Aunque a día de hoy estamos más que acostumbrados a las compras digitales y a las cajas de discos que, por no traer, no traen ni manual de instrucciones o unas ilustraciones del juego, hubo un tiempo en que dichas cajas venían repletas de sorpresas. Sorpresas como discos que olían.
Realmente los discos no olían per se, sino que tenían una lámina que, al ser frotada, desprendía el olor. Los casos más conocidos en el mundo de los videojuegos son los de 'FIFA 2001' y 'Gran Turismo 2', que olían a césped y a goma quemada, respectivamente.
Uhmmm, olor a neumático...
Seguramente recordemos cuando, hace no tanto tiempo, se pusieron muy de moda las pegatinas rasca-y-huele. Yo, personalmente, las recuerdo en algunos cromos de cuando era pequeño. El invento se lo debemos a 3M, la empresa detrás de los míticos post-it, y detrás de estas pegatinas se encuentra una tecnología llamada microencapsulación.
Grosso modo, la microencapsulación consiste en recubrir unas pequeñas partículas o gotitas para formar cápsulas con diferentes propiedades. Al frotar la superficie, se rompen las cápsulas y se desprenden, en este caso, las partículas que dan el olor en cuestión. La primera se creó en 1965 y se usaron para infinidad de cosas.
Uno de los primeros casos de uso populares lo protagonizó el grupo estadounidense The Raspberries, que lanzó un disco con una de estas láminas que (sorpresa) olía a frambuesas. Eso fue en 1972. No fue hasta 1999, con el lanzamiento de 'Gran Turismo 2' y su dos discos, que lo vimos implementado en un videojuego.
'Gran Turismo 2' tenía dos discos, uno para el modo arcade y otro para el modo GT. El disco del modo GT tenía una pegatina que, al ser frotada con el dedo o una prenda de ropa, desprendía olor a neumático quemado. Electronic Arts repitió la jugada más adelante, con 'FIFA 2001', cuyo disco desprendía olor a césped recién cortado.
Son dos de los casos más conocidos, pero hay muchos otros y bastante mejor implementados en la experiencia jugable. Por ejemplo, 'Leisure Suit Larry: Love for Fall' (1996) tenía una pegatina, la CyberSniff 2000, con varios olores numerados. Durante el juego, aparecía un número en pantalla para indicar qué pegatina frotar para, así, saber qué estaba oliendo nuestro personaje.
Otro uso curioso fue en 'Earthbound', el juego de 1995 para la SNES. Este juego tenía seis cartas rasca-y-huele y una de ellas era sorpresa. Si el usuario adivinaba el olor y se lo contaba a Nintendo por carta, se llevaba un premio. ¿El premio? Un ambientador con olor a pizza.
No tenemos que irnos tan lejos para encontrar implementaciones de esta tecnología. Si os gusta la música pop, el álbum 'Teenage Dream [Deluxe Edition]' de Katy Perry (el de la canción 'Last Friday Night') tiene una pegatina rasca-y-huele con olor a algodón de azúcar. En el otro extremo tenemos 'Olidous Operettas' el álbum de la banda goregrind The County Medical Examiners, que según Fairbanks, su guitarrista, huele a carne podrida.
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