Netflix quiere hacer ahora producciones "mejores y más costosas". Al final, quería ser otra major de Hollywood

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El anuncio de Netflix de 'El agente invisible' es mucho más que un intento de llamar la atención a sus producciones propias después de un primer trimestre de resultados algo horribilis: caída de suscriptores, anuncios poco populares (publicidad, captación de multicuentas y, de momento, intentos de bloquearlas no muy afortunados) y previsiones poco halagüeñas para el próximo trimestre. Con la película de los hermanos Russo quieren dar un giro a sus producciones, pero mover una roca tan pesada con solo un punto de apoyo exige un Arquímedes ciertamente colosal.

'El agente invisible' como punta de lanza. Ya lo analizábamos en su momento: los 200 millones de presupuesto de esta película son la punta del iceberg. No solo (por lo que se ve en el trailer) brillan con mucha más intensidad que producciones Netflix de coste similar, como 'Alerta roja', sino que su reparto y equipo es toda una declaración de intenciones.

Es decir, dirigen los Russo, responsables de 'El Soldado de Invierno', 'Civil War', 'Vengadores: Infinity War' y 'Vengadores: Endgame'. Protagoniza Chris Evans, el Capitán América. Y guionizan Christopher Markus y Stephen McFeely, responsables de todas las películas de los Russo en Marvel y otras tantas de la franquicia de Disney. Como guinda, se basan en una serie de best-sellers de Mark Greaney claramente serializables.

"Bigger, Fewer and Better". Es decir, más grandes, en menos cantidad y mejores. Ese es el propósito de Netflix con sus producciones en formato largometraje para los próximos meses. Son órdenes de Scott Stuber, jefe de la división de películas, según desvela 'The Hollywood Reporter' en un artículo sobre las futuras películas de la plataforma en el que aportan datos procedentes de "múltiples fuentes".

De momento, no se sabe qué quiere decir exactamente este propósito. Según los confidentes de 'The Hollywood Reporter', sigue existiendo el propósito de estrenar películas originales cada semana, así que lo de fewer habrá que ver cómo interpretarlo. La sensación general es que no vamos a pasar a unas pocas películas de 200 millones de dólares al año, sino que dos películas de 20 millones de presupuesto pueden convertirse en una de 40, que permite apuestas más ambiciosas.

Siempre sufren los mismos. Entre las determinaciones de más envergadura que ha tomado Netflix está la de despedir a 150 empleados o clausurar de forma permanente departamentos creativos como el de películas independientes originales (es decir, las que costaban menos de 30 millones de dólares), el de animación o el de películas familiares. Con estas dos últimas, es sencillo detectar la estrategia de Neflix: evitar la competencia directa en un terreno donde reina Disney sin discusión posible.

Sin embargo, hay que entender este requiebro no como una forma de esquivar un conflicto, sino como una estrategia para vencer rehuyendo el choque frontal, donde Netflix sabe que lleva las de perder. ¿Cómo va a competir la plataforma con un gigante que, dos meses después de estrenar una película que ha batido records de taquilla la lleva a su terreno, en lo que ya no es una excepción, sino una nueva normalidad? Por eso debemos entender 'El agente invisible' también como una declaración de intenciones; con los mismos mimbres (200 millones de presupuesto, los Russo, Chris Evans) hacemos no una película de acción familiar, sino una para un público más adulto.

No volverán las oscuras golondrinas. Lo que está claro es que Netflix ha terminado sucumbiendo al camino creativamente más sencillo de todos: apoyarse en los presupuestos, y no en la innovación o en los productos personales. Posiblemente, de estos nuevos planes de Netflix lo que peor ha sentado a la comunidad cinéfila es que producciones con sello de autor como 'El irlandés' de Scorsese o 'Roma' de Alfonso Cuarón han sido calificados de "proyectos de vanidad"

"Esta tendencia de hacer cualquier cosa para atraer artistas y darles carta blanca está desapareciendo", cita el artículo. Es decir, se acabaron las películas de autor en Netflix, por muy limitado que fuera ese concepto dentro de la plataforma, y llegan las grandes producciones trazadas desde los despachos, con repartos de perfección algorítmica y absolutamente ninguna astilla por limar. Netflix se ha convertido, definitivamente, en lo que quizás pretendía ser desde el principio: una gran productora de Hollywood.

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