A los consumidores puede darnos la sensación de que el déficit de circuitos integrados que emergió con la pandemia ha pasado a mejor vida, pero, en realidad, se trata de un espejismo. Algunas industrias continúan enfrentándose a una escasez de semiconductores que está lastrando profundamente su negocio, y una de ellas, quizá la que más está sufriendo, es la del automóvil.
Renate Vachenauer es la máxima responsable de aprovisionamiento de componentes en Audi, y parece tenerlo muy claro: "Nos va a llevar años recuperarnos, después de todo. Y eso a pesar de que estamos invirtiendo miles de millones de dólares para solucionarlo". No cabe duda de que no es un pronóstico muy halagüeño. La industria del automóvil germana, la mayor de Europa, tiene un impacto muy profundo en la economía de Alemania, por lo que es evidente que para este país este es un sector estratégico.
Objetivo: estabilizar la cadena de suministro de circuitos integrados
Alemania tiene un plan para resolver este desafío. En la coyuntura actual de tensión entre la alianza liderada por EEUU y China por un lado, y el déficit de chips por otro, el Gobierno alemán está dando los pasos necesarios para reducir su dependencia de los semiconductores que proceden de Asia o EEUU y repensar toda su cadena de suministro. No cabe duda de que esta es la estrategia más eficaz cuando el objetivo es desvincularse de los vaivenes del mercado global.
Intel está preparándose para construir una planta de chips de 30.000 millones de euros en Magdeburgo
Sin embargo, este plan tiene un problema: requiere mucho tiempo. Esto es, de hecho, de lo que nos habla Vachenauer en su declaración. El Ejecutivo alemán está creando el caldo de cultivo propicio mediante subvenciones millonarias para que los grandes fabricantes de chips pongan a punto nuevas fábricas de vanguardia en suelo alemán. Intel está preparándose para iniciar la construcción de una planta de circuitos integrados de 30.000 millones de euros en Magdeburgo, y TSMC está cerrando la negociación para poner a punto una fábrica de 10.000 millones de euros en Dresde.
Según Ignacio Mártil de la Plaza, catedrático de Electrónica en la Universidad Complutense de Madrid y un experto en semiconductores y energía solar fotovoltaica, "una fábrica de chips de vanguardia tarda no menos de cuatro años en estar plenamente operativa". Es evidente que, además del tiempo que requiere la construcción del edificio, es imprescindible instalar en él los carísimos y complejos equipos fotolitográficos que intervienen en la producción de los circuitos integrados.
Con toda probabilidad este es el plazo de tiempo durante el que la industria del automóvil alemana va a adolecer en mayor o menor medida de un déficit de circuitos integrados. Mientras tanto Renate Vachenauer defiende que la manera más eficaz de atajar este problema pasa por reducir la variedad de chips que requieren los coches actualmente (unos 8.000 tipos de circuitos integrados distintos): "Tenemos que encontrar la forma de estabilizar la cadena de suministro de semiconductores y surtirla en la medida de lo posible".
Imagen de portada: Dan RO
Más información: Reuters
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