¿Puede la novela gráfica redescubrir, redimensionar y revalorizar una obra ya de por sí capital en la literatura castellana? De esto y otras cuestiones hablamos con Claudio Stassi (Palermo, 1978, residente en Barcelona) a propósito de su nuevo proyecto.
Stassi ha decidido embarcarse en 'Nada', adaptación de la popular novela ídem de Carmen Laforet, abordándola de la misma forma que ya adaptó 'La ciudad de los prodigios', de Eduardo Mendoza, con ese estilo correoso dibujando literatura a la manera de Hugo Pratt, con trazo ágil pero muy estudiado, donde la psicología de los personajes se cuela en elecciones de color inusuales. Pero, ¿qué es en realidad 'Nada'?
Un todo concentrado dentro de "nada"
Carmen Laforet (Barcelona, 1921 - Madrid, 2004) era una escritora en (y del) silencio. Comenzar en la literatura y hacerte con el premio Nadal con 23 añitos —el primero, de hecho—, no es cualquier cosa. Aun así, Carmen tuvo cinco hijos y cuatro novelas más.
Pero ninguna tan popular como su ‘Nada’, obra seminal que nos describe la ruina moral y social de una España traumatizada y dañada en gran parte sin culpa de nada. La confusión se cuela entre las sombras de una gran familia de desconfiados y envidiosos —inolvidable el pasaje del pañuelo blanco, aunque mejor evitemos spoilers— donde las ilusiones viajan en una maleta, como dice el verso, mientras la vida se va sucediendo.
“De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces". La dama que este año hubiese cumplido 100 años llegó a odiar su oficio. ‘Nada’ fue su catarsis.
Una novela que podemos encontrar en Planeta de Libros en rústica, de bolsillo e incluso en formato audilibro y que ahora redescubre de manera oportuna Claudio Stassi, recurriendo al guache y a pinceladas sucias y nerviosas. Capaces de oscurecer los pasajes más malditos de la novela, Stassi ha dado nueva vida a un clásico.
Un regalo, una invitación, un nuevo proyecto
Comencemos por el principio. ¿Cómo nace este proyecto? ¿La iniciativa fue idea tuya o sugerencia de David Hernando?
«Fue el día de Sant Jordi; le regalé a mi mujer el libro, bajo recomendación de un amigo. Cuando terminó de leerlo me dijo que yo tenía que adaptarlo porque era una novela extraordinaria, le había encantado y creía que era perfecta para mí para adaptar a novela gráfica. Confié en ella, leí el libro y realmente me impresionó. Me encantó. Así que se lo propuse a David Hernando, mi editor y allí empezó todo».
¿Cuánto duró la gestación (y gestión) del proyecto con el equipo de Planeta?
«Más o menos un año. Poco después del confinamiento empecé a trabajar en el libro y entonces, claro, con la situación que vivíamos, sumado a la temática, que es bastante, bastante dura... fue una montaña rusa de emociones. Fue un año duro pero al mismo tiempo estaba muy emocionado y honrado de poder trabajar en un libro tan icónico como el de Carmen Laforet».
¿Qué diferencias clave puedes destacar en ‘Nada’ frente a como encaraste ‘Me llamo Guiovanni’ o ‘La Ciudad de los Prodigios’?
«Son tres libros totalmente diferentes. ‘Me llamo Giovanni’ es un libro de carácter educativo que se ha vendido muchísimo en las escuelas italianas porque explica a los niños de manera accesible, directa y no demasiado cruenta lo que puede hacer la mafia y cómo fue derrotada por manos del juez Giovanni Falcone.
‘La Ciudad de los Prodigios’ es un polar, es una novela de género negro puro y duro ambientado en la Barcelona de las exposiciones universales, donde había picardía, donde hay prostitución, donde la maldad late en los bajos fondos. Está establecido como uno de los primeros libros feministas de la historia porque hay una crítica social a la época en que fue escrito. Hablamos de los años 40, de una dictadura y una pobreza familiar bastante evidente en una ciudad derrotada. Es un libro muy muy intenso y potente desde un punto de vista social y también histórico».
La gran Carmen Laforet ya no está con nosotros, ¿en qué “muletas” te apoyaste para desarrollar tu ‘Nada’, recortes, familiares de la autora, o tuviste libertad total y solo trabajaste de forma íntima con la obra?
«No decidí contactar con nadie porque para mí hablaba la novela. No era mi intención hacer un relato sobre la autora sino hacer una adaptación sobre la novela. Lo que sí hice fue trabajar en la documentación para ser lo más respetuoso posible en la representación gráfica de la Barcelona de aquel entonces. Aquella época, con matices por supuesto, no es tan diferente de la misma época que se vivió en la Italia de entonces, de manera que tenía recuerdos de cuentos que me relataban mi madre y mi padre sobre la vida en aquella época.
