Las autoridades islandesas llevaban desde finales del pasado mes de octubre monitorizando la situación en la península de Reykjanes, al suroeste del país, donde cientos de seísmos diarios marcaban la cercana erupción de un nuevo volcán. Ha entrado hoy en erupción.
18 de diciembre. El volcán de la península de Reykjanes entró ayer en erupción a las 23:17, hora peninsular (CET), las 22:17, hora local. Así lo ha informado la Oficina Meteorológica Islandesa (MET), que ha estado monitorizando de cerca el estado del volcán durante las últimas semanas.
Una nueva retahíla de terremotos que comenzó ayer a las 21:00 (22:00 CET) marcó el inicio del evento. Un helicóptero de la guardia costera partió en las primeras horas para confirmar la ubicación de la fisura.
La MET ha explicado en sus primeros comunicados después de la erupción, durante las dos primeras horas la cantidad de lava expulsada tenía un orden de magnitud en los cientos de metros cúbicos.
Un mes fuera de casa. El estallido del volcán se ha producido casi dos meses después de que se detectaran los primeros indicios de actividad del volcán. Indicios que llevaron a las autoridades islandesas a evacuar a mediados de noviembre la cercana ciudad de Grindavik.
Desde entonces la situación se había mantenido estable en cierta medida: la erupción parecía inminente pero los expertos tenían pocas pistas sobre cuándo comenzaría a expulsar lava este volcán. Entretanto el número de seísmos diarios registrado en la península se contaba por cientos.
Una franja de 15 kilómetros. La incertidumbre también se manifestaba en lo geográfico. El análisis geológico señalaba que el magma había hecho su incursión en las capas altas a lo largo de una franja de 15 kilómetros.
Aunque la actividad sísmica permitió ir concretando la zona en la que podría comenzar a brotar el magma. Pese a ello, la incertidumbre se ha mantenido hasta las próximas horas.
Finalmente la lava ha comenzado a salir a la superficie a lo largo de una franja a unos tres kilómetros al noreste de la ciudad de Grindavik. Según explican las autoridades, tras las primeras horas la erupción ha ido perdiendo en intensidad a la vez que la franja por la que el magma era expulsado se ampliaba, alcanzado cuatro km de longitud.
¿Y ahora qué? Habrá que esperar hasta saber cómo evoluciona la situación. Desde un inicio los expertos no consideraban alta la probabilidad de que este volcán generara disrupciones al tráfico aéreo como ocurriera en 2010.
Cabe tener en cuenta que la erupción se ha producido a unos 42 km de la capital islandesa, Reykjavik, desde donde los testigos pueden ver, según explica la BBC, el humo que acompaña a esta erupción.
Aún así el periodo de incertidumbre ha sido largo. Ahora que el volcán por fin ha estallado quizás más de uno respire más tranquilo que antes de que lo hiciera, especialmente para las personas cuyas viviendas se encontraban sobre la zona en la que el volcán podría haber entrado en erupción.
Imagen | Icelandic Met Office
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