Cuando los vehículos de conducción autónoma sean viables y se comercialicen con elevados niveles de _inteligencia_ y percepción de la carretera, el conductor dejará de ser humano, y pasará a ser un mero pasajero. Un espectador. Este salto en automatización (del nivel 4 al 5) ocurrirá cuando hacia 2025 cuando vehículos como el Volkswagen I.D. pase a ocuparse de la conducción por nosotros. Se habla mucho de cómo será la tecnología de los vehículos autónomos pero, ¿qué le ocurrirá a su entorno?
A la vía, a las señales, al diseño de la calzada, a los límites de velocidad e incluso al personal de tráfico y a la seguridad de la vía. ¿Cómo entenderemos la carretera cuando los accidentes sean algo extraño fruto del azar? ¿Cómo cambiará la vía cuando no hagan falta todas esas señales ni elementos de seguridad? Así evolucionará el entorno cuando la conducción autónoma se libere del elemento humano.
El número de señales se verá drásticamente reducido
El vehículo autónomo no necesita señales físicas para estar informado.
¿Sabes cuántas toneladas de señales hay hoy día en la carretera? Cada 100 metros, a lo largo de los 166.003 km de carreteras de España, vemos un letrero que nos informa de en qué vía y kilómetro nos encontramos. Incluso reduciendo a 1 kg letrero más poste (probablemente pese más), tenemos la friolera de 1.660 toneladas de metal sin contar señales de tráfico, quitamiedos y avisos horizontales, entre otros.
Toda esa infraestructura carecerá de sentido para un vehículo que no necesita de señales para estar informado. Estas pueden cargarse de manera virtual en un mapa, y así prescindir de una enorme cantidad de materia prima, cuyo coste medioambiental al arrancarla del suelo es elevado.
Lejos de ser futurista, esta tecnología ya la tenemos muchos conductores en nuestros vehículos. Algunos navegadores ya incluyen en su memoria los carteles de velocidad por tramos (Tom Tom), así como son capaces de descargarse las alertas que los usuarios de la vía observan como un accidente o un atasco (Waze, Coyote). Esto hará obsoletas las señales físicas pintadas en trozos de metal clavados en las lindes de la vía.
Gracias a la movilidad autónoma , las carreteras serán un lugar más respetuoso con el medio ambiente. Y estarán más conectadas a la naturaleza.
Carreteras más diáfanas y conectadas con la naturaleza
A todo este material excedente (que hoy día requiere mantenimiento) hemos de sumar una cantidad importante de elementos colocados ahí para la seguridad actual de la conducción.
Por ejemplo, las vías sonoras que nos informan de que estamos saliendo del carril no serán necesarias. Tampoco lo serán las barreras de hormigón que separan sentidos, los pretiles que evitan caídas de altura o los amortiguadores de impacto para reducir la velocidad.
Si hoy día necesitamos de todo este material es porque el ser humano tiende a distraerse o a no estar en condiciones para conducir. No somos un robot, ni podemos estar siempre pendientes de todo, pero el vehículo autónomo sí.
Tampoco serán necesario los pasos a nivel para los diferentes animales originarios de la zona, ya que si ahora no pueden cruzar por medio de la vía es debido al elevado riesgo de atropello que implica. Con los vehículos autónomos, capaces de detectar un animal y frenar antes de que un conductor humano se de cuenta de qué está pasando, tendremos vías más abiertas a la naturaleza, más diáfanas. Estas no cortarán el paisaje, sino que se integrarán en él.
Como el caso de las señales, esta tecnología ya está con nosotros y se llama AEB o frenada de emergencia autónoma. En la actualidad, con niveles de conducción autónoma bajos, es el conductor quien elige si activar o no estos mecanismos de seguridad, pero con los niveles 4 y 5 de la conducción autónoma, el AEB formará parte de la lógica del coche.
¿Qué le ocurrirá a los carteles de publicidad o la radio?
La publicidad en carretera podría ser más inmersiva y llamar completamente nuestra atención sin peligro.
Los medios de comunicación han acompañado al vehículo a motor desde su invención. A medida que las carreteras iban abriéndose camino, un bosque de postes de publicidad crecía a uno y otro lado de ellas, ofreciéndonos publicidad al alcance de un vistazo. Pero en los últimos años se ha visto la publicidad en carretera como un potencial peligro para la seguridad de la conducción (porque nos distraemos) y ha habido varios tanteos para retirar la publicidad de las autopistas.
Es posible que pronto los conductores perdamos de vista los anuncios en carteles gigantes, pero quizá no sea por mucho tiempo. Una vez que los vehículos autónomos sean nuestros conductores, ese problema de seguridad desaparecerá y, como pasajeros, podríamos incluso prestar más atención a la carretera. Eso significaría que la publicidad en carretera podría ser más inmersiva y llamar completamente nuestra atención sin peligro.
En la actualidad ya vemos vallas publicitarias con grandes pantallas que cambian cada pocos segundos, y probablemente el futuro vaya en esa dirección. Un acuerdo entre las compañías de telefonía y los anunciantes podrían crear incluso anuncios geodirigidos.
Claro, que es posible que, debido a que no tenemos por qué estar pendientes de la carretera, como ocupantes de un vehículo inteligente nos concentremos en nuestro trabajo, en ver una película, leer un libro o simplemente charlar con el resto de acompañantes. En este caso, las vallas quedarían en un segundo plano a mucha distancia de nuestra atención.
