Ya lo decía el señor Futterman en 'Gremlins': bichos, de origen posiblemente extranjero, que se colaban en la maquinaria de guerra norteamericana y la dejaban inservible. Así cayeron muchos de sus muchachos. Por mucho que el gobierno de los Estados Unidos intentara silenciarlo con los magistrales cortos educativos para soldados de 'Private Snafu' (deliciosamente homenajeados en el arranque de la película), los Gremlins fueron responsables de buena parte de los accidentes aéreos inexplicables que ocurrieron durante la Guerra.
O eso mantiene 'Pasajero oculto' -que llega hoy a plataformas como Filmin, Rakuten TV, Movistar+ y otras-, una gozosa pieza de cine de consumo de toda la vida que aprovecha esa extendida leyenda urbana para plantear una pieza de cine vertiginoso y divertidísimo, que da al espectador mucho más de lo que le exige. Todo gracias a un guión conciso y directo, unos objetivos claros y un acabado técnico impecable.
En él, una miembro del ejército estadounidense viaja a bordo de un caza con un paquete misterioso y cuyo contenido es confidencial. Pronto, la desconfiada tripulación le relega a la barriga del avión, al estrecho compartimento reservado a la artillería. La recién llegada, con experiencia en vuelos bélicos, no se achanta con la agresividad de sus compañeros, pero las cosas se complican cuando varios cazas japoneses atacan y la joven detecta una presencia insospechada en las entrañas del avión.
Y 'Pasajero oculto' no es nada más que eso. Y nada menos: más de la mitad de la película la pasaremos en compañía de Chloë Grace Moretz, que sostiene perfectamente la película sobre sus hombros y nos presenta una heroína de acción personal y humana, con sus fragilidades y sus fortalezas. Su talento para el cine dramático hace que los momentos más emocionales encerrada en la carlinga resulten creíbles, y su imponente presencia da potencia icónica a la inesperada traca final.
Oficial y caballeros
'Pasajero oculto' no es perfecta, pero hasta en sus fallas encuentra puntos de apoyo para esquivar sus limitaciones y ofrecer un espectáculo sumamente refrescante en estos tiempos de terror seriote y de poco conocimiento de las posibilidades de los resortes clásicos del género. Por ejemplo, la subtrama del contenido del paquete no está a la altura de las expectativas, y sin embargo, hasta en esos huecos encuentra Chloë Grace Moretz la posibilidad de enriquecer a su personaje.
El tema del gremlin es, como hemos dicho, un icono del fantástico y la mitología pop norteamericana, y ha sido explotado en clásicos como en la citada 'Gremlins' o el cuento de Richard Matheson 'Pesadilla a 20.000 pies' (y su adaptación a distintas versiones de 'Twilight Zone', nada menos que en tres ocasiones). La trama y el tono conectan con distintos enfoques fantásticos de la Segunda Guerra Mundial que van del famoso episodio 'La misión' de 'Cuentos Asombrosos' dirigido por Steven Spielberg a múltiples cómics bélico-extraños como 'Weird War Tales'.
Es fácil rastrear las raíces del fantástico que homenajea con muy buen gusto una película tan consciente de sus predecesoras. La estupenda banda sonora de Mahuia Bridgman-Cooper, a medio camino entre la reciente moda synthwave y las fanfarrias orquestales del cine de género de los ochenta, replica esa devoción por la mejor tradición del género, y su única concesión a la modernidad está en un enfoque feminista (que diríase explícito corte de mangas al guionista Max Landis, responsable de la idea original, pero cuyo libreto fue modificado por la directora Roseanne Liang). Ese enfoque revolverá más de un estómago de fan poco amigo de las mutaciones en los roles de género tradicionales.
Hasta el monstruo, habitual problema en estas producciones conscientemente menores, está por encima de películas que multiplican por diez el presupuesto de 'Pasajero oculto'. Su magnífico diseño, la ejecución y presencia en pantalla -pura monster movie de hace dos décadas y pico, a lo 'Temblores'- y el buen gusto con el que maneja los inevitables efectos CGI terminan de corroborar que aún hay sitio para películas que no confunden la nostalgia vacua y gratuita con el conocimiento exquisito de sus referentes.
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