La primera 'Matrix' es una película legendaria, uno de los iconos más influyentes del cine de ciencia ficción del cambio de siglo, pero ya desde sus primeras y directas secuelas se encontró con la incomprensión. Aunque por aquí nos gustan mucho, 'Matrix Reloaded' y 'Matrix Revolutions' no tienen la aprobación de todos los fans, que encontraron problemas en su progresivo incremento de la ambición y el abandono de la apabullante simplicidad de la primera película.
Todas esas pegas se multiplicaron en la tardía, pero interesantísima secuela de 2021, 'Matrix: Resurrections', que puedes ver en Netflix, Prime Video, Max y Movistar Plus+. Su naturaleza absolutamente meta y su renuncia a dar a los espectadores lo que habría sido una secuela al uso, hizo que muchos fans se tiraran de los pelos, pero la propuesta de Lana Wachowski, dirigiendo y escribiendo ya en solitario, es interesantísima y después de su descalabro en taquilla bien merece una segunda oportunidad.
En esta ocasión, volvieron algunos de los personajes y actores originales (Neo, Trinity), mientras que otros (Smith, Morfeo) se reinventaron. Básicamente, tenemos una reformulación de la primera 'Matrix' en un mundo donde ya ha sucedido 'Matrix' y sus secuelas, con Neo viviendo una vida convencional hasta que vuelve a entrar en contacto con Morfeo y tiene la oportunidad de volver a salvar al mundo.
Sin duda, los fans no apreciaron demasiado la rebaja en la intensidad y cantidad de acción, ni que esta no fuera tan radicalmente revolucionaria como en las primeras entregas, pero eso es parte del encanto de esta propuesta: 'Matrix Resurrections' es una inteligente deconstrucción del blockbuster moderno, y se ríe con un guión voluntariamente lleno de altibajos de las historias escritas a base de hojas de Excel de las películas de Marvel. Encontraremos referencias al público, a cómo ha cambiado en veinte años, a cómo funcionan las secuelas, a redes sociales y la repetición cíclica de las historias. Una película interesantísima y que no ha olvidado lo que hizo grande a la primera entrega: no tratar a los espectadores como sujetos pasivos y abotargados.
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