Tuve libertad total, trabajé en la obra sin ninguna presión pero también puedo decirte lo mismo con ‘La Ciudad de los Prodigios’, donde no tuve ninguna presión por parte de Eduardo Mendoza ni David Hernando. Tuve la total libertad de representar gráfica y narrativamente lo que consideraba más oportuno».
¿Te apoyaste en documentación del marco histórico-social de ‘Nada’ o preferiste abordar la obra desde un perfil más abstracto?
«Soy muy tiquismiquis en el tema de la búsqueda de documentación. Para mí es fundamental que si hablamos de la Barcelona de los años 30 se represente la Barcelona de los años 30. Me gusta que alguien que, con solo pasar las páginas, ya vea en qué época estamos. Tire de documentación fotográfica, vídeos y archivos históricos incluso, grabados… con el fin de ser lo más fiel a la Barcelona de aquel entonces».
¿Quién es para ti Andrea, la “protagonista”?
«Andrea es una chica de campo que vive en un pequeño pueblo del sur de España y con una beca universitaria se va a estudiar Letras a Barcelona. Se muda a casa de su abuela en la famosa calle Aribau; allí también viven sus tíos, su tía, la esposa de uno de los dos tíos y algunos animales.
De alguna manera lo que Andrea busca es descubrirse. Ella quiere saber quién es. Y le interesa estudiar, pero lo que ve alrededor de su familia no la deja despegar. Su tía Angustias —el nombre lo dice todo—, por ejemplo, le dice: hay dos tipos de mujeres, las que se casan y las que se hacen monjas. Y ella, sorprendida, piensa que igual hay otras posibilidades. Pero su familia es muy dura y Andrea está confundida, está perdida en un infierno de vida familiar que, de alguna manera, le corta las alas, y vive una situación muy dura con su tío, un machista que pega a su mujer o por ejemplo su tío Román, que de alguna manera es el que le cae mejor pero también tiene un lado muy oscuro. Se conoce como gran músico pero en realidad es tan vago y está tan perdido en sus locuras que al final desperdicia su talento. Y luego está su yaya, una tía muy dulce, pero que tampoco sabe mantener unida a la familia. Entonces Andrea se queda enjaulada dentro de este dibujo grotesco. Y ahí se da cuenta que venir a Barcelona igual no era una oportunidad tan buena; ahí es cuando su sueño se convierte en su peor pesadilla».
Al final de tu adaptación hay bocetos y concepts del diseño de personajes muy curiosos, transformaciones con notas como “más delgada”, “más cabrón”. ¿Tienes algún personaje favorito o alguno que “viste” en tu cabeza desde el primer minuto?
«Cuando leo un libro y tengo que hacer una adaptación lo primero que hago es localizar en mi cabeza el rostro de los personajes. Intento darles cara y muchas veces me salen caras de personas que conozco que de alguna manera tiene un carácter parecido al del personaje del libro. Entonces empiezo a hacer bocetos a partir de un amigo o un pariente o incluso una persona que encuentro por la calle o en el metro, y allí me detengo, lo focalizo, lo dibujo, los guardo y luego lo modifico.
En los personajes de ‘Nada’ trabajé muchísimo la caracterización. En todos los detalles. Quería que cada uno de ellos tuviera fuerza, personalidad. Si tengo que quedarme con uno, me quedo con la cara dura de Román, ha sido lo que más me ha divertido dibujar, también la maldad y esa sensación de perdedor de Juan, eso de no cuidarse, de estar siempre cabreado, de gritar… es algo que me costó dibujar pero creo haberlo conseguido. Y mi favorita es Andrea, que comencé a dibujarla a raíz de una foto de joven de mi madre. Es al que le tengo más cariño».
Cuéntanos sobre el proceso artístico, esa travesía convirtiendo largos pasajes en frases breves, esa paleta de verdes marrones y claroscuros y esa manera de retratar espacios cerrados de una Barcelona que, en teoría, ya no existe.
«Hacer adaptaciones no significa coger el texto del libro ponerlo en una página y poner un dibujo. Mucha gente cree que significa eso. No. Adaptar significa leerlo, sintetizar, modificarlo, encontrar una representación gráfica que pueda ser alternativa a la narración lineal… A veces, por ejemplo, había mucho texto y lo solucionaba solo con una imagen y esta imagen con una frase tenía que sintetizar una página entera de la novela. Esto es adaptar, crear una narrativa nueva, diferente, con un medio nuevo que es el cómic en este caso, respetando lo que es el libro.
