Cada vez se habla más de centros educativos donde los alumnos usan tecnología en el aula para la mayoría de sus actividades. Sin embargo la realidad también nos deja colegios e institutos donde se dice no a la tecnología en el aula. Te contamos por qué han tomado esa decisión.
Ni tablets, ni smartphone ni ordenador en clase
Aurelio es profesor de economía, matemáticas y TIC en un centro privado en el sur de España. Es joven aunque atesora ya más de 10 años de experiencia en educación, todos ellos en el mismo centro, el cual que nos ha pedido que mantengamos sin nombrar para no perjudicar a centros de terceros. Allí llegó tras un paso fugaz como asesor financiero en el sector privado.
En su centro, de tipo internado y con más de medio siglo de historia, hace unos años decidieron adoptar un método de trabajo “todo digital” y donde la tecnología inundaba todo el aula. El método, como ellos nos han explicado, se lo vendió otro centro privado de la zona. Lo que obtuvo el centro de Aurelio fue un curso donde se explicaba el sistema que usaban, el funcionamiento de las herramientas online necesarias, material online y hasta soporte técnico. El centro “vendedor”, antes de declararse en bancarrota, lo aplicaba al 100%.
“Con ese sistema comenzamos usando portátiles con cero libros y casi ninguna libreta. Todo digital. El alumno buscaba la información en Google, la procesaba y creaba el contenido con la ayuda y supervisión del profesor en un documento”
La experiencia no salió bien. Tras dos años abandonaron el método y pasaron a usar uno mixto - y más habitual actualmente en muchos centros - consistente en recurrir al libro de texto en papel como elemento complementario en algunas materias y el PC/tablet como soporte para otras clases donde sí se permitía “la tecnología”. Pero también fue un fracaso.
“Los chavales utilizaban continuamente las redes sociales, visitaban webs inapropiadas, etc. Llegamos a filtrar el acceso solo a determinadas webs, pero tampoco funcionó. Es imposible ponerle puertas al campo. Mención aparte son los ordenadores que se rompen y tardan semanas en reparar, los que se pierden en circunstancias sospechosas, o las tablets que los alumnos venden en el mercado negro… No olvidemos que son adolescentes y viven al límite”
Bajo la cordillera sur, en Murcia, las pedanías de la capital se suceden una tras otra. Además de numerosos institutos públicos de educación secundaria, hay dispersos varios centros concertados y privados que se reparten a la población. Enrique es profesor en uno de los institutos de la zona, y en su centro, la tecnología en el aula también se evita a la hora del trabajo de los alumnos. También en este caso Enrique prefiere que el nombre del centro se mantenga sin indicar para no perjudicar su labor en el mismo.
En el centro educativo de Enrique que los alumnos no usen tecnología en el aula para su trabajo diario no es una decisión oficial. No podría serlo porque el currículo de la Región de Murcia la competencia digital tiene una presencia mayoritaria e incluso hay programas como el reciente “Centros Digitales”. Pero no hay infraestructuras, así que el resultado es el mismo.
Separar ocio y trabajo: la gran asignatura pendiente
Tras esos años de pruebas y aplicación del “todo digital”, y posteriormente un método mixto, en el centro de Aurelio se decidió dar marcha atrás completamente y volver a un sistema basado en el libro de texto puro y duro. Sin tecnología de por medio en ningún momento del lado de los alumnos. Al ser un centro-internado, incluso los smartphones están prohibidos entre los alumnos a todas horas, aunque es una media que están estudiando flexibilizar.
¿Podría haber sido esa estricta política de no smartphone en el día a día lo que hizo descontrolarse el uso de PCs y tablets en horario lectivo y se usara principalmente para ocio? Esta duda surge inmediatamente en nuestra conversación. Ellos también lo valoraron, pero finalmente lo descartaron.
“Ocurre que en IES públicos este problema también lo tienen. Si te digo, el problema de los IES es más grave aún, puesto que ellos no suelen contar con personal especializado en temas informáticos como para filtrar webs, instalar programas espías… Nosotros sí teníamos personal cualificado y, por ponerte un ejemplo, llegamos a modificar una versión de Linux y personalizarla solo para uso privado del colegio. También usábamos un Android muy capado y personalizado en tablets”
Que los alumnos no usen un tablet, smartphone u ordenador en su día a día en el aula no significa que la tecnología no esté presente en el centro de Aurelio.
“Las aulas están digitalizadas (ordenador, tablet, proyector, pizarra digital…), hay wifi en todo el colegio (filtrado MAC), los profesores usamos en clase herramientas informáticas en clase y tiramos mucho de iPads. En grupos de trabajo usamos Drive, Dropbox y cosas así. Pero una cosa es usar esto a nivel “usuario”, por llamarlo de otra forma, y otra convertir a a una plantilla de profesores en informáticos, que es el problema que surge cuando se digitaliza la educación y pones a un educador delante de 25 pantallas”
Actualmente la materias como Tecnología o las sesiones esporádicas de otras donde sí se ha planificado que se use un PC, se llevan a cabo de manera normal. La experiencia les dice que quizás en grupos muy reducidos y con alumnos responsables y predispuestos a estudiar, sí podría digitalizarse el aula al 100%. Pero llevaría a una segregación que no es legal.
En el colegio de Aurelio, situado en Málaga, el paso de nuevo al libro de texto también se sostiene en esa impotencia del profesor que no puede ocuparse de tareas para las que no está preparado o que le sobrepasan. La tecnología los desbordó.
“Los alumnos ven el ordenador y la tablet como un elemento de ocio. Es muy difícil, si no imposible, controlar lo que hacen en el aula delante de una pantalla”
Aurelio está convencido de que los centros que viven experiencias similares con la tecnología en el aula son mayoría. Pero no lo manifiestan.
“No se dice públicamente porque lo "cool" es usar internet, pero todos en el sector sabemos que no es lo más funcional ni efectivo. Ni te imaginas la de portátiles que regaló la Junta de Andalucía y que solo se usaron como pisapapeles”
La tecnología que falla y el profesor que no aspira a adaptarse: combinación nefasta
Enrique no culpa a los alumnos del fracaso. Al menos no cómo la barrera insalvable primera para el uso de tecnología en el aula. Conoce centros muy cercanos donde compañeros le cuentan maravillas sobre la motivación del alumnado usando tecnología. ¿Dónde puede estar el problema entonces? Cuando el debate del uso de tecnología en el aula sale a colación en la cantina o grupos de debate no oficiales entre profesores, la experiencia con la tecnología en el aula da un giro hacia la administración (por ratios muy elevados en aulas) e incluso, en algunos casos, los propios profesores.
“En aulas con 30 alumnos y apenas 15 ordenadores que funcionan, si hay suerte ese día, de lo que menos te ocupas en la hora de clase es de los alumnos y su trabajo. Si el profesor controla algo de informática, se pasa el tiempo haciendo de RMI improvisado, y si no tiene ni idea y acude a la fuerza a ese aula con ordenadores o donde el alumno tiene el libro en el tablet, la tendencia es a esperar que no haya lio y que los alumnos hagan lo que quieran, que estén entretenidos durante esos minutos”
Tener un libro de texto y un formato, el papel, que un profesor puede controlar por una larga experiencia, es muy cómodo en muchos centros. Que los alumnos usen tecnología en el aula hace sentir desplazados e indefensos a algunos profesores no motivados para adaptarse. En numerosas ocasiones, "el profesor que acude a cursos, se implica y busca aprovechar la tecnología en el aula es el que ya ha tenido experiencias positivas o cree que un cambio es necesario".
“Si yo tengo que trabajar con TIC en el aula, día a día, lo habitual es que el material y propuesta de trabajo haya que elaborarlo y probarlo mucho. Eso implica tardes, veranos y fines de semana estudiando y viendo la manera de usar Internet o el smartphone para mejorar el aprendizaje de mis alumnos. Con el libro de texto solo tengo que acudir a mi aula el lunes, recogerlo de la taquilla y a clase. Así semana a semana y curso tras curso”
Con el paso a digital de los libros de texto se está avanzando, pero, como nos cuenta Enrique, “al final nos topamos con lo mismo en muchas de las aulas: falta de recursos, fallo de Internet o los equipos personales que descontrolan la clase y visión del tablet/PC como elemento de ocio por parte de un alto número de alumnos”
No más pantallas en clase: la respuesta de los padres
¿Y cómo es la respuesta de los padres y alumnos? Aunque la decisión de volver al libro de texto la tomó el claustro de profesores con el visto bueno de dirección, Aurelio nos cuenta que la respuesta de los padres ha sido muy positiva. Incluso la de los alumnos.
“Yo fui una de las voces que propuso el uso de la tecnología en el aula y el primero en pedir que se retirase. Los padres nos lo han agradecido y, por raro que parezca, los alumnos llegaron a demandar usar libros para aprender más fácilmente y distraerse menos”
También compañeros de otros colegios e institutos reconocen, según Aurelio, que los miran con envidia por haber sido capaces de dar el salto. Los padres son los que más claro lo tienen, quizás por una guerra contra las pantallas perdida en casa.
“Padres y madres están hasta el gorro de que su hijo/a pase la tarde delante de la pantalla del móvil, por lo que les parece genial que al menos por la mañana se centren en los estudios sin distracciones tecnológicas”
En el centro de Murcia, nos cuenta Enrique, al no venir como el caso de Aurelio de un tipo de educación 100% tecnológica, el día a día con libros de texto y anecdótico uso de la tecnología pasa desapercibido.
"En los centros donde se promueve más el uso de PC o tablet, la respuesta de los padres, según me cuentan compañeros, es muy diversa. Los alumnos que van bien se sienten apoyados por sus padres. Sin embargo, cuando llegan los supensos o toques de atención por un uso incorrecto del tablet en clase, los padres dan marcha atrás y reniegan de la tecnología en el aula"
Enrique acaba nuestro encuentro dando el último sorbo de un café que ha tenido que apurar porque vuelve a clase ya. Allí, por ahora, no usará tecnología no porque no quiera ni crea en ella, sino porque ni se siente apoyado por los compañeros, ni hay recursos reales y adecuados por parte de la administración regional.
Imagen | Daniel | CARM | Pilar Soro | Brad Flikinger.
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