Va a llover. Es más, está lloviendo mucho. En los próximos días, el tiempo inestable va a invadir el mediterráneo y desde el sur de Tarragona al norte de Almería (con alguna excepción relacionada con la estructura del frente) esperamos precipitaciones especialmente intensas y tormentosas. También en Baleares.
Nada de esto es una sorpresa. Llevamos viéndolo venir desde hace días. Y, sin embargo, un nuevo estudio de la University of New South Wales hace inevitable que miremos las lluvias torrenciales de los próximos días con otros ojos. Si Hooman Ayat y su equipo tienen razón (y parece que la tienen), no se trata de una 'gota fría' más... se trata del 'trailer' de algo que va a poner en jaque las infraestructuras de todo el este del país.
Nos dijeron que todo iba a cambiar.... Durante años, los modelos predictivos nos decían que el cambio climático iba a alterar la intensidad y la frecuencia de las lluvias en todo el mundo. En un principio, se esperaba que ese aumento de frecuencia se repartiera en todos los eventos de lluvias (fueran torrenciales o no).
...pero no cómo. El problema es que no sabíamos si eso era así. Sobre todo, porque estos eventos cortos e intensos a menudo ocurren a escala tan local que pueden ser pasadas por alto por las redes de pluviómetros y por las mediciones satelitales. Eso significa que, sin datos para corregirlos, pueden ser pasadas por alto por los modelos meteorológicos. Es decir, conforme más "quirúrgicos" (más cortos, más intensos) sean los eventos, más difíciles podremos prepararnos con tiempo.
¿Cömo ver algo tan pequeño?. Para testar qué estaba pasando realmente, Hooman Ayat y equipo utilizaron la mejor tecnología disponible (observaciones satelitales calibradas por tres radares meteorológicos terrestres) y evaluaron las tendencias de las precipitaciones extremas a una escala de 10 minutos durante los últimos 20 años. Es cierto que el trabajo se centra en una zona muy concreta de Australia, pero los modelos son consistentes con lo que estamos viendo en el resto del mundo.
Más lluvia, más rápido. De lo que se han dado cuenta los investigadores es que las precipitaciones extremas de corta duración se están volviendo más intensas mucho más rápido que el resto. Han aumentado al menos un 20% por década y esto es un problema, sobre todo, porque cuanto menor sea el tiempo en el que se descarga la misma agua, los daños son mayores.
Esto se traduce en inundaciones repentinas, deslizamientos de tierra y un largo de etcétera de fenómenos especialmente destructivos. Es casi la peor opción del menú: “no movilizan grandes lluvias en cantidad”, pero causan muchísimos problemas. Este año, sin ir más lejos, hemos visto las trágicas consecuencias que este tipo de eventos extremos pueden llegar a tener.
¿En qué situación nos deja esto?. "Lo que pasa es que la gente tiene una memoria meteorológica muy corta", nos recordaba hace unos años Emilio Rey, director de DigitalMeteo. Se nos olvida que "no se puede construir en cauces. Además, hay que tenerlos limpios y esto supone un esfuerzo que a lo mejor tienes que hacer en julio o en agosto, o cada tres meses". Nos acostumbramos a la nueva normalidad de forma muy rápida y, entonces, ciudadanos y administraciones "piensan que no va a volver a pasarles a ellos hasta que ya no hay vuelta atrás".
Sin embargo, si estos eventos se vuelven más frecuentes, va a ser inevitable que nuestras carencias salgan a la luz. Y solucionarlas va a requerir más dinero, mucho más dinero en infraestructuras, medios y personal con el que preparar cualquier lugar para fenómenos de este tipo.
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