En la adaptación también hay un peso en la parte del dibujo y otro en la parte del color. En ‘Nada’ decidí utilizar una un dibujo con una línea más clara, con menos negro respecto a ‘La ciudad de los prodigios, utilizando una paleta de colores más oscuros como por ejemplo los azules, los marrones, los verdes oscuros, porque el libro habla de una época histórica muy triste y se necesitaban colores oscuros que transmitieran ya sensación real de lo que era la tristeza de aquella época. Y, por supuesto, representar una Barcelona que ya existía, a través de la documentación y a través de mi propia experiencia de estar viviendo en esta ciudad desde hace doce años, que hace que pueda añadir detalles que conozco muy bien como las baldosas o, por ejemplo, el papel de las paredes. Esto hace que la adaptación pueda ser lo más fiel posible al original pero al mismo tiempo ser una obra nueva y diferente al original».
¿Se parece la Barcelona de aquellos días a tu Palermo natal o a alguno de los lugares donde hayas vivido?
«Barcelona se parece mucho a Palermo, pero Palermo es mucho más decadente. Igual la Barcelona de aquel entonces se parece a la Palermo de hoy. Hay callejuelas, balcones o edificios... bueno, no nos olvidemos que el reino de las Dos Sicilias se estaba en manos de la Corona de Aragón; entonces, históricamente, desde Nápoles hasta Sicilia, el sello español está impreso evidentemente en el carácter de la gente, en la cultura, en el idioma en algún caso con algunas palabras, y eso hace que si dibujo Barcelona no esté dibujando una ciudad que no conozco, sino que estoy dibujando mi ciudad».
Andrea es rebelde pero poco a poco se transforma en una más, está disconforme pero sufre esa inanición física que bloqueó a toda una generación. ¿Por qué crees que sucede esto, es una postura protectora, de supervivencia política?
«Yo creo que no es una chica rebelde, es más curiosa que rebelde, quiere vivir una vida diferente a las mujeres que tiene a su alrededor. Ella no quiere ser como Gloria, como Angustias, no quiere ser como su abuela. Quizá al principio ella quiera ser como Ena, pero incluso llega un momento que no quiere ser como Ena porque la rebeldía/locura que tiene Ena —luego se descubre por qué es así— a ella no le interesa. Porque incluso cuando comienza a acercarse a los artistas se da cuenta que son más convencionales de lo que pensaba. Andrea se está buscando a sí misma; Andrea está buscando a Andrea y sabe que no quiere ser como las mujeres de su alrededor y desde luego esto es un acto político, social, muy fuerte en aquella época.
Pensemos en el contexto: posguerra, dictadura franquista, un libro de crítica social muy fuerte sobre la figura de las mujeres, y consigue saltarse la censura con esta cosa de “estoy contando una historia”, siendo casi un hecho real, un cuento periodístico, un relato donde Laforet está criticando el sistema social y político a través de la literatura, y con este libro marca la crítica de un sistema conservador y lanza un guiño a la visión progresista que había en la época republicana y que iba a morir a través de la dictadura».
Hay quien compara ‘Nada’ con la fantasmagoría gótica de otros grandes clásicos como ‘Cumbres Borrascosas’. Como lector, ¿qué sentiste tú al conocer este relato?
«Cuando leí este libro me vino a la cabeza ‘Casa de muñecas’ de Ibsen, por dos razones. La primera: la manera de escribir de Carmen Laforet es muy lineal. Empieza en A y termina en Z, no hay narrativa de flashbacks o flashforwards. La segunda cosa es que me recuerda a la narrativa teatral: hay un plató, en este caso la casa de los abuelos, y van a una habitación, van a otra, y luego de vez en cuando y entonces el plató cambia, pero sigue siendo como una obra teatral».
Casi siempre eliges personajes realistas aventurándose en historias de realismo social. ¿Te aventurarías con el fantástico o simplemente sientes que no es tu estilo?
«Es que me gusta el social, me gusta el histórico, me gusta muchísimo el cine neorrealista italiano, Fellini... El fantástico me gusta mucho pero si tengo que dedicar un año de mi vida a representar algo y puedo elegir elegiría algo histórico, social o político. Pero también he trabajado en cómic de terror, para el mercado francés he trabajado y estoy trabajando en temática deportiva, de Fórmula 1 —aunque en realidad sí tiene una parte histórica—. De dibujar lo que menos me gusta es la ciencia ficción, como espectador sí que me encantan muchas películas de este género. Algún día sí que me gustaría algo de estilo post apocalíptico o de vaqueros en el viejo oeste. Pero de momento me quedo a gusto en este tipo de historias».
¿Qué viene o vendrá después de ‘Nada’?
«Estoy trabajando en una trilogía para el mercado franco-belga, para la editorial Dupuis. Es una aventura que me coge tres años de trabajo pero de aquí a algunos meses creo que trabajaré paralelamente en una nueva novela gráfica. Estoy hablando con David Hernando y estamos encontrando un encuadre, pero de momento no puedo decir nada más. En un futuro cercano hablaremos de esta nueva aventura».