostrando que siempre pueden existir proyectos más grandes, caros y lujosos. Y, cuando eso no es suficiente, también aparecen en escena barcos de apoyo con su propio helipuerto y hasta la capacidad de desplegar minisubmarinos o motos de agua.
Los superyates entregados en las últimas décadas, como el de Jeff Bezos, suelen destacar por su diseño vanguardista. Es decir, se caracterizan por líneas modernas y añadidos tecnológicos en pos del confort y entretenimiento de los pasajeros. Pero no todos los que compran este tipo de barcos se sienten atraídos por la modernidad.
Superyates de diseño clásico en el siglo XXI
Algunos prefieren los superyates clásicos. Uno de ellos es el empresario británico Neil Taylor. Tal y como recoge Robb Report, el multimillonario estaba obsesionado con el Corsair IV, un barco icónico por sus características, historia y final trágico. Se trataba de uno de los lujos más preciados del famoso banquero JP Morgan júnior.
El exitoso hombre de las finanzas estadounidense se encargó de continuar con la tradición familiar. Su padre, JP Morgan (imagen de abajo), había gastado millones de dólares en dos barcos de lujo, el Corsair, el Corsair II y el Corsair III. De hecho, cuando este último se botó en 1898 un periodista le preguntó cuánto costaría operar el superyate. La respuesta de Morgan padre fue la siguiente: “Señor, si tiene que hacer esa pregunta, no puede permitírselo”.
Como señala SSMaritime, JP Morgan júnior encargó al astillero Bath Iron Works el Corsair IV. Y el proyecto era realmente descomunal para la época: se trataría del barco privado más grande construido en Estados Unidos, y estaría repleto de lujos y detalles de diseño. Finalmente, el proyecto se hizo realidad en 1930.
Morgan júnior recibió el barco, lo apodó “Princess of the Sea” y lo disfrutó durante años. Esto cambió con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, cuando el Corsair IV pasó a formar parte del Almirantazgo Británico, y más tarde fue vendido Pacific Cruise Lines, donde volvió a reconvertirse, esta vez como crucero de lujo.
El Corsair, como decimos arriba, tuvo un final trágico. En 1949 se encontraba navegando frente a la costa de Acapulco cuando impactó con unas rocas. El caso resultó gravemente dañado y el barco que había pertenecido a JP Morgan júnior se hundió. Afortunadamente, todos los pasajeros y tripulantes fueron evacuados y ninguno resultó herido.
La “reencarnación” del Corsair como Nero
A principios de la década del 2000, el mencionado empresario británico, Neil Taylor, empezó la ardua tarea de comprar un barco usado para restaurar con un diseño lo más parecido posible al Corsair VI. Aquella tarea no dio sus frutos y el multimillonario tomó una drástica decisión: fundar su propia empresas y dirigir el diseño y la construcción de una réplica.
Así, el fabricante de yates chino Yantai CIMC Raffles Shipyard se puso manos a la obra y en 2008 entregó el superyate de 90 metros que fue apodado como Nero. Lo curioso es que la creación de Taylor no permaneció en su poder. Un año más tarde fue puesto a la venta, y cambió de propietario varias veces con el paso de los años.
En la actualidad está en manos de Burgess Yachts, que alquila el yate. La compañía señala que “encarna todo el glamour de la era dorada de la navegación”. Nero cuenta con un sistema de propulsión convencional impulsado por dos motores diésel MAK 9M20 Caterpillar, que alcanza una velocidad máxima de 17 nudos y una velocidad crucero de 13 nudos.
Si hablamos del interior, nos encontramos con un gimnasio con cintas de correr, bicicletas y máquinas fitness. También hay pesas, colchonetas y esterillas. En la cubierta superior hay un salón de belleza con esteticista y masajista. Además, la mayor parte del barco se encuentra decorado con alfombras y madera, así como con mueves, sofás y obras de arte.
La versión contemporánea de este clásico, tiene seis camarotes con modernas pantallas y una suite principal que incluye un baño privado, un estudio y un salón dedicado. En la cubierta de proa hay una piscina de 5,7 metros, un jacuzzi en la terraza, una sala de cine y un tobogán inflable con destino al mar. Y, por cierto, hay conectividad WiFi en todo momento.
Imágenes: Matthasaproblem (Wikimedia Commons) | Burgess Yachts
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