Si viajas a Río de Janeiro y te tomas un café —o ya puestos una buena caipirinha— con un millennial, alguien que viviera su adolescencia a principios de los 2000, puede que a lo largo de la charla salga una palabra que te deje descolocado: orkutização. No te preocupes. No es que te patine el portugués. Tampoco te molestes en buscarla en el diccionario, ni saques el traductor. Orkutização es una de esas expresiones que casi se improvisan a sí mismas, que nacen a la vez que su concepto y dan jaqueca a los académicos de la lengua. Igual que "random", "bichear" o "stalkear".
Más o menos puedes traducirse como "morir de éxito", aunque no de un éxito cualquiera. Cuando algo se orkutiza pierde su airecillo de sofisticación y deja de ser "cool". Disquisiciones lingüísticas a parte, el término nació apegado a las redes y ayuda a entender la deriva de plataformas caídas en desgracia, como Tuenti o MySpace. ¿Por qué? Pues porque el propio vocablo sale de una red: Orkut, lanzada por Google en 2004 y que, tras sumar millones de usuarios, acabó defenestrada en 2014.
La muerte de Orkut se explica por su orkutização; pero también, y en gran medida, por la política errante de Google en el campo de las redes y su incapacidad para plantar cara a competidores que supieron posicionarse mejor y conectar con el público a nivel global, como Facebook.
Esta es la historia de su nacimiento, éxito, orkutização y batacazo.
"Conectar a los usuarios de Internet"
A principios de la década de los 2000 Google aplicaba una norma que de entrada puede parecer excéntrica, pero que con el tiempo le reportó grandes éxitos: permitía que sus empleados dedicasen el 20% de su tiempo en la oficina a proyectos personales. El único requisito, claro, era que pudiesen beneficiar a la empresa. Gracias a esa iniciativa surgieron AdSense, Google News... o el germen de una red social propuesta por Orkut Büyükkökten, un ingeniero casi recién aterrizado en Google.
Büyükkökten no llegaba a los 30 años, pero acumulaba una experiencia considerable con comunidades online. En 2001 había presentado Club Nexus en la Universidad de Stanford, poco después inCircle, centrada en grupos de exalumnos, y en 2002 se había atrevido incluso con su propia compañía, Affinity Engines. Fue en Google sin embargo donde encontró espacio para dar forma a su gran proyecto: una red capaz de "conectar a todos los usuarios de Internet".
La propuesta gustó en Mountain View y en 2004 se lanzó Orkut, bautizada así en un guiño a su creador. Su filosofía era tan sencilla como su estética. Al principio accedías por invitación y la web te permitía agregar amigos, enviar mensajes, describirte, dejar reflexiones, subir un puñado de fotos o clasificar a tus contactos. Comparado con las redes actuales no es gran cosa, pero de aquella servía para localizar a viejas amistades e incluso había quien lo usaba como un primitivo Tinder.
La fórmula no tardó en ganar adeptos. Eso sí, con una distribución muy desigual. En algunos países Orkut acabó convertido en un fenómeno y en otros pasó de puntillas. Entre los primeros, sin duda, destaca Brasil, que en la segunda mitad de 2004, antes incluso de que se activase el dominio nacional, rondaba ya los 700.000 usuarios. Allí fue tal su éxito que hasta 2011, pese a la orkutização, o quizás precisamente gracias a ella, aún superaba en tráfico a Facebook. A finales de ese año, la red de Google registraba aún 34 millones de visitantes únicos, con un crecimiento del 10%.
En España también estuvo presente, aunque con cifras más discretas. En marzo de 2011 sumábamos el 2% de sus usuarios, aunque ya había una comunidad lo suficientemente activa como para llenar sus cuentas de lazos negros el día de los atentados del 11-M. Si queremos hacernos una idea de lo segmentada que fue su implantación llega con echar un vistazo a los datos de Google de 2006. Por entonces el 73,2% de los usuarios de Orkut eran brasileños, el 10,1% estadounidenses, el 2,8% iraníes, el 2,4% pakistaníes y el 2,1% indios. España ni aparecía en el listado.
El escaso tirón de Orkut en España no impidió que para algunos fuese la puerta de entrada a las plataformas sociales, un concepto que para muchos resultaba nuevo. Fotolog y MySpace se habían lanzado poco antes, Facebook y Flickr se pusieron en marcha el mismo año que Orkut y para Tuenti o Twitter habría que esperar aún a 2006. En cuanto a Instagram, no echó a andar hasta 2010.
Aunque aquí las cosas no le fueran bien a Orkut, al otro lado del Atlántico consiguió reunir una parroquia más que respetable y con el paso de los años experimentó algunas mejoras. En 2007, después de zanjar una disputa con Affinity Engines por el origen del código, Google rediseñó su página; en 2009 presentó una versión mejorada y en 2011 estrenó logo y retocó su imagen. De aquella primera versión presentada por Büyükkökten en 2002 se pasó a otra más cómoda y funcional, con un feed con actualizaciones de amigos, videochat y mejor navegación.
Aquellos retoques no impidieron que Orkut acabase esfumándose. Aunque durante un tiempo pareció haberse convertido en una de esas "aldeas galas" que aguantaban el empuje de Facebook, como Tuenti en España o V Kontatakte en Rusia, no tardó en perder fuelle en sus propios bastiones. En 2014 —justo 10 años después de su creación— Google anunciaba el cierre de su vieja plataforma y daba a sus usuarios un margen de varios meses para recuperar sus datos. Por entonces, la red social de Mark Zuckerberg era ya la principal plataforma, con 1.280 millones de usuarios.
Más allá de ese proceso de orkutização que caló en Brasil hasta crear escuela y colarse en su diccionario, el fin de Orkut se explica por una suma de factores. El principal, probablemente, fue la falta de una estrategia clara por parte de Google. Como explicaba Genbeta en 2014, la red había crecido muy rápido, de forma imprevisible, y sin que la firma de Mountain View tuviese claro cómo aprovecharlo. En 2007 se encontraron con problemas cuando empezaron a mostrar anuncios, la monetización no resultaba sencilla y el mantenimiento también era complejo.
Para complicar todavía más el escenario, estaba el problema de cómo expandirlo hacia nuevos mercados. En Brasil funcionaba bien, pero su implantación limitada en otros territorios complicaba que se beneficiase del efecto red que sí alentaba a Facebook. En cuanto a su imagen dentro y fuera de Brasil, no le ayudó que algunos usuarios utilizasen la plataforma para cometer delitos graves.
Ante semejante panorama, Google decidió hacer borrón y cuenta nueva. Cambio de estrategia y apostó por Google+, movimiento que a la postre tampoco le saldría bien. Eso no significó que Orkut desapareciese de la noche a la mañana; pero la red empezó a languidecer. Buen ejemplo es que su app para iPhone no salió hasta 2012, un anuncio que tampoco despertó gran entusiasmo.
Cuando Google informó de su cierre, en 2014, confirmó lo que ya era una muerte anunciada.
Casi 20 años después del alumbramiento de Orkut, pervive sin embargo parte de su huella.
Si consultas su dominio (orkut.com) te encontrarás con un mensaje de Büyükkökten en el que explica por qué impulsó la red y te invita a su nuevo proyecto, otra plataforma en la que quiere recuperar la filosofía original de Orkut. Su nombre, desde luego tiene poco de despedida: Hello.
Imágenes | GPDOC (Flickr), Kailash Naik (Flickr) y Gaurav Mishra (Flickr)
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