La educación ha dejado de ser analógica. Los libros tradicionales siguen siendo un componente importante de los procesos educativos, pero un número creciente de conocimientos, competencias y habilidades depende de plataformas y herramientas digitales.
Esta digitalización de la enseñanza ha pasado por diferentes estadios hasta llegar a lo que llamamos “enseñanza 4.0”. En ella, destaca la integración de los ordenadores como herramientas proactivas que alumnos y profesores usan para intercambiar competencias y conocimientos.
Portátil, sí. ¿Pero cuál?
En un contexto de preeminencia de la movilidad, así como aceleración de la transformación digital en el que la presencialidad exclusiva está dando paso a entornos de aprendizaje en remoto e híbridos es donde los ordenadores portátiles mandan. Y una elección acertada, equilibrada y bien dimensionada resulta clave.
Si apostamos por lo más reciente en plataforma Intel, los procesadores de 11ª Generación son una propuesta de gran valor para el segmento portátil al combinar un rendimiento de CPU que concuerda con un amplio rango de necesidades, desde las más básicas (Core i3) hasta las más exigentes (Core i7 y plataforma EVO), y un rendimiento gráfico también gradualmente más ambicioso para la GPU Iris Xe.
Además, los Intel Core de 11ª Generación exhiben conectividad WiFi 6 y Thunderbolt 4, lo que facilita la interacción con periféricos como pantallas 4K, otros equipos y plataformas de aprendizaje o herramientas de enseñanza incluso en los escenarios de uso más avanzados.
Con sus procesadores de última generación, Intel consigue reducir el número de elementos que se necesitan en un portátil para ofrecer rendimiento de CPU, GPU y conectividad. Esto hace posible que los portátiles sean más delgados, ligeros y eficientes que con generaciones anteriores.
Educación Primaria: acceso al conocimiento y telepresencia
En esta primera etapa educativa, que abarca desde los 6 a los 12 años, el foco está puesto en la impartición de conocimientos básicos y, en gran parte, analógicos, por lo que las digitalizaciones de contenido tienen un sólido sustento analógico.
En estas edades tempranas, en un momento en el que la lectura y la escritura son materias que se imparten dentro del proceso de aprendizaje, parte de la enseñanza se basará en interacciones táctiles, visuales y auditivas. Así, los ordenadores portátiles más apropiados serán 2 en 1 con procesadores Intel Celeron, Intel Pentium o Intel Core i3 y Core i5 de 11ª Generación con gráficos integrados.
La carga gráfica de las herramientas que han de manejar los escolares de Primaria se mueve perfectamente con las tecnologías de gráficos integrados de Intel, al tiempo que se maximizan aspectos como la autonomía. Si hablamos de usar juegos como recurso del proceso educativo, los gráficos Iris Xe de los Core i5 serán mejor opción que los UHD de los Core i3, los Pentium o los Celeron.
Por su lado, si optamos por la nueva categoría Chromebook con pantallas táctiles 2 en 1 y sistema operativo Chrome OS, especialmente si en el centro educativo se usa una plataforma cloud como las que ofrece Google, podemos quedarnos con procesadores más modestos en número de núcleos. De hecho, las necesidades de rendimiento quedarían cubiertas con dos núcleos. No obstante, en equipos Windows 10, lo ideal será tener 4 núcleos físicos (y hasta 8 lógicos).
La memoria RAM puede ser de 4 GB y el almacenamiento de 64 GB. Sin embargo, si nos centramos en los últimos cursos de Primaria, quizá podamos plantearnos subir a 8 GB de RAM e incrementar el espacio de almacenamiento, pues es factible que nos “quedemos cortos” al dar el salto a Secundaria.
Educación Secundaria: encontrando la vocación
Con estudiantes de 12 a los 16 años, este período es el que servirá para empezar a encontrar aficiones, intereses y vocaciones. Aquí, la casuística es muy amplia y empezamos a detectar que la variable “chaval” importa.
Podemos encontrarnos con chavales que empiezan incluso a programar y con una vocación entusiasta y autodidacta muy marcada. Pero también están aquellos que se ciñen a las pautas de los programas educativos y dirigen sus energías más hacia tareas de índole social, artística, deportiva, lúdica, o en las que priman actividades como la lectura, la fotografía y el consumo de contenidos.
Para satisfacer la dimensión autodidacta, es interesante elegir equipos más solventes que los rigurosamente exigidos para seguir las clases. Un procesador Core i3 de 11ª Generación con 4 núcleos físicos y 8 GB de RAM más 128 GB de almacenamiento es una solución adecuada para plataformas Windows, frente a los 4 GB de RAM con 64 GB de almacenamiento y procesador Core i3 que son aceptables para el alumnado menos "friki".
No obstante, un Core i5 ofrecerá un plus de rendimiento que otorga más versatilidad si el chaval tiene mayores inquietudes y usa aplicaciones relacionadas con la autoría multimedia, la ciencia de datos, simulación, edición o programación. Incluso 16 GB de RAM pueden ser interesantes de cara a proteger la inversión de cara al Bachillerato, aunque este tipo de configuraciones, en Secundaria, serán la excepción.
El gaming empieza a ser también una actividad de interés, aunque este no debería ser un criterio esencial para elegir ordenador. Además, los portátiles gaming presentan el inconveniente de ser más pesados y caros, y tareas como la programación, salvo que estemos ante un genio del código, no requieren un equipo especializado en juegos.
Más sustancial en esta etapa es la portabilidad: posiblemente los estudiantes ya no vayan directamente a su casa y se queden tiempo en la biblioteca o en casas de amigos, por lo que también serán relevantes la autonomía de los equipos y que no pesen en exceso.
Los portátiles con Intel Core i5 y gráficos integrados Intel Xe ofrecen un buen equilibrio entre rendimiento, autonomía y portabilidad en tamaños de pantalla de 13’’ a 15’’. Aquí es importante elegir procesadores Intel de 11ª Generación, en los que el rendimiento gráfico mejora de forma notable frente a la generación anterior. Un portátil 2 en 1 o convencional servirá para el caso que nos ocupa.
Bachillerato y FP: más conocimientos y especialización, más exigencia de rendimiento
En esta parada formativa, ya encontramos estudiantes que tienen las miras puestas en el mercado laboral. Los proyectos y prácticas que se acometen se acercan mucho a actividades reales de un escenario profesional, lo cual añade un punto más de exigencia a los portátiles que se destinen a la educación.
Por supuesto, depende de qué materias y áreas educativas se aborden. En algunos casos, no hallaremos requerimientos muy diferentes a los de la ESO. Entre ellos, la multitarea o el uso de herramientas de productividad para la creación de documentos o presentaciones, así como para el acceso a contenidos digitales y plataformas de aprendizaje a distancia.
En otros, los estudiantes pueden haberse especializado ya en áreas como la programación, orientándose, por ejemplo, hacia la de videojuegos. O en campos como el diseño mediante control numérico, la simulación o el diseño gráfico. Tal vez estemos ante perfiles que apuntan maneras en disciplinas como los eSports.
De cualquier modo, son necesidades que precisan de soluciones tecnológicas con mayor rendimiento. Los portátiles con procesadores Intel Core i7 o incluso Core i9 de 11ª Generación son idóneos para este tipo de tareas, más configuraciones de 16 GB de RAM y 256-512 GB de almacenamiento interno.
Podemos optar por formatos 2 en 1 o convencionales. Todo se encuentra en función del uso que demos al equipo como tableta o si los escenarios de movilidad que frecuentemos se benefician de, por ejemplo, poder abatir el teclado en un momento dado bajo la pantalla o desacoplarlo directamente.
En el caso concreto de los eSports, será recomendable decantarse por portátiles con tarjetas gráficas dedicadas, y procesadores Intel Core con un mayor rendimiento de las familias “H”. Obviamente, a cambio acusaremos un mayor peso y tamaño en los ordenadores que equipen estos procesadores: es el precio del rendimiento.
No obstante, si los juegos con los que competimos o entrenamos no son especialmente exigentes, como puede suceder, por ejemplo, con LoL, los portátiles con Intel Core i7 de 11ª Generación de gamas más altas, con gráficos Intel Xe bajo el paraguas de la plataforma Intel Evo, brindan capacidades más que suficientes para adentrarse en este mundo.
Muchos de los criterios aplicables al Bachillerato y la Formación Profesional se aplican también a la Universidad, pues es una extensión de este periodo formativo donde los estudiantes ya tienen claro (o bastante claro) a qué van a dedicarse profesionalmente.
STEM: el rendimiento es esencial
En general, la formación STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) es la que más exige a la tecnología de los portátiles. La plataforma óptima, salvo que necesitemos una gráfica dedicada, es la Intel Evo. Todos los aspectos de funcionamiento responden a niveles de exigencia un escalón por encima de los equipos estándar, lo cual se traduce en un menor tiempo para la ejecución de tareas, conectividad más ágil, autonomías prolongadas o transferencias de archivos ultrarrápidas.
Esta plataforma es también válida para afrontar proyectos didácticos con software profesional y adentrarse con solvencia en materias como la autoría multimedia, la creación de contenidos o el diseño.
Para aquellos casos en los que se requiera una tarjeta gráfica dedicada, como en los eSports, escenarios de uso de aplicaciones de realidad virtual, programación de videojuegos o aplicaciones científicas que se beneficien del paralelismo de las tarjetas gráficas discretas, los PC gaming con CPUs Intel Core de 10ª o 11ª Generación de las familias Comet Lake-H o Tiger Lake-H son una buena propuesta, con unas prestaciones excepcionales a costa de aumentar el peso y tamaño de los portátiles.
Enseñanza 4.0: el portátil como catalizador del conocimiento
El aprendizaje, en este tiempo, ya no se entiende en muchos casos sin un portátil. No garantiza que los estudiantes adquieran los conocimientos necesarios para completar su formación, pero sí son ya un catalizador que establece diferencias entre aquellos que cuentan con uno y los que no. Y, dentro del primer grupo, también se marcarán distancias entre los que tienen un buen portátil y los que no disponen de uno acorde a las necesidades de cada ciclo formativo.
Además, los portátiles abren la puerta al desarrollo de competencias que surgen de la vocación y el talento de los estudiantes. Si un estudiante tiene inquietudes en un área de conocimiento o una competencia profesional, el portátil hace posible que se expresen y se conviertan en una habilidad concreta y tangible.
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