¿De quién es la Luna? Es una pregunta que vuelve a estar en el candelero por una buena razón: la reactivación de las misiones que tienen como objetivo que el ser humano vuelve a pisarla e incluso a colonizarla. Estados Unidos y China tienen ahora entre ceja y ceja lograrlo, y la están convirtiendo en un elemento más de su singular guerra comercial... y espacial.
El Tratado del Espacio. En 1967 decenas de países firmaron el llamado Outer Space Treaty (Tratado sobre el espacio ultraterrestre o Tratado del espacio). Con él —aquí, el texto en español— se establecían las bases del derecho internacional acerca del espacio.
Patrimonio de la humanidad. Uno de sus puntos es tajante: se prohibe explícitamente a cualquier gobierno la reivindicación de recursos celestes como la Luna o un planeta, ya que son patrimonio común de la humanidad. Lo indica el Artículo II:
El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera.
La NASA advierte. El máximo responsable de la NASA, Bill Nelson, explicaba en una entrevista en Politico cómo la expansión militar china en el Mar del Sur de China es una señal de lo que puede pasar con la Luna. "Es un hecho: estamos en una carrera espacial", explicaba. "Y es cierto que más vale que vigilemos que no lleguen a un lugar de la Luna con la excusa de la investigación científica. Y no está fuera de lo posible que digan: 'No os acerquéis, estamos aquí, este es nuestro territorio'".
China va toda máquina. El gigante asiático ha completado recientemente su estación espacial Tiangong y en noviembre envió una tripulación de astronautas a ella. Beijing prepara tres misiones a la Luna en la próxima década como parte del programa lunar Chang'e —cuyas misiones 4 y 5 han tenido éxitos destacados y algún que otro secreto—, e incluso aseguran que han descubierto un mineral que podría ser usado como fuente de energía.
Estados Unidos intenta acelerar. El ambicioso programa Artemis que espera devolver a los humanos a la Luna acumula retrasos y sobrecostes, aunque hace unas semanas por fin hubo buenas noticias de Artemis I, un paso clave para volver a la Luna. Hay buenas razones para volver, y entre ellas está el helio-3.
Artemis tiene prisa... La NASA se ha puesto como objetivo el año 2025 para que el ser humano vuelva a pisar la Luna. El Alunizaje tripulado se producirá con la misión Artemis III, que se producirá después de que Artemis II permita comprobar que es posible llevar una tripulación a la órbita lunar.
... y China no tiene tanta. En 2021 China y Rusia anunciaron su plan para onstruir una base permanente en la Luna antes de 2035, pero la Guerra de Ucrania podría haber modificado ese plan. A ese plan, competidor de Artemis, le acompaña otro: la intención de mandar misiones tripuladas a la Luna en la década de 2030. Apenas hay detalles sobre la hoja de ruta de la misión, pero el programa Chang'e sigue avanzando y en los próximos años hay hasta tres misiones dedicadas a estudiar y recolectar recursos en la Luna.
Papel mojado. El Tratado del espacio puede haber quedado obsoleto, y hemos visto demostraciones de ello. Algunos analistas advierten del programa conjunto de Rusia y China para desarrollar satélites militares que violarían la llamada "Prevención de la Carrera Armamentística en el Espacio Exterior", una resolución de Naciones Unidas que teóricamente reafirmaba los principios fundamentales del Tratado del espacio.
Una cuestión delicada. Exista tratado o no, parece difícil impedir que la nación que logre llegar a la Luna —u otros cuerpos celestes— no trate de explotar esas misiones como ya están haciendo EEUU o China al recolectar muestras. Ambas partes tienen un interés evidente en esos recursos, y dirimir si el "yo llegué primero" acaba volviéndose a producir en esta particular colonización se vuelve especialmente complicado.
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