La radio es otro de esos elementos de comunicación usado en casi todos los desplazamientos en coche. Sin embargo, tanto la FM como la AM tienen los días contados, y la radio del futuro nos llegará exclusivamente a través de Internet. Países como Noruega ya están apagando su señal de FM, y otros estados les seguirán en los próximos años.
No obstante, eso no quiere decir que la radio se vaya a extinguir. Cada día hay más canales de radio por Internet y más programas basados en radios a la carta (tuning) o listas curadas de podcast en plataformas como iCloud o iVoox. Aunque es posible que la radio de paso a la televisión dentro del coche (podremos mirarla y _conducir_ a la vez), es dudoso que termine por desaparecer.
Cero accidentes en carretera, y cero fallecidos, desplazarán la atención sanitaria a otras necesidades
La conducción autónoma reducirá los accidentes al volante a meras anécdotas
En la actualidad, la atención sanitaria y de emergencias en carretera (ambulancias con su personal médico; vehículos de seguridad con policías o guardias civiles; y bomberos con sus herramientas...) son un elemento muy costoso de nuestra seguridad. Generalmente porque los accidentes se ocasionan en autopistas y vías secundarias alejadas de los núcleos de población urbano densos.
Pero el coste no es económico, sino de oportunidad. Si dos vehículos colisionan hoy día en plena autopista, el servicio de emergencias se ve obligado a _canibalizar_ los servicios de emergencia de ciudades cercanas para atender a los accidentados, dejando un poco más indefensa a la población local ante un problema puntual.
La conducción autónoma reducirá los accidentes al volante a meras anécdotas, eventos extraños de los que ocurren una vez cada muchos años en lugar de muchas veces al día. Cuando esto ocurra, los servicios de emergencias locales tendrán mejor blindados sus tiempos al no tener que desplazar medios ni personal.
Las labores de mantenimiento y limpieza serán más seguras
Las labores de mantenimiento y limpieza son frecuentes en las carreteras. Desde revisar todas las señales a verificar el estado del firme, pasando por la limpia de rastrojos cercanos a la vía. En este último caso, solemos ver a un conjunto de profesionales con bolsas grandes protegidos tras el aviso de un camión que porta una flecha gigante e iluminada. Cuando los trabajos son obras, vemos señales como la de abajo, más alguna señal que nos pide reducir la velocidad.
Aun con estas señales de aviso, y con los trajes reflectantes y visibles del personal, sigue siendo un trabajo peligroso porque se trabaja junto a la calzada. Siempre cabe la posibilidad de que un conductor no preste la suficiente atención o que ignore los nuevos límites de velocidad.
Esto no puede ocurrir con un vehículo autónomo, que se encuentra en todo momento realizando barridos para _ver_ la carretera y el entorno buscando posibles personas en la carretera y _leyendo_ señales de tráfico para adaptar su conducción a las distintas condiciones. Los trabajadores y los objetos en carretera serán evitados como evita el agua de un río a una roca que se encuentre en su centro. En otras palabras, se trabajará más seguro.
El uso mixto de la vía tampoco estará penalizado
En la actualidad hay conflictos en algunas carreteras secundarias y caminos por el uso de los carriles. Coches, camiones, ciclistas y, en algunos casos, paseantes, comparten un mismo paso y crean un patrón de interferencia mutua que, en ocasiones, ha causado fallecidos. En el futuro, algo así no ocurrirá pese a que el espacio podrá ser perfectamente mixto.
Cuando los vehículos autónomos puedan detectar a un ciclista o un peatón en milisegundos, y adaptar su velocidad y trayectoria a este objeto, así como transmitirla al resto de la red de vehículos conectados cercanos, nadie podrá salir herido.
La imagen de arriba, que hoy día nos mantendría en vilo unos segundos, será completamente normal en el futuro, ya que el vehículo estará adaptando la velocidad en todo momento a los diferentes usos cercanos, viendo los posibles peligros con decenas de metros de antelación.
Además, dado que los vehículos serán CASE (Conectados, Autónomos, Car Sharing y Eléctricos, por sus siglas en inglés), no emitirán partículas a la atmósfera y las autoridades sanitarias no recomendarán buscar rutas para pedalear o caminar alejadas de las carreteras.
Este uso de las carreteras marcará un nuevo paradigma de seguridad y convivencia, y las vías tendrán más parecido a los caminos. Grupos de personas podrán desplazarse por ellos sin problemas entre localidades cercanas.
Debido al elemento humano, la automoción del siglo pasado ha basado sus esfuerzos en conquistar la naturaleza, en separar la conducción de esta y en reservar la vía a para un único propósito. Pero esta escisión, de la mano de nueva tecnología, está a punto de desaparecer.
Gracias a la tecnología de los vehículos autónomos que pasen del nivel 5 de conducción autónoma la movilidad será más inclusiva, humana y ligada a la naturaleza. Todo en su entorno, desde la propia vía (como hemos visto en este artículo) hasta nuestra relación con la movilidad, cambiará.
Imágenes | iStock/IakovKalinin, iStock/vladans, iStock/lakovKalinin, iStock/palinchakjr, Sludge G
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