El coche eléctrico tiene dos claras vías de mejora. La primera es incrementar la autonomía, en parte para compensar la falta de infraestructura de carga. La segunda es bajar precios e intentar entrar en la aún escuálida lista de coches eléctricos baratos, algo más difícil porque siguen siendo considerablemente más caros que sus equivalentes con motor de combustión. Lo que ocurre es que estos dos caminos parecen antagónicos.
Uno de los fabricantes que ha puesto sobre la mesa el debate es Toyota. En una entrevista con Green Car Reports explican que la marca se centrará en mejorar la asequibilidad y durabilidad de sus futuros modelos eléctricos. ¿Qué ocurre con la autonomía? Eso lo dejarán para su marca premium.
Así justifican fabricantes como Toyota apostar por el precio en vez de la autonomía
"La conclusión es que, con el tiempo, estamos viendo que la autonomía de un coche eléctrico es similar a los caballos de potencia", explica Cooper Ericksen, VP de planificación y estrategia en Toyota Norteamérica. La compañía apunta que querer más autonomía es como cuando un conductor busca un coche de 400 CV, pero podría conformarse con uno de 120 CV.
"Las baterías son caras y cuanto más grande es la batería, más cara es. El truco, creo que a largo plazo no se trata solo de rango, rango, rango; el truco es hacer coincidir el rango y el precio con lo que el consumidor pueda pagar", exponen desde Toyota con una conclusión final que resume bien su posición: "a medida que las personas se acostumbren más a utilizar un coche eléctrico, creo que la ansiedad por el alcance desaparecerá".
En una encuesta en 2017 se llegó a la conclusión que el 14,6% de los usuarios tenía suficiente con 200 millas de autonomía (320 kilómetros), mientras que el 38,9% consideraba suficiente las 300 millas (482 kilómetros). Bajo la visión de Toyota, no todos los conductores de coches eléctricos necesitarán una autonomía de 400 o 500 kilómetros. Sea porque han adaptado su uso o porque ya tienen una red de recarga cercana.
Para quienes busquen modelos con más autonomía, desde Toyota los derivarán hacia Lexus, su marca premium que sí tendrá acceso a modelos con autonomía de hasta 800 kilómetros.
"La eficiencia juega un papel enorme, pero no estoy seguro de cuán relevante es eso para los consumidores. Se trata al final de cuánto estamos dispuestos a pagar y qué dinámica busco", explica Ericksen. Un punto difícil de marcar y que puede dar la sensación que fabricantes como Toyota están tirando la toalla a la hora de mejorar al mismo tiempo tanto autonomía como precio.
Qué hace falta para que el coche eléctrico siga bajando de precio
Actualmente hay casi 10 millones de coches eléctricos a nivel global, según datos de Bloomberg. El mercado sigue creciendo, pero el coche eléctrico se está enfrentando a varios factores. El primero de ellos es el precio. Los coches eléctricos siguen siendo más caros que los de combustión pese a que las baterías han pasado de costar más de 1.100 $/kWh a situarse ligeramente por encima de los 100$/kWh.
Lamentablemente, el precio de las baterías ha subido por primera vez en años, debido a una crisis de suministros que ha frenado el desarrollo. Los expertos apuntaban que si las baterías bajaban a entre 70 y 90 dólares, el coste del coche eléctrico podía rivalizar con el de los motores de combustión. Sin embargo, cuando parecíamos cerca de alcanzar esta situación, el coste de las baterías ha dejado de bajar.
Otro de los puntos que más afecta es la falta de infraestructura de carga. En Europa, únicamente Francia e Italia alcanzaron los objetivos marcados de puntos de recarga, según datos de IEA. Esto es relevante no solo por el hecho de utilizar los vehículos, sino que como apunta Toyota, si tuviéramos una mejor infraestructura de recarga no haría falta tanta autonomía y los coches eléctricos más baratos tendrían un mejor encaje.
Los próximos años veremos muchos coches eléctricos nuevos, pero no es hasta 2027 cuando informes como BloombergNEF apuntan que estos llegarán a ser más baratos que sus alternativas de combustión. Hasta entonces, los fabricantes siguen enfrentándose al dilema de qué camino seguir, si invertir en mejorar la tecnología o invertir en expandirla. Los dos son correctos y están muy ligados, pero cada marca parece que tendrá que decidir entre una y otra estrategia.
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