Mozilla ha enfrentado varios problemas financieros y de personal en los últimos años, llegando incluso a tener que despedir en masa a sus empleados, pero una vez más llegó Alphabet, su mejor aliado, con un balón de oxígeno financiero: un contrato de tres años mediante el que le aseguraba 400 millones de dólares al año (más del 90% de sus ingresos) a cambio de que Google continuase siendo el buscador por defecto de Firefox. Mozilla es una empresa que cae genial entre los amantes de la privacidad, la web libre y el código abierto, pero lo cierto es que sin Google hubiese tenido un recorrido muy diferente.
Apple, por su parte, lleva años recibiendo cheques de Alphabet con el mismo fin: que Google siga siendo el buscador por defecto en iOS. Puede sonar trivial porque es un ajuste que se modifica en cinco segundos y el propio iOS ofrece alternativas, pero la cantidad no es cualquier cosa: 15.000 millones de dólares en 2021 que podrían seguir incrementándose hasta los 20.000 millones en 2022. Eso es un 15% de su beneficio anual.
Pies quietos
Ambos negocios, con Mozilla y con Apple, tienen una lectura alternativa: es la forma que tiene Alphabet de disuadir a los rivales de Chrome de lanzar su propio buscador. El único de los grandes que sí llegó a lanzarlo hace mucho fue Microsoft, quien integró Bing en [música de terror] Internet Explorer primero y Edge después. No tuvo demasiado éxito pese a los intentos de la empresa de Redmond, con más insistencia que puntería, pero seguramente Alphabet no quiso correr riesgos posteriores.
Que los rivales que mantiene a raya, talonario mediante, sean Mozilla y Apple, no es casual. Ambas empresas, con sus matices y asteriscos, tienen modelos de negocio ajenos al rastreo agresivo de los datos de los usuarios con fines comerciales. Apuestan, a sus maneras, por la monetización directa y enarbolan la bandera de la privacidad que Google y Facebook simplemente no pueden izar.
Ambas empresas podrían tener muchos alicientes para lanzar su propio buscador. Apple tiene recursos de sobra para ponerse manos a la obra y ofrecerlo por defecto en sus sistemas operativos, lo cual equivale a sacar cuatro cincos seguidos al empezar una partida de parchís. Mozilla está en una situación menos holgada, pero es algo que entronca en su ADN, y siempre queda la opción de salir de compras para acelerar el proceso.
Ninguna posibilidad de lanzamiento de un nuevo buscador o compra de uno existente tienen un incentivo tan grande como el de seguir inmóviles dando alas a Google
En este punto es donde aparece un neón con un nombre propio: DuckDuckGo. El buscador del pato ha sabido explicar su monetización para evitar suspicacias y caer simpático a los de la Cofradía de la Santa Privacidad: comprarlo no sería demasiado costoso, especialmente para las finanzas de Apple (ni siquiera es un unicornio), y factura más de 100 millones de dólares al año. Además, su coste salarial es reducido, no llega a los 200 empleados; y aunque ni puede soñar con las cifras de Google, en Estados Unidos se ha estabilizado en torno al 2,5% de cuota de mercado.
Para Apple sería sencillo hacerse con DuckDuckGo (¡bang!), fijarlo por defecto en iOS y macOS, y luego sacar pecho en una keynote anunciándolo como una apuesta magnánima por nuestra privacidad. No te merecemos, Tim. Mozilla lo tendría más complicado —su magnitud no es tan superior a la de DuckDuckGo y sus finanzas dan para mortadela, nada de ibéricos—, pero podrían estudiarse opciones intermedias en pos de ofrecer un buscador por defecto más acorde a sus valores.
Sin embargo, nada funciona tan bien a corto y medio plazo (y nada hace pensar que vaya a ser distinto a largo) como cobrar cheques de Google año sí año también a cambio de hacer un pies quietos y no sacudir el mercado de los buscadores. Si no por convencimiento táctico, sí por la salud de las finanzas. Y mientras tanto, Chrome sigue liderando el mercado de los navegadores con holgura. Solo queda deshojar la margarita Ahrefs para ver si es capaz de llevarse el gato al agua o seguimos esperando a Godot (hoy no, pero mañana seguro que sí).
Google, que entre snippets, anuncios, cambios de reglas y una página de inicio que también va camino de hacerse rococó ha cambiado la experiencia de búsqueda en pocos años, no tiene mucha inquietud por la posible migración de usuarios descontentos: cuando abre la ventana se encuentra con un panorama competitivo limpio como una patena y un liderazgo incontestable como un maestro jedi. Nadie podrá negarle el mérito a su estrategia. Y a lo bien que funciona Google en comparación con sus pocos rivales, incluso entendiendo preguntas y contextos, por qué no decirlo.
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