Dentro de la "gran ola" que estamos surfeando alrededor de la innovación abierta y las startups, hay una palabra que desde hace unos años, seguro, que nos suena: hackaton. Un hackaton (palabra compuesta por hack y marathon) es un evento orientado a desarrolladores (mejor dicho, hackers) para que en un corto espacio de tiempo (de ahí lo de marathon) sean capaces de desarrollar un proyecto de manera colaborativa y "encerrados" en un mismo sitio.
Desde un punto de vista formal, y quizás teórico, el hackaton es una gran herencia de la cultura hacker que nació en el MIT a principios de los años 60; trabajar de manera colaborativa y compartir esfuerzos (y líneas de código) para hacer proyectos más grandes y avanzar más rápido, algo que no dista demasiado del enfoque que hoy se le está dando a este tipo de eventos.
Actualmente podemos encontrar hackatones de diversa índole; promovidos por empresas (Telefónica, General Electric, Endesa, Genera Games, etc.), Gobiernos regionales, Ayuntamientos o por asociaciones ciudadanas o entidades sin ánimo de lucro que lanzan a la comunidad de desarrolladores retos y problemas que podrían ser solventados con un poco de esfuerzo, tiempo y, por qué no decirlo, un poco de pizza y cafeína.
Sin embargo, dependiendo a quién le preguntemos y, evidentemente, quién esté detrás de la organización de un hackaton, los resultados que estos generan y el impacto de estas soluciones es muy dispar.
¿Puede ser un hackaton el germen para una startup? ¿Realmente se resuelven problemas reales con soluciones que luego se pueden implementar? ¿Qué ganan las empresas que están detrás de los hackatones?
Son múltiples las preguntas que surgen alrededor de este tipo de eventos y, sobre todo, si el esfuerzo y recursos dedicados por los participantes tiene, realmente, un rédito directo tanto en su formación profesional como en el entorno (al solventar un supuesto problema real).
Hackatones y el "lado bueno de las cosas"
Una buena forma de arrancar el análisis es entender en qué consiste un hackaton y cómo funciona.
Un hackaton es un evento de un par de días de duración en el que se trabaja de manera colaborativa, con equipos multidisciplinares (aportando así distintos puntos de vista) y con el objetivo de solventar un problema concreto; una especie de encuentro en la que se fomenta el networking, compartir conocimiento, fomentar el aprendizaje basado en la resolución de problemas, colaborar con otras personas (que pueden tener un desarrollo formativo y profesional distinto al nuestro) y fomentar la cultura del feedback y la autocrítica para la mejora continua.
Casi todas las universidades de Estados Unidos organizan actividades alrededor de los hackatones como germen para desarrollar ideas que, con la continuidad adecuada, se pueden materializar en startups y, por tanto, en empresas reales que están impulsadas por equipos multidisciplinares.
Desde esta perspectiva, un hackaton puede aportar mucho a un desarrollador, sobre todo si éste no tiene demasiada experiencia y está dispuesto a poner en práctica lo aprendido en un proyecto real (y esto de "proyecto real" es importante porque la "magia" de un hackaton es la de resolver problemas reales).
Si a todos estos valores le sumamos la posibilidad de aportar tu granito de arena en solventar un problema real o, directamente, hacer del mundo un lugar mejor; la motivación que puede tener un participante es bastante importante, puesto que es un aporte para tu desarrollo profesional (currículum, premio, conocimiento, contactos, etc.) y también para tu propio desarrollo personal (motivación, sentimiento de utilidad, compromiso, etc.).
En este sentido, un hackaton es una gran oportunidad para extender tu red profesional de contactos. Estás uniendo a profesionales de distinto tipo (desarrolladores, diseñadores, periodistas, etc.) en un mismo equipo en el que van a trabajar de manera intensa; por tanto, además de aprender a trabajar "bajo presión", están estrechando lazos profesionales que pueden dar pie a nuevos proyectos.
Precisamente, este es uno de los aspectos que nos destacó Félix Ontañón de OpenKratio cuando le preguntamos por su experiencia en hackatones relacionados con el mundo del open data y el gobierno abierto:
Lo mejor de un hackaton es la gente buena con la que te quedas y con las que acabas planteando iniciativas más ambiciosas a posteriori. Es un buen sito para encontrar compañeros de viaje para otras aventuras: periodistas, diseñadores, expertos en comunicación, informáticos... gente de variado perfil y potencial.
Si a esto le sumas la posibilidad de entrar en contacto con empresas (que aportan APIs y frameworks), un hackaton puede ser una buena forma de ampliar conocimientos y desarrollar nuevas habilidades.
¿Y qué pasa con los resultados? En este sentido, Alan Lazalde, profesor universitario en Ibero México, apunta a la satisfacción de desarrollar soluciones para "mejorar el entorno" y en la vertiente más social de este tipo de iniciativas como uno de los factores de éxito:
Al menos en México, he visto mejores resultados en los hackatons de open data. La mayoría tienen toque académico y social, y se ha formado una comunidad interesante.
No solamente lo social tiene éxito en un hackaton, también han llegado a surgir empresas que hoy tienen un peso importante dentro del sector o que terminan siendo adquiridas por un big player. GroupMe, por ejemplo, nació en el hackaton del TechCrunch Disrupt 2010 y, al año siguiente, fue adquirida por Skype en una operación de 80 millones de dólares.
Además, tampoco es extraño que dentro de procesos de innovación abierta, grandes empresas recurran a la agilidad de un hackaton para recibir ideas de nuevos productos o servicios, mejorar productos o procesos existentes e, incluso, ver en acción a desarrolladores para captar talento que incorporar a las filas de la compañía.
El lado oscuro de los hackatones
Sin embargo, no todo es siempre tan bonito como puede parecer a simple vista y los hackatones, al igual que despiertan simpatías y presentan muchas ventajas, también tienen su lado oscuro y reciben sus críticas.
Es cierto que un hackaton puede ser una vía para desarrollar procesos de innovación abierta dentro de una empresa, sobre todo si a la empresa le cuesta mucho desarrollar nuevas ideas y, por tanto, tomar un poco de "aire fresco" en forma de desarrollo de nuevos productos/servicios o desarrollar una nueva forma de relación con sus clientes.
Gracias a un hackaton se pueden desarrollar ideas nuevas, es decir, desarrollar productos o servicios disruptivos que ofrezcan a las empresas nuevas vías de negocio. Sin embargo, ¿es lícito desarrollar productos a base de tener a desarrolladores trabajando durante 24 o 48 horas de manera gratuita?
Aquí es donde empiezan buena parte de los problemas y críticas vinculadas al mundo de los hackatones. ¿Tiene sentido pagar por asistir a un hackaton? ¿Tiene sentido pagar cuando estás trabajando en el desarrollo de una idea para una gran empresa? ¿Qué es lo que gana el participante de un hackaton más allá de los contactos y la experiencia?
Partiendo de la base de "malvivir" durante dos días a base de café, refrescos y pizza, el asistente al hackaton no es simple "mano de obra barata" destinada a resolver los problemas de una compañía concreta. Hay un salto importante entre "mejorar el mundo" y desarrollar un servicio para que una empresa abra una nueva línea de negocio; por tanto, son escenarios distintos que deberían funcionar bajo parámetros distintos (el primero es más voluntarioso que el segundo que es mucho más mercantilista).
De hecho, cuando mezclamos las ganas de hacer cosas y las aspiraciones de los asistentes a un hackaton con el mundo mercantil, el ambiente puede llegar a enrarecerse: ofertas para usar APIs y entornos de desarrollo orientadas a captar desarrolladores (y hacerlos cautivos de productos y servicios), desarrollo de servicios o ideas que luego termina explotando un tercero, hacer consultoría para una gran empresa...
¿Y qué pasa con los resultados? El principal fallo de un hackaton es la falta de continuidad. Todas las fuentes consultadas acaban llegando a la misma conclusión: "los proyectos no se acaban alargando mucho en el tiempo" y, por tanto, se terminan muriendo porque falta el empuje necesario para seguir trabajando.
Los resultados son altamente efímeros debido a la falta de seguimiento de los proyectos
Esta falta de empuje puede venir por múltiples vías y, por ejemplo, en un hackaton se puede tener una buena idea de la que solamente se realiza el desarrollo conceptual; por tanto, nunca se ha evaluado si el producto o servicio es realmente implementable y tiene un mercado potencial capaz de sustentarlo. Pero como apuntaban tanto Alan Lazalde como Félix Ontañón cuando hablamos con ellos, la falta de seguimiento y, por tanto, lo efímero de un hackaton influye mucho en la falta de resultados.
También ha habido un abuso de la buena voluntad y energía de los nuevos programadores y participantes, particularmente en hackatones organizados por algunas empresas
¿Qué se podría mejorar?
¿Qué habría que mejorar en un hackaton para que realmente funcione? Con esta pregunta no quiero decir que los actuales no estén funcionando pero sí que es cierto que no siempre cumplen las expectativas de los asistentes.
Más allá de lo evidente (pizza gratis, trabajar en equipo multidisciplinar, enfrentarse a un reto y solventarlo en un espacio corto de tiempo), la fórmula del hackaton debería asemejarse mucho más a lo que ocurre en el mundo real.
Dicho de otra forma, desarrollar un producto o un servicio en dos días no es real puesto que se omiten aspectos claves del proceso de desarrollo como el análisis de la competencia o los primeros experimentos para validar hipótesis de partida (si tomamos como referencia un desarrollo a lo "Lean Startup").
Un hackaton que busque solventar un problema real debería realizarse en más de dos días y tener un seguimiento. El primer sprint es para buscar una solución al problema planteado y, a partir de ahí, seguir trabajando para verificar que nuestra solución se puede llevar a la práctica y, realmente, es lo que buscan/necesitan los usuarios.
Por tanto, es necesario un seguimiento que ayude a transformar una idea en un proyecto real que, quizás, pueda convertirse en el germen de una empresa o un producto desarrollado por un big player que auspicia el hackaton.
Sin este seguimiento, no deja de ser un sprint más orientado a ganar premios, competir y, por supuesto, aprender y hacer networking que destinado a desarrollar soluciones reales para problemas reales. Algo parecido puede verse en un evento que también puede llegar a ser efímero si no se da continuidad a las ideas: un startup weekend; si los equipos participantes, tras este sprint inicial, siguen trabajando, al final, las ideas pueden transformarse en empresas y, por tanto, en negocios reales (y ejemplos reales existen muchos).
.@msqrdme es obra de 3 bielorrusos: @e_nevgen, @unknownflasher e @inspirit. Salió de un hackathon de https://t.co/8Fxl3o6kR2 en Minsk. Olé
— José Luis Antúnez (@jlantunez) 9 de marzo de 2016
Otro aspecto importante es el de las expectativas de los participantes y la visión que las empresas puedan tener de ellos. Trabajar por una buena causa puede ser un motivo por el cual alguien pague por participar; sin embargo, pagar por participar en un evento en el que se están promocionando productos y los resultados van a parar a un brainstorming de una compañía (para transformarlo en negocio) puede dar origen a un entorno incómodo para los participantes.
Por tanto, la transparencia en cuanto a objetivos del hackaton, las empresas que lo promueven (y patrocinan) o los incentivos para los participantes (premios o mera satisfacción personal) es algo a tener también en cuenta.
¿Conclusión? ¿Sirven de algo los hackatones? Por supuesto que sí que tienen utilidad, es una buena cantera para generar ideas y descubrir oportunidades de una manera muy ágil aunque, eso sí, la rueda de la innovación debe seguir girando y procurar el contexto necesario para que estas ideas y proyectos sigan creciendo y desarrollándose.
Imágenes | Andrew Eland (Flickr), PROarcticpenguin (Flickr), Rain Rabbit (Flickr), TechCrunch (Flickr) e Indi Samarajiva (Flickr)
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