Una estructura de poco más de nueve toneladas se mueve desde la semana pasada sobre nuestras cabezas. Estamos hablando del Jupiter-3, el satélite de telecomunicaciones privado más grande del mundo lanzado el pasado 28 de julio por SpaceX. Como posiblemente te imaginas, el cohete elegido para llevar a cabo esta misión ha sido el Falcon Heavy, el sistema de lanzamiento operativo más poderoso de la compañía aeroespacial hasta que Starship esté listo.
Jupiter-3 ha empezado a enviar las primeras señales de prueba tras el despliegue de sus paneles solares. Ahora que esta nueva superestructura espacial ya está en su nuevo hogar en la órbita de transferencia geoestacionaria (GTO) y ha demostrado que es funcional, puede que te preguntes cuál será su propósito. La respuesta es mejorar las capacidades del proveedor de Internet satelital estadounidense Hughes fortaleciendo su flota de satélites Jupiter existente.
WiFi en vuelo, conexiones marítimas y más
El operador y dueño del satélite explica que, una vez que alcance su posición orbital de 95 grados oeste y complete su inicio operativo, empezará a prestar servicio en América del Norte y América del Sur en banda Ka, más bandas Q y V para puertas de enlace. El sistema aportará 500 Gbps adicionales a la red Jupiter, que se materializarán en Wi-Fi en vuelo, conexiones marítimas, redes empresariales, backhaul para operadores de redes móviles y más.
Antes de su despliegue, Jupiter-3 tenía una longitud aproximada de siete metros, pero una vez desplegados sus paneles solares sus dimensiones se extendieron a casi 39 meros. Los paneles serán los encargados de hacer funcionar al satélite durante su vida útil aproximada de 15 años. El cuerpo del satélite contiene los sistemas de potencia y propulsión, así como los sistemas de telecomunicaciones necesarios para brindar servicios de conectividad.
Todo esto se complementa con los Spot Beams para la emisión y recepción de señales. Dado que Jupiter 3 como cualquier otro satélite irá cambiando gradualmente su posición en el espacio, cuenta con varios propulsores para ajustar su posición y garantizar su posición orbital. La vida útil de los satélites, recordemos, suele estar principalmente relacionada al combustible de los propulsores, si este se agota ya no hay forma de corregir su órbita.
Si bien el satélite ha sido lanzado por SpaceX y es propiedad de Hughes, su desarrollo y fabricación ha estado a cargo de Maxar Technologies. La firma, también estadounidense, ha construido Jupiter-3 en sus instalaciones en Palo Alto, California, con varias mejoras tecnológicas, como la miniaturización de la electrónica, amplificadores de estado sólido y diseño más eficiente. Con el paso del tiempo sabremos si logra cumplir con sus objetivos.
Imágenes: Hughes
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