De repente Chrome OS parece ser el futuro. Dos noticias ponían a este sistema operativo como protagonista de la jornada. La primera, el hecho de que en Estados Unidos la consultora IDC afirmaba que se habían vendido más Chromebooks que Macs en el primer trimestre de 2016. La segunda, el bombazo de Google, que hacía realidad los rumores y "fusionaba" (más o menos) este sistema operativo de escritorio con Android.
¿Tengo que tirar mi MacBook o mi Dell XPS 13 a la basura y hacerme con un Chromebook? No tan rápido, no tan rápido: es cierto que los Chromebooks están haciéndose un hueco en el sector educativo, pero su cuota de mercado está aún muy lejos de ser realmente representativa. Lo que sí es cierto es que ese binomio Chrome OS/Android sí podría representar una amenaza para OS X, Windows y Linux en el futuro en equipos de escritorio y portátiles.
A Chrome OS aún le queda mucho camino por andar
Los datos de Statcounter GlobalStats para abril de 2016 revelan que en efecto la cuota de Chrome OS ya comienza a escalar posiciones. Sin embargo sigue siendo un sistema operativo con una representación casi ínfima en el mercado global, e incluso el infausto Windows Vista tiene según estos datos tres veces más cuota que Chrome OS.
Eso, por supuesto, podría cambiar en el futuro próximo. Parecía que Google no quería dar demasiado protagonismo a Chrome OS en Google I/O, pero nos sorprendió a todos confirmando los rumores que aparecieron hace meses y que hablaban de una fusión de esta plataforma de escritorio con la plataforma móvil de Google, Android.
Pues bien, ya tenemos el resultado: poder ejecutar cualquier aplicación Android en Chrome OS le da una nueva dimensión a la plataforma de escritorio de Google, que ahora deja de tener sentido como solución para servicios en la nube -al fin y al cabo, Chrome OS se maneja sobre todo a golpe de navegador- y que gana con esto algo que muchos usuarios apreciarán especialmente: herramientas que poder utilizar sin conexión y de forma local.
El dato que presentaba IDC es interesante, pero habrá que esperar para ver si se trata de una tendencia real o solo es una circunstancia casi anecdótica. Hace dos años ya nos preguntábamos si datos similares eran reales y si se estaban vendiendo tantos Chromebooks como parecían reflejar algunos informes, y desde entonces las noticias sobre esas ventas notables no habían vuelto a repetirse. De hecho vender Chromebooks era considerado casi un arte, algo que podría cambiar a la luz de estas novedades de Google.
Así funcionan las aplicaciones de Android en Chrome OS
El funcionamiento de las aplicaciones es además nativo. En Ars Technica nos recordaban ayer cómo Google ya perfiló el soporte de aplicaciones Android en Chrome a través de ARC en el pasado.
Aquel experimento parecía prometedor y de hecho perfiló el uso de estas aplicaciones también en Chrome para Windows, Linux y OS X a través de ARChon, pero los responsables de Google se dieron cuenta de que había muchas limitaciones. Entre ellas, el hecho de que ARC no podía superar el llamado Android Compatibility Test Suite (CTS), algo que hubiera complicado la vida a desarrolladores y al propio soporte de muchas características de las aplicaciones Android en Chrome OS.
Eso hizo que en Google tuvieran que elegir otro camino, y decidieron integrar el marco de trabajo (framework) completo de Android dentro de un contenedor (container). Este concepto es algo similar a la virtualización, pero gracias al uso de estos contenedores las aplicaciones Android tienen acceso al HAL (Hardware Abstraction Layer), la capa de abstracción del hardware. O lo que es lo mismo: a todos los recursos de la máquina de forma nativa.
Eso elimina todas las dificultades, aseguran en Google, y abre las puertas a todo ese inmenso catálogo de aplicaciones que además podrán ejecutarse tanto en Chromebooks basados en arquitectura ARM como en aquellos más potentes basados en micros x86 como los de Intel. Incluso teniendo en cuenta que hay una pequeña pérdida de eficiencia al trasladar código ARM tradicional de estas apps a código x86, la mayor potencia de estos micros compensa sobradamente esa faceta.
Al final la conclusión es brutal: ni los desarrolladores tendrán que preocuparse prácticamente por nada, ni los usuarios tendrán tampoco que lidiar con posibles inconsistencias. Aquí, claro, hay ciertos requisitos iniciales, y de hecho los Chromebooks con cierta antiguedad no será compatibles con esta nueva característica. Google ha publicado una lista de compatibilidad que deja fuera a esos Chromebooks algo más antiguos, pero estas transiciones tan diferenciales a veces dejan víctimas.
Android y Chrome OS: ¿hechos el uno para el otro?
De repente Chrome OS cobra mucho más sentido y se convierte en un sistema operativo de escritorio mucho más completo que sí podría rivalizar con otras propuestas mucho más maduras. Sobre todo teniendo en cuenta que por lo que hemos visto la integración de las aplicaciones de Android en el escritorio de Chrome OS es fluida y muy natural.
Tanto que las aplicaciones Android que ejecutamos bajo Chrome OS no solo pueden utilizar todos los recursos del sistema -pantalla táctil incluida- sino que además se presentan tanto maximizadas como en ventanas redimensionables y que por supuesto podemos mover por todo el escritorio. Eso, unido al futuro soporte de pantalla dividida de Android N y a otras mejoras en multitarea hacen que esa integración vaya a ganar aún más enteros en el futuro.
Todo un golpe en la mesa de Google, que con esta integración toma un camino similar al que ya habíamos visto con el impresionante Remix OS pero que en lugar de centrar todo el funcionamiento en Android lo combina con Chrome OS. Los propietarios de estos Chromebooks podrán habilitar o no la tienda de aplicaciones Google Play, y es probable que cuando esta característica aparezca de forma definitiva en otoño comencemos a ver cómo esa cuota de mercado empieza a subir de forma sensible para Chrome OS.
Será interesante ver si Android puede ser el caballo de Troya perfecto para colar a Google en un segmento en el que hasta ahora no había cosechado demasiado éxito -ni en el que parecía haber demostrado especial interés-: el escritorio.
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