'El proyecto Adam' sigue definiendo el blockbuster de Netflix: económico, resultón y lleno de rostros famosos

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Es complicado ponerle pegas a 'El Proyecto Adam': es una pieza de entretenimiento intrascendente pero resultona. Su reparto es muy apropiado, está llena de set pieces de acción bien ejecutadas, y encaja perfectamente con la ecuación para el blockbuster de éxito que Netflix lleva planificando desde el año pasado, cuando decidió estrenar menos pero reforzar cada uno de esos estrenos con presupuesto e intérpretes de fama internacional.

Los resultados han sido desiguales, desde aquellos inicios con 'Bright'. 'Proyecto Power' no fue gran cosa, y 'A descubierto' fue una película directamente floja. Ha habido apuestas de interesantes resultados creativos (la fantástica '6 en la sombra' de Michael Bay) que no han encontrado su público, otras que no parecieron llamar la atención, como 'La vieja guardia', pero que al parecer sí funcionaron porque Netflix ya anda preparando secuelas, y el gran éxito de todo este proyecto de la plataforma de competir con Hollywood: 'Alerta roja', la película más vista de su historia.

Pero todos ellos comparten un curioso espíritu de exploit de éxitos ajenos, no muy descarados pero tampoco desbordantes de originalidad, y donde a veces se apuesta por invertir buena parte del presupuesto en el reparto, mientras se escatima en lujos que sí se permiten las superproducciones de Marvel o Warner. Por ejemplo, los excesos en los efectos especiales, la variedad de escenarios y la narrativa musculada, con metrajes mastodónticos y miriadas de personajes secundarios.

A Netflix esa táctica a veces le funciona mejor, como decíamos más arriba, y a veces peor. En '6 en la sombra' el resultado era una película con pocas set-pieces pero muy cuidadas, que le daban un toque de película de acción pequeñita pero muy especial. Lo mismo con 'La vieja guardia', donde no había excesos grandilocuentes propios del cine de superhéroes, pero sí unas cuantas reflexiones amargas sobre el género. 'El proyecto Adam' pertenece a esta última tendencia: su minusculez en la concepción y la ejecución le sienta muy bien.

Jedis del futuro pasado

El estilo de 'El proyecto Adam' también bebe de un referente, las películas de aventura, comedia y acción familiares de los ochenta. Las producciones de Spielberg para Amblin son el claro referente de esta película, en la que también hay trazas de clásicos como 'El vuelo del navegante' o 'Starfighter: La aventura comienza', además de, por supuesto, la referencia más obvia: 'Regreso al futuro'. Pero 'El proyecto Adam' picotea de todo con saludable desvergüenza y conforma con facilidad una personalidad propia.

La película cuenta cómo un piloto del año 2050 (Ryan Reynolds) aterriza en el presente y se encuentra con su yo infantil, un chaval de 2012 (Walker Scobell). Su misión: localizar a la pareja del primero, una piloto también viajera en el tiempo (Zoe Saldaña). La trama se complicará con la aparición del padre de ambas versiones de la misma persona (Mark Ruffalo). Un conflicto que se soluciona como hacen las buenas películas de aventuras familiares: alegremente.

Aunque la aventura tiene piezas de considerable carga emocional (el personaje de Mark Ruffalo, por ejemplo, ha fallecido en ambas edades del protagonista y nunca fue un padre especialmente atento con su hijo, lo que convirtió a éste en un chaval algo arisco y conflictivo), es admirable que Shaun Levy tenga bien claras sus prioridades. Las escenas de acción, completamente carentes de violencia, funcionan gracias a la extraordinaria química del trío de protagonistas masculinos, y están rodadas con gusto y una total falta de prejuicios que permite introducir elementos como jets del futuro y sables jedi con esteroides.

'El proyecto Adam' es, como tantos blockbusters de Netflix, una película sin grandes ambiciones pero que da la hora y media de diversión sin complicaciones que promete. Ciencia-ficción con no demasiada ciencia, paradojas temporales muy bien resueltas, humor con diálogos rápidos y cortantes y un estupendo reparto conforman una película tan disfrutable como intrascendente. Que es de lo que iba el buen cine comercial, ¿no?

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