Desde hace unos meses distintos artistas musicales han recibido mensajes de la compañía independiente Altafonte, comunicándoles que se va a rescindir su distribución digital de contenidos por su escaso rendimiento. ¿A qué equivale esa decisión en términos prácticos? Cientos de grupos sin distribución en canales tan valiosos como Spotify, lo que hace que se ensanche aún más la brecha entre los grupos masivos y los pequeños.
¿Qué es Altafonte? Es una plataforma de distribución digital y física de música, que como tantos sellos, también se encarga de tareas de marketing, promoción y gestión de derechos. La compañía nació en 2011 y desarrolló un software propio para distribuir automáticamente canciones en plataformas como Spotify, iTunes, Youtube, Deezer, Pandora o Amazon. Llevan a artistas tan conocidos como Edurne, Andy & Lucas, Nawja Nimri, La La Love You, o Mónica Naranjo. Su crecimiento les ha llevado a abrir sedes en países de América Latina y EEUU.
La decisión de Altafonte. El mensaje que están recibiendo los grupos afirma que "vamos a proceder a terminar la distribución de todos los productos". El motivo: "Las grabaciones que distribuimos para ti han resultado tener, desafortunadamente, un escaso rendimiento editorial en el mercado. Eso no sólo repercute negativamente en tus ingresos, sino en los nuestros. Y con esto la distribución deviene imposible al resultar económicamente inviable". La compañía da un plazo de 90 días para migrar a otro servicio que distribuya en plataformas.
Hemos contactado con Altafonte pero de momento no hemos recibido respuesta.
Mil escuchas al mes. Altafonte empezó a eliminar de Spotify a los grupos con menos de 500 escuchas al mes, aunque ahora ya lo han subido a menos de 1000. Aunque pueda parecer que los grupos ya no generan gastos una vez están en las plataformas, su sola presencia supone costes mínimos de mantenimiento (a veces no económico, sino de la atención que requieren por parte de empleados). Son cantidades mínimas si hablamos de un solo grupo, en realidad cubren a miles de ellos. El ahorro al eliminarlos a todos de un plumazo es considerable.
La voz de alarma. La situación comenzó a conocerse a través de Twitter. Artistas como Jonston tuitearon que "me han echado de mi distribuidora digital porque tengo pocas escuchas". Pronto se sumaron más tuiteros con grupos que habían confiado en Altafonte para su distribución digital: Zinc o Ainara LeGardon, que llegó a asegurar que "la industria musical maltrata y desprecia a quienes la sostienen".
Modelos nada rígidos. De hecho, es la propia LeGardon (además de artista, asesora en LeGardon.net) la que nos cuenta que "algunos de los principales distribuidores digitales de España presentan un modelo de distribución en el que desarrolla también algunas labores propias de una discográfica y, desde su lógica empresarial, toma decisiones que priman la dedicación a las bandas que más ingresos le puedan proporcionar". Es decir, lógico desde el punto de vista del mercado, pero pernicioso desde el artístico. "El objetivo", dice LeGardon, "es reducir el flujo de dinero que le llega a los amateurs, los bots y comportamientos fraudulentos, así como las pistas de ruido u otros materiales sonoros".
Spotify, momentos críticos. Esta situación conecta, cómo no, con los delicados momentos económicos que vive Spotify, que recientemente subió por primera vez la tarifa de su modo Premium. Aunque su crecimiento es sostenido e incluso supera las expectativas año a año, no sucede lo mismo con los ingresos: de 4,32 euros por usuario ha pasado a unos 4,27 euros por usuario (una caída del 6% de un año para otro). Hay que recortar gastos, hay que aligerar la plataforma y quien sufre los efectos es siempre el eslabón más débil: los grupos minoritarios.
Más a los que más se escuchan. La decisión de rescindir los contratos por parte de Altafonte con grupos que cuentan menos de 1000 escuchas no es arbitraria. LaGardon nos dice que "hace unas semanas conocimos el que yo creo será el primero de otros acuerdos que vendrán, el de Universal con Deezer: los streams de canciones de artistas “profesionales” (quienes generen al menos 1000 escuchas al mes de 500 usuarios separados) recibirán el doble de peso que los streams de amateurs al calcular los pagos". Resulta reveladora la forma cuantitativa de separar a los profesionales de los aficionados.
Grupos minúsculos. Hemos tenido ocasión de hablar con Miguel Ayuso, compañero de Directo al Paladar y guitarrista de Casa Dragón, y que pasó por esta situación antes del verano. Nos cuenta que el dinero acumulado en el tiempo que estuvieron en Altafonte apenas llegaba a los 80 euros (de los que quedan unos 60 euros tras descontar porcentajes para el sello) y que supone una nueva estocada para los grupos pequeños: "Este correo nos llega a los del propio grupo porque somos grupos de mierda que no tenemos ni management ni nadie que se dedique a hacer este tipo de cosas".
Golpe para las bandas más modestas. La decisión de Altafonte es ante todo una estocada para artistas pequeños: "La gente se ha acostumbrado a escuchar todo por streaming y este tipo de plataformas no ponen nada fácil que se escuche a grupos como nosotros porque no lo sugieren jamás". Es decir, Spotify "no tiene una labor editorial más allá de promocionar lo que quieren y pagan las discográficas (...) Supuestamente íbamos a vivir cómo se democratizaba la música de alguna forma, pero ha pasado todo lo contrario"
Otras alternativas. Ayuso añade que les resulta más rentable subir sus disocs a Bandcamp. Aunque genere menos escuchas, puede vender los discos en formato físico con mucho más beneficio para el grupo. "El problema es que si desapareces de Spotify es como si desaparecieras del panorama, también de cara a hacer conciertos y demás", concluye. Ni siquiera los grupos más grandes obtienen ingresos mucho más elevados de Spotify: "Aquel hablar en los foros de música recomendando cosas se ha sustituido por el streaming, que encima no paga nada, no genera fandom, no genera nada". Un panorama desolador para una industria musical que cada vez vive más estrecheces.
El futuro de la música. El movimiento de Altafonte anula la ilusión que durante muchos años se generó en torno a las plataformas de streaming: que el contenido estaría disponible siempre. "Siempre va a haber espacio en Spotify para Taylor Swift, pero menos para grupos de mindundis", opina Ayuso. Así las cosas, la idea conservar lo que nos gusta en cualquier formato vuelve a cobrar fuerza tras años delegando el consumo cultural en las grandes plataformas y distribuidoras.
Cabecera: Foto de Omid Armin en Unsplash / Jumpstory
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