El transporte marítimo es una de las principales fuentes de contaminación del planeta. Tan solo un buque portacontenedores de tamaño grande emite tanto óxido de azufre como 50 millones de coches. Y, por si esto fuera poco, las emisiones por parte del sector aumentaron casi un 5 % en 2021. No obstante, la industria está dando sus primeros pasos para abrazar un futuro ecológico.
La necesidad de reducir la huella de carbono requerirá de grandes cambios en el modelo existente de envío de mercancías por mar, que actualmente es vital para el comercio internacional. Entre las nuevas propuestas que evalúa la industria se incluyen barcos propulsados por biocombustibles o pilas de combustible de hidrógeno, propulsión asistida por el viento y sistemas eléctricos e híbridos.
Estaciones de carga, como las de los coches, pero para barcos
Precisamente, para que los barcos 100 % eléctricos o híbridos puedan operar harán falta estaciones de carga, como las de los coches eléctricos, en las que podrán recargar sus baterías antes de continuar con sus largos viajes. En este sentido, la compañía naviera Maersk y la de energía eólica Ørsted han comenzado a desarrollar un plan para cargar embarcaciones cerca de la costa y mar adentro.
Uno de los ejes del proyecto será la nueva compañía fundada por Maersk Supply, Stillstrom. Su nombre quiere decir "energía silenciosa" en danés y su objetivo, según explican, es desarrollar la primera red de carga eléctrica a gran escala que permita a los buques cargar sus baterías con energía limpia cerca de los puertos, en centros de operaciones y también en alta mar.
Stillstrom explica que se están desarrollando boyas capaces de abastecer a embarcaciones de todos los tamaños. Por lo pronto, la compañía pondrá en funcionamiento su primera estación de carga a finales de este año. Se tratará de una prueba en la que el sistema cargará uno de los buques de operaciones (SOV) de Ørsted, la compañía danesa detrás de los parques eólicos Hornsea 1, el más grande del mundo a día de hoy, y el Hornsea 2, que ocupará su lugar una vez esté completado.
Desde Ørsted explican que serán los encargados de integrar las boyas a su red eléctrica, lo que permitirá que estas carguen embarcaciones con "energía limpia". Asimismo, bajo la premisa de ayudar a reducir la huella de carbono, aseguran que pondrán a disposición del público cualquier propiedad intelectual relacionada a la integración de la boya para incentivar la adopción de este tipo de tecnología.
Las compañías, ambas danesas, aún no han revelado dónde se ubicará la primera boya y los detalles a largo plazo de su proyecto. No obstante, Ørsted cuenta con parques eólicos marítimos en Dinamarca, Reino Unido, Alemania, Países Bajos, Estados Unidos y Taiwán, los cuales podrían ser de utilidad para suministrar la energía limpia necesaria para el funcionamiento de la primera prueba.
En los últimos años han surgido una amplia variedad de proyectos que buscan transformar el transporte marítimo en general. Desde el Yara Birkeland, el primer buque de carga totalmente eléctrico y autónomo, hasta el e5, el primer petrolero totalmente eléctrico que se está construyendo en Japón, pasando por los megayates que también se apuntan al motor eléctrico.
Este tipo de iniciativas, sumadas a los esfuerzos de actores privados y estatales, subrayan el interés creciente en alcanzar los objetivos para hacer frente al cambio climático, fenómeno que se traduce en pérdidas económicas de calado a causa de los desastres naturales y las transformaciones medioambientales. En la Unión Europea el objetivo más cercano es reducir el 55 % los gases de efecto invernadero para 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Imágenes: Stillstrom
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