La minería del fondo marino retrasa su reloj, pero la industria advierte: "Ya no es cuestión de si empezará, sino de cuándo"

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La minería en aguas profundas tendrá que esperar. Al menos de momento. La cumbre de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos —ISA, por sus siglas en inglés— que se ha celebrado a lo largo de las últimas semanas en Jamaica se ha saldado con una suerte de patada adelante para afrontar el gran desafío que tiene sobre la mesa: regular la explotación de los recursos mineros del fondo oceánico, una actividad polémica que sus defensores presentan como crucial para abastecer de materiales a la "revolución verde" y sus detractores tachan de grave agresión a los océanos. La postura de la ISA no es sencilla, ni cómoda. Tampoco eludible.

De ahí que haya decidido otorgarse más tiempo.

Un poco de contexto para empezar. A lo largo de las últimas semanas la atención de empresas mineras, ecologistas y autoridades relacionadas con los océanos se ha centrado en Kingston, Jamaica. Y con razón. Entre el 18 y 29 de julio la ciudad caribeña acogió la reunión del Consejo de la ISA, un organismo vinculado a la ONU encargado de controlar la explotación de los recursos mineros marinos.

La cita podría haber pasado sin pena ni gloria, como una cumbre burocrática más, si no fuera porque sobre la mesa había una patata caliente, enormemente caliente e incómoda, tal vez la más incómoda en los casi 30 años de historia de la ISA: ni más ni menos que el futuro de la explotación minera de los fondos marinos.

Y eso… ¿Por qué? Por una cuestión de calendarios. En su reglamento la ISA incluye una pauta conocida como la "regla de los dos años", que establece que su Consejo no puede postergar de forma indefinida las propuestas que recibe. Como aclara Reuters, dispone de un margen de 24 meses para "considerar y aprobar de manera provisional" las solicitudes. Hace dos años, en julio de 2021, Nauru, una nación insular de la Micronesia, decidió activar ese mecanismo institucional y poner en marcha la cuenta atrás al dirigirse a los responsables de la ISA para plantearles la explotación de los recursos mineros del Pacífico.

No lo hizo para tantear el mercado o por un interés inconcreto. Hay ya una compañía, en su día llamada DeepGreen y hoy rebautizada The Metals Company (TMC), interesada en los nódulos polimetálicos del fondo marino, pequeñas rocas ricas en manganeso, cobre, níquel y cobalto que descansan en el lecho. Sus planes y por extensión los pros y contras de la minería en aguas profundas han generado desde entonces un encendido debate, una discusión que coincidió con los dos años de los que disponía ISA para dotarse de una auténtica regulación sobre la materia y evitar que compañías como TMC pudiesen lanzarse a remover los fondos marinos ajustándose a las normas mínimas de turno, sin pautas específicas.

Y se cumplió el plazo. Exacto. Hace un par de semanas esa cuenta atrás se completó y la alarma de la ISA empezó a sonar sin que se hubiese dotado de una regulación específica. Partidarios y detractores de la minería en aguas profundas ya miraban sin embargo otro calendario: el de la cumbre que la ISA tenía previsto celebrar en Kingston, una cita en la que la Coalición para la Conservación del Mar Profundo (DSCC) y algunos países, como Chile, Costa Rica o Francia, acudieron con una propuesta muy concreta: que el organismo debatiese un "posible receso" de la explotación minera del fondo marino, una moratoria a la espera de que se clarificase el debate y sobre todo de que se establezca una regulación.

¿Y qué ha salido de la cita? Una de cal y otra de arena. Para partidarios y opositores. La cumbre finalizó el sábado —a la ISA le queda por delante aún la celebración de su asamblea— sin que el organismo diera una luz verde clara al inicio de la minería. Es más, Reuters asegura que el Consejo habría descartado cualquier autorización inmediata para la minería, pero matiza que se mantiene abierto un resquicio legal que podría permitir su inicio el próximo año.

En una nota en la que hace balance de la cumbre, la ISA avanza que ha trazado una "hoja de ruta" para continuar el trabajo hasta la sesión prevista en julio del año que viene. Y abunda: "El Consejo expresó su intención de continuar el trabajo sobre los reglamentos de explotación con miras a adoptarlos durante la sesión en 2025".

¿Qué pasa con la "regla de los dos años"? El organismo internacional también se pronuncia al respecto. Y deja dos ideas claras sobre la mesa. La primera es que, si bien reconoce que el mecanismo expiró el pasado 9 de julio, a día de hoy todavía no ha recibido "ninguna solicitud de plan de trabajo". La segunda, aclara Reuters, es que si recibe una solicitud de ese tipo antes de haber completado la regulación sobre la material adoptará una decisión sobre cómo debe aplicarse la regla de los dos años "como cuestión prioritaria" en su próxima sesión.

Su decisión se interpreta como una manera de conseguir más tiempo para completar sus reglas y aplazar, al menos hasta el próximo año, la minería en aguas profundas. En su comunicado, el organismo celebra en cualquier caso los avances que ya ha logrado: "El Consejo avanzó significativamente en las negociaciones sobre el proyecto de reglamento de exploración de los recursos minerales".

Aplausos, recelos… y alguna lección. Su postura abre un nuevo escenario, complejo, en el que tanto The Metals Company como organismos contrarios a la minería marina, como la ONG Greenpeace, han querido ver puntos favorables a su postura. La compañía que aspira a explotar los nódulos polimetálicos del Pacífico considera que la resolución de la ISA supone "un paso importante hacia la certeza regulatoria", y zanja: "Ahora es una cuestión de cuándo, en lugar de si, empezará la recolección de nódulos a escala comercial”. Lo cierto es que las acciones de la firma han experimentando una caída coincidiendo con el pronunciamiento de ISA.

En cuanto a Greenpeace, sus responsables consideran que la decisión del organismo internacional supone un "fracaso" para la explotación minera del lecho oceánico, pero consideran que la "amenaza" sigue presente. Otra lección clave que deja la cumbre es lo polarizado que está el debate. China, por ejemplo, una nación favorable al avance de la minería, ejerció un peso clave en la cumbre.

Imagen de portada: The Metals Company

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