De Madrid a Hamburgo o de Barcelona a Copenhague en cuestión de una hora, a bordo de un jet que supera la velocidad del sonido mientras sobrevuela ciudades sin generar apenas ruido ni molestias para sus vecinos. Suena fascinante. Y gracias a la NASA y la emblemática compañía Lockheed Martin ahora estamos más cerca de conseguirlo. Tras años de trabajo, y ajustes y reajustes de calendario, la agencia espacial presentó ayer al fin su flamante X-59, el prototipo de avión "silencioso" con el que quiere impulsar los vuelos supersónicos comerciales.
Por delante le queda aún un largo y excitante camino.
Con ustedes (al fin), el X-59. Su nombre es bien conocido, igual que su enfoque, objetivos e incluso diseño, que tanto la NASA como Lockheed Martin se habían encargado de mostrar con renders y fotos tomadas en las instalaciones de la compañía; pero hemos tenido que esperar hasta ayer para ver al fin el nuevo avión supersónico X-59. La presentación corrió a cargo de la agencia espacial y Lockheed Martin, que organizaron una puesta de larga en las instalaciones Skunk Works, situadas en Palmdale, California, ante una multitud de unas 150 personas. La ceremonia pudo seguirse desde todo el mundo en directo, vía streaming.
Pero… ¿Por qué es importante? El acto de ayer fue una presentación oficial, una oportunidad para mostrar el X-59 y refrescar conceptos sobre su propósito y el del programa en el que se enmarca, la ambiciosa misión Quesst. La ceremonia fue sin embargo mucho más que un mero trámite. Primero, porque nos ha permitido echar un vistazo al X-59. Las últimas imágenes compartidas por la agencia espacial lo mostraban aún en el hangar y sin el acabado final. Una de las últimas noticias lanzadas por el organismo, de hecho, fue que la nave había pasado a las naves de Skunk Works donde se cambiaría el color verdoso que había mostrado hasta entonces por una combinación de tonalidades blanca, roja y "azul sónico".
Otra de las razones por las que el acto celebrado ayer en California resulta importantes es porque la NASA ha deslizado cuándo podremos ver al X-59 en acción. En un comunicado, la agencia avanza que su objetivo es que la aeronave despegue por primera vez a finales de este mismo año, operación a la que seguirá su primer "vuelo supersónico silencioso". "El equipo Quesst realizará varias de las pruebas de vuelo en Skunk Works antes de transferirlo al Centro de Investigación de Vuelo Armstrong de la NASA en Edwards, California, que servirá como su base de operaciones", señala el organismo administrado por Bill Nelson.
Un paso importante, pero no el último. A partir de ese momento, el avión tendrá que seguir con su exigente calendario de operaciones. En cuanto la NASA haya completado las pruebas de vuelo se encargará de probar el avión sobre ciertas poblaciones de EEUU para, a continuación, recopilar datos de cómo se percibe el sonido de sus maniobras desde tierra. En su web, el organismo comparte algunas pinceladas más: los vuelos iniciales para demostrar el rendimiento y la seguridad del prototipo durarán nueve meses; la segunda fase se prevé para 2025, cuando el X-59 opere en "el rango de prueba supersónica" sobre el centro Armstrong y una base de la US Air Force en California; y la tercera etapa se desplegará entre 2026 y 2027 con vuelos sobre ciudades. Ese es el calendario inicial, claro. En un principio se había apuntado que el X-59 podría realizar su primer vuelo en 2023.
Un avión supersónico y silencioso. Si algo pudo confirmarse ayer en California es el asombroso diseño del X-59, "un avión experimental único", en palabras de la agencia espacial, que se espera que vuele a Mach 1,4, equivalente a unos 1.700 km/h. La nave mide 30,4 metros de largo por 8,9 de envergadura, está dotado de un morro cónico, fino y extenso y según llegó a deslizar la propia NASA en su día incorpora un motor F414-GE-1000, el tren de aterrizaje de un F-16, la cubierta de cabina de un T-38 y el sistema de propulsión de un U-2. Su peculiar diseño no es fruto del capricho: busca un objetivo muy concreto.
"Con 99,7 pies de largo y 29,5 de ancho, la forma del avión y los avances tecnológicos que incorpora harán posible un vuelo supersónico silencioso. El fino morro del X-59, que ocupa casi un tercio de su longitud, amortiguará las ondas de choque que normalmente se producen cuando un avión supersónico provoca un estampido sónico", explica la NASA. Esa configuración les ha obligado a situar la cabina casi a la mitad de la nave y prescindir de una ventana hacia adelante. Para facilitar la labor del piloto, Questt desarrolló un sistema de visión externa provisto de cámaras de alta resolución conectadas con un monitor 4K en la cabina.
Mirando más allá del X-59. Por más que hayamos esperado por su presentación, el X-59 no es un fin en sí mismo, sino una herramienta, un recurso con el que la NASA pretende demostrar que pueden realizarse vuelos a velocidades supersónicos sin generar una contaminación acústica que los haga incompatibles con los servicios comerciales. Las mediciones de sonido que realicen sus técnicos durante los vuelos de prueba previstos para los próximos años se enviarán de hecho a las autoridades encargadas de la regulación del tráfico aéreo.
"El X-59 está en el centro de la misión Quesst de la NASA, que se centra en proporcionar datos para ayudar a los reguladores a reconsiderar las normas que prohíben los vuelos supersónicos comerciales sobre tierra —abunda—. Desde hace 50 años, EEUU y otros países prohíben este tipo de vuelos debido a las molestias que causan los sorprendentes estampidos sónicos en las poblaciones situadas más abajo". La propia institución admite que aspira a "allanar" el camino para una nueva generación de aviones comerciales supersónicos, como el Concorde.
¿Una nueva era Concorde? "La NASA compartirá los datos y tecnología que generemos a partir de esta misión con los reguladores y la industria. Al demostrar la posibilidad de realizar viajes comerciales supersónicos silenciosos sobre tierra, buscamos abrir nuevos mercados comerciales para las empresas estadounidenses y beneficiar a los viajeros de todo el mundo", recalca Bob Pearce, administrador asociado de investigación aeronáutica en la sede de la NASA en Washington.
Por delante, el X-59 aún tiene un largo camino, lo que no le impide realizar aportaciones ya desde su diseño. Una de sus grandes peculiaridades es de hecho su morro fino y sorprendentemente largo, el sistema de visión para pilotos o el diseño de la parte inferior, lisa —el motor se monta en la superior— precisamente para evitar que las ondas de choque se fusionen y provoquen el estampido sónico.
Imágenes: Lockheed Martin Skunk Works y NASA
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