Encélado, la luna más interesante de Saturno, está un poquito más cerca de poder sostener algún tipo de vida. Así lo acaba de confirmar la NASA: Cassini, la sonda que más nos ha enseñado sobre el gigante de los anillos, ha detectado procesos hidrotermales en Encélado.
El 28 de octubre de 2015 la sonda Cassini sobrevoló la luna a tan solo 49 kilómetros de distancia y atravesó por primera vez los géiseres de agua del hemisferio sur del satélite. Buscaba hidrógeno molecular o, lo que es lo mismo, señales que nos dejaran seguir soñando con que, orbitando alrededor de Saturno, hay un entorno amigable para la vida.
¿Qué han encontrado?
Los géiseres de Encélado se descubrieron en 2005, justo cuando Cassini llegaba al vecindario de Saturno y sus satélites. Y durante este tiempo, han demostrado ser muy relevantes. En 2007, Cassini confirmó que los chorros salían de cuatro fracturas en la capa exterior de hielo de Encélado.
Poco después, la sonda nos enseñó no solo la forma de las fracturas, sino que averiguó que no estaban formados solo por agua, sino que contenían gases (dióxido de carbono, metano y monóxido de carbono), sales, amoniaco y otras sustancias orgánicas. Lo que intentaban ahora en la NASA era, precisamente, estudiar mejor esa composición.
Según los investigadores, los chorros de agua contenían un porcentaje de volumen del 1,4 de hidrógeno y hasta un porcentaje de volumen de 0,8 de dióxido de carbono. Con esos porcentajes, la «metanogénesis», una reacción que puede mantener vivos a microorganismos en ambientes extremos, es mucho más que posible.
¿Cómo lo han encontrado?
Hay quien dice que la primera vez que vimos los géiseres de Encélado fue en los años 80, en una foto pixelada que nos dejó la Voyager en su camino al confín del Universo. Pero lo cierto es que, cuando Cassini salió de la Tierra, no teníamos ni idea de que allí íbamos a encontrarnos con algo tan interesante.
Es decir, Cassini no estaba diseñada para estudiar este tipo de cosas. Sus sensores son poco específicos y, aunque se puede conocer muchos detalles de los géiseres, la sonda podría estar dándose de bruces con decenas de miles de organismos microscópicos y no nos daríamos ni cuenta.
Por suerte, contábamos con dos dispositivos: el INMS (Ion and Neutral Mass Spectrometer) para identificar el hidrógeno molecular y el CDA (Cosmic Dust Analyzer) para, con suerte detectar, moléculas orgánicas complejas. Por lo que ha transcendido, no hubo suerte con lo segundo.
¿Por qué es importante?
Durante estos diez últimos años, la luna ha sido todo un desafío científico. No estaba claro que, efectivamente, un satélite tan pequeño como Encélado tuviera un océano líquido en su interior. Pero poco a poco, Cassini no solo descubrió pruebas muy sólidas de que, en efecto, ahí abajo había un océano oculto. Sino que detectó calor y sustancias orgánicas: es decir, y por no andarme por las ramas, Cassini tenía los ladrillos básicos para sostener (o que pudiera llegar a sostener) vida.
Por eso se buscaba, en su último acercamiento a Encélado, Cassini buscaba hidrógeno molecular. A mayor cantidad de hidrógeno, más actividad hidrotermal y, por tanto, Encélado sería más favorable a la vida. Y la verdad es que los resultados no podrían ser mejores.
Hay quien dice que Encélado podría ser, de hecho, el origen de la vida en el sistema solar. La posibilidad es remota, pero ejemplifica muy bien lo mucho que ha cambiado la forma en que miramos Encélado. Ya solo queda que podamos ir con las herramientas adecuadas